Sí, aún vivimos el Mexican Moment, a pesar de los cuestionamientos de las reformas y el estado de la economía (por lo menos esto lo siguen creyendo los medios e inversionistas internacionales). Pero a los encuestadores de la presidencia no les importa tanto qué piensan los extranjeros, ya que su opinión no se traduce en votos.     En una reunión con su gabinete para discutir la caída de su popularidad, reflejada en las encuestas contratadas por la presidencia, Enrique Peña Nieto les habría dicho a sus secretarios que, más que preocuparse por su popularidad, deberían ocuparse por resolver las quejas del pueblo. Pero eso sí, supuestamente también les habría dicho que, si en un año no mejoraban las percepciones alrededor de la Presidencia, los secretarios tendrían que responder por la insatisfacción de la población, y eso les costaría su puesto. Hay preocupación en Los Pinos. Hay indicios de que la popularidad del presidente se ha desplomado. De hecho, algunas notas periodísticas señalan que la presidencia contrató por lo menos a 47 encuestadoras, cuyos resultados se mantendrían reservados hasta 2015. También hay información pública que apoyaría la preocupación por parte del equipo del presidente. La encuestadora Parametría comparó los promedios de aprobación que han tenido los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y el actual presidente. Veamos los inicios de la administraciones (en el caso de Fox, tomaremos de muestra el segundo año ya que los estudios de Parametría comenzaron en 2002). En el segundo año de su administración, la aprobación pasó de 55 a 61% al final de ese año. Con Calderón, al inicio su aprobación se encontraba en 47 repuntando a 69% al final del año. Peña Nieto, en cambio, ha tenido una tendencia muy distinta pues de tener una tasa de aceptación de 55 pasó a 44%. Sí, para el equipo de Peña Nieto tiene que ser difícil asimilar que la aprobación del presidente esté en niveles más bajos que sus antecesores, especialmente considerando que éste es el presidente del Mexican Moment. No sé si la reunión se llevó a cabo, me llegó como un rumor. Pero no me sorprendería que hubiera sucedido. Así, al entender su estrategia de gobierno, empezaríamos también a entender el estilo de liderazgo de Enrique Peña Nieto. A un año y cuatro meses como presidente de México, ya podemos vislumbrar mejor su manera de gobernar. Sí, aún vivimos el Mexican Moment, a pesar de los cuestionamientos de las reformas y el estado de la economía (por lo menos esto lo siguen creyendo los medios e inversionistas internacionales). Pero a los encuestadores de la presidencia no les importa tanto qué piensan los extranjeros, ya que su opinión no se traduce en votos. Las buenas noticias para el presidente son que su estilo de liderazgo sí es diferente al de sus antecesores. Peña Nieto continúa delegando funciones y no busca acaparar toda la actividad del gobierno en Los Pinos, permitiéndole, dentro de lo posible, enfocarse en aquellas políticas públicas que fortalezcan su imagen; además, sigue cogobernando con los secretarios Luis Videgaray (Hacienda) y Miguel Ángel Osorio Chong (Gobernación). Entonces, no debe de sorprendernos que el presidente responsabilice a su gabinete por las malas encuestas y exija resultados o la dimisión en puestos. Este equipo sí se coordina, a comparación de lo que sucedía con el “gabinete Montessori” de Vicente Fox; mientras que con Felipe Calderón no sólo hubo una absoluta falta de coordinación, sino que también faltó experiencia. También parecería que el presidente sigue apostando por que las reformas y sus leyes secundarias en materia de educación, energía, telecomunicaciones, entre otras, eventualmente cambiarán el rumbo del país y así el contexto histórico evaluará favorablemente la administración peñista. La gran interrogante es si su equipo y asesores tendrán la paciencia para soportar el embate mediático y político a corto plazo, ante el estancamiento de la economía y el desbordamiento de la inseguridad. ¿Podrán el presidente y su equipo correr el riesgo de no implementar las reformas, lo que podría generar las condiciones para que el PRI, el partido oficial, tenga una derrota catastrófica en 2015? Algunos pensarían que Peña Nieto estaría más preocupado por el legado histórico y menos por la viabilidad del PRI en los siguientes años. Pero quiero especular que el presidente y su círculo son mucho más pragmáticos de lo que nos imaginamos. Tal vez su apuesta es que el PAN y el PAN continúen con sus guerras intestinas y deterioren su capacidad electoral, lo cual generaría un enorme impacto en la capacidad de los partidos de oposición de obtener votos y curules en 2015. Esto me recuerda lo que dijo el General Sun Tzu hace más de 2,500 años en El Arte de la guerra: “Los que ganan todas las batallas no son realmente expertos; los que consiguen que los ejércitos enemigos se rindan impotentes sin luchar, son los mejores”   *Ana María Salazar fue subsecretaria adjunta de defensa del departamento de defensa de estados unidos; es experta en la relación México-EU.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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