Por Nuria Marín Raventós* La decisión de Donald Trump de retirarse del TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), la imposición de impuestos a maderas canadienses y la amenaza de retiro o renegociación del NAFTA (TLCAN) son lecciones y una invitación a todas las economías para una mayor diversificación, y un recordatorio para la mejora continua en materia de competitividad. Un ejemplo es México, que, pese a contar con 45 tratados de libre comercio, luego de la entrada en vigencia del TLCAN (en 1994), destina el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos, una relación que (hasta ahora) le ha funcionado muy bien a ambos países. Según un estudio del Centro Wilson en México y del CAF, Growing Together: Economic Ties between the United Sates and Mexico, ambos países han pasado de tener intercambios en compraventa de bienes y servicios, a una realidad de producción conjunta y a la construcción de una de las plataformas regionales más competitivas del mundo. Empero, el hecho de ser México el segundo destino de las exportaciones estadounidenses, el tercer socio comercial y la primera fuente de migrantes radicados en Estados Unidos; que, además, sea generador importante de emprendimientos empresariales y mano de obra, que dé 4.9 millones de trabajos que dependen directa o indirectamente del TLCAN, por el momento, ha dificultado la desarticulación anunciada desde el alta retórica expuesta en la campaña del actual inquilino de la Casa Blanca. Por el contrario, Trump continúa con la estrategia de convertir al NAFTA en símbolo de la globalización, la disminución de la calidad de vida y la pérdida de empleos, especialmente en los estados manufactureros conocidos como el rust belt. La situación de Canadá no difiere de la de México, con una dependencia de sus exportaciones con el mercado estadounidense superior al 70%. Ambos países veían como una oportunidad de diversificación de mercados el TPP, una alianza que conjuntaría el 40% del PIB mundial y el 26% del comercio internacional, como un medio de diversificación a la emergente Cuenca del Pacífico y la integración con nueve países en ambas orillas del Pacífico. Es casi imposible la sobrevivencia del TPP: con la salida de Estados Unidos, difícil sumar los necesarios seis países y el 85% del PIB del bloque fundador, que tiene como fecha límite febrero de 2018. Es comprensible que Canadá haya mandado una delegación de alto nivel a China a negociar el ingreso de su madera e iniciar negociaciones para un tratado bilateral. Por su parte, México ha tornado sus ojos a Brasil y Argentina para la compra de productos agrícolas como soya, cerdo y, muy especialmente, maíz amarillo, un producto central en la dieta mexicana, lo que dejaría en una mala condición a los estados agrícolas estadounidenses, lo que electoralmente significaría que la retórica a favor de los estados manufactureros sería a costa de los conocidos como corn belt. Chile y Perú, países que también tenían grandes apuestas en el TPP, no se verán tan afectados por la decisión de Washington, ya que tienen negociaciones bilaterales con la mayoría de los países integrantes del TPP (esto reafirma lo importante de su decisión), y por su vuelta de ojos al Mercosur, Brasil y Argentina y su acercamiento a China, Australia y Nueva Zelandia, países que ven el retiro de Estados Unidos como una gran oportunidad. Como costarricense, las lecciones de México y Canadá son, para mí, un llamado a continuar la vinculación con la Cuenca del Pacífico y los esfuerzos por ser parte de la Alianza del Pacífico, lo mismo que un llamado a aprovechar nuestras fortalezas para atraer inversión, superar las debilidades para vigorizar nuestra competitividad en un mundo variante en el que serán países ganadores los que tomen la delantera y lleguen preparados. ¿Y qué significa esto? Que será estratégica la inversión en talento, el Estado como socio del desarrollo en temas como infraestructura, energía barata y marco legal flexible, y un sector productivo a la vanguardia en temas como tecnología e innovación. *Nuria Marín Raventós, es empresaria y analista.   Contacto: Twitter: @nuria_marinr Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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