¿Cómo una simple frase de la infancia, repetida miles de veces por mis padres, condujo a toda una estructura en mi forma de relacionarme jerárquicamente?     ¿Cómo el fondo y la forma de lo aprendido afecta nuestro liderazgo y nuestra comunicación? ¿Cómo nuestras competencias pueden ser excelentes y unas cuantas palabras ponen de cabeza la productividad en las organizaciones? ¿Cómo una simple frase de la infancia, repetida miles de veces por mis padres, condujo a toda una estructura en mi forma de relacionarme jerárquicamente? ¿Cómo esa cultura tan cálida en algunas cosas ha permitido el encarcelamiento de la mente de un líder y la oportunidad de alzar la voz propia? Lo textual, lo intertextual y los subtextos del liderazgo aprendido. De todo esto trata este artículo. Existe una educación que supedita al individuo y lo trasciende, aún sin que él lo note, pasándolo de largo como una simple costumbre, resultado de la herencia cultural y la forma del aprendizaje adquirido. Esta supeditación, constante pero inconsciente, afecta, en distintas medidas y proporciones, los núcleos organizacionales y de emprendimiento más de lo que te imaginas. Y te pudo haber tocado a ti, no importando si eres empleado, directivo, gerente, emprendedor o empresario, pues las formas muchas veces no distinguen clases sociales, socioculturales o socioeconómicas. Frases simples y cotidianas de mamá y papá como: ¡Si quieres estar aquí, te vas a quedar calladito! o ¡Es una plática de adultos, cuidadito y hables! Nos inculcaron, aún sin saberlo, una forma de relacionarnos jerárquicamente. Muchas personas en casa  vivieron eso miles de veces, y es que pareciera que crecimos temiéndole al “jefe” en la esquina del rincón y calladitos sólo por quedarnos, sólo por y para “permanecer”, “estar presente”  y “aunque nadie me pele”. En el México de muchos, el aprendizaje fue realmente aprehendizaje (con “h” intermedia): apañado a fuerza y con ambas manos, vinculado a sentimientos profundos e inyectados en la mente con jeringa o dolor de nalgas, mediante una constante repetición. Y muchos, en la realidad, más que respetar a sus padres, les temían. En el mejor de los casos, inculcado mediante un sistema profesional y para algunos lúdico “de sometimiento y chancla” o de “nalgadas de mano pesada”. Y para el peor de los casos sólo tengo que recordarte esta frase popular: “La letra con sangre entra”, así que te imaginaras el poder del aprendizaje, la humillación pública y el miedo de aprender a leer que tienen muchos de nuestros líderes. Todas estas situaciones, producto de la cultura y las costumbres obtusas y tradicionalistas, sin duda generan impacto en la autoestima, provocando formas de sumisión inconscientes frente a jerarquías elevadas. En grados de mayor o menor temor. El caso de millones: la causa más escondida de la timidez. Pero, espera. Lo mejor no se queda aquí. No era necesario que hubieras sufrido de algún tipo de maltrato para aprender estructuras de la cotidianidad, porque la comunicación es formal e informal, verbal y no verbal y aún sin quererlo tiene en sí misma subtextos y, por lo tanto, distintas lecturas, con o sin referentes textuales, en niveles de comunicación y discursivos profundos, propios del análisis de quienes nos dedicamos profesionalmente a la comunicación estratégica, el coaching y la semiología. Las circunstancias de toda una cultura han sido verdaderamente poco propicias para el desarrollo de una comunicación verdadera en materia organizacional y por supuesto todo un reto si hablamos de la proyección del liderazgo. Por ello quiero compartir dos casos: el primero, de un gerente de rango medio alto, y el segundo, de una joven brillante con un gran detallito o pequeño detallote, como ella decía. No sin antes aclarar que ambos permitieron que, en caso de servirle a terceros, se comentara su caso, bajo la condición de omitir el nombre, compartiendo el aprendizaje pero resguardando la confidencialidad de su persona, cosa que siempre hago, si así lo permiten, dado que esto puede servir de aprendizaje o serle útil a terceras personas. Así pues les comparto estos dos casos:   Caso 1 – Una historia constante… Recuerdo claramente el impacto de todos, su mirada de sorpresa de niña y las lágrimas en los ojos tanto de ella, como de muchos, incluyendo al mesero quien resguardaba la puerta y, por supuesto, la frase a sus 39 años: ¡No puedo creer que gritara tan fuerte, yo nunca había gritado! Y todos, los más de 60 (y el mesero quien se escondía para que no lo vieran llorar), notamos cómo verdaderamente nunca lo había hecho, sintiendo todos instantes después, una especie de nudo en la garganta por la gran emoción que circulaba en el ambiente (o como amenaza de Dios a la especie humana, de verdad nunca lo sabré de cierto, el nudo también lo comentamos) Su historia, una historia desgraciadamente como muchas, verdaderamente dura, nunca sabré en qué medida, un día común y corriente, en un ejercicio clásico de confianza y autoestima. (El corachín fue contenido, la búsqueda no tenía la intención de sacar a la luz temas tan personales, frente a sus compañeros de trabajo) Ella, una persona con un desempeño ejemplar, con presentaciones escritas ejemplares, pero sin poder hablar en público. Comentó que su voz siempre, desde que recuerda, había tenido un volumen tan bajo que nunca nadie la oía. Y en 3 ocasiones causa de despido ¿Te imaginas por todo lo que pasó esta chica en su infancia o en su vida? Reflexión: Difícilmente las formas tradicionales de educación impulsan al individuo a reclamar su propia voz, y nos referimos no sólo a pensar en el volumen, sino a pedir incluso que se respeten los derechos más básicos de las personas porque ellas mismas en ocasiones no pueden expresarlo, porque sencillamente, y créeme, muy sencillamente nadie les enseñó a hacerlo. Y es aquí cuando el tema de la autoconfianza, el liderazgo y el respaldo de terceros sale a flote. Yo te pregunto: qué tema crees que hay en algunos casos detrás de: No poder vivir una junta de manera tranquila (pasa y pasa demasiado y te sorprenderías a los niveles que sucede) esto incluso sobrepasa el tema de confianza personal, tiene que ver más bien con sombras jerárquicas físicas y psicológicas (en ocasiones se relacionan perfecto vía telefónica, pero el tener frente a frente para algunos es muy difícil) Puede que sea un tema complejo y duro o tan sencillo que pase frente a los ojos de los demás como algo desapercibido, pero se vive día con día en las organizaciones.   Caso 2.- Palabras más, palabras menos… Hace algún tiempo, un conocido me pidió apoyo para identificar la verdadera causa por la cual uno de sus empleados no estaba pudiendo con su gente a cargo; tenía tres meses que acababa de contratar a este gerente, una persona brillante, egresado con honores de una de las mejores universidades de México y posgrados en el extranjero, con experiencia en algunas empresas y manejo de tres idiomas, manejo de gente, muy buen sueldo y altas competencias en distintos ámbitos. Su situación me pareció particular, el gerente además venía súper recomendado como una persona puntual y enfocada. Tras entrevistarme con él y platicar en la primera ocasión, no detecté nada fuera de orden: distinguía claramente ciertas habilidades gerenciales, era claro y preciso, su autoestima se veía bien, su fortaleza bien, todo bien. Pero algo más pasaba, pues tenía casi 40 personas a su cargo y las cosas no estaban funcionando. Así que busqué platicar con gente a cargo, y ellos sencillamente me comentaban que era bueno, pero que no sabían que pasaba. Gané su confianza, me acerque y le pedí de favor me permitiera verlo en un día laboral. En su trabajo anterior también había tenido gente a su cargo, y él mismo se daba cuenta que las personas no lo estaban tomando en serio. Era la primera vez que trabajaba en planta y el personal que había tenido a cargo por primera vez en su vida era de un nivel socioeconómico y sociocultural más bajo. El primer día no noté nada, pero el segundo hubo un pequeño detalle que desembocó esta historia: Uno de las personas de planta (gente a su cargo) le habló, y tras acompañarlo hasta llegar con él, noté en la situación algo muy raro: ese persona de rango subordinado, tras escucharlo, esbozo una pequeña sonrisita burlona. Algo estaba raro, así que entre el gerente y yo decidimos escribir todo lo que había pasado durante esa breve plática con el subordinado. El resultado fue tan simple que puede causar risa, pero estaba generando un fuerte problema de productividad. El gerente, tras ser llamado por alguien, sencillamente tenía acostumbrada responder con la frase: “Mande, usted”, más adelante pude averiguar que esto había generado en pocos meses un tema de burla entre gran parte del personal de planta, pero por principio nadie decía nada. Llegando al punto de tomarlo en broma como “el mande usted”, descubriendo en muchos casos que desobedecían órdenes, echándose la bolita entre la gente de planta, desacreditando de manera tonta el poder y trabajo de una persona que merecía estar en ese puesto. Reflexión: Ese “mande usted”, sólo lo utilizaba cuando quería ganarse a la gente, cosa que no sucedía con su superior inmediato, ni con muchas personas con las que sencillamente se relacionaba de manera normal. Esto llegó a un tono tonto de burla, pero detrás de muchas formas de comunicarnos, se permea una problemática más profunda. En el caso de él, no existía algún verdadero problema de autoestima, pero la frase per se lo ponía en una situación jerárquica inferior. El poder de las palabras es impresionante. La comunicación es mucho más importante de lo que creemos. Recordemos que fueron los discursos y el aprendizaje de Joseph Goebbels los que suscitaron la muerte de millones de personas. El fondo y la forma son claves en la naturaleza comunicativa, estos aprendizajes pueden conducirnos al liderazgo o a la sumisión. Por ello es que la palabra, en forma y fondo, como vimos en estos casos, es verdaderamente importante, todo por habernos acostumbrado a ello. La comunicación estratégica actualmente ha invadido espacios mucho más allá del poder político y religioso, porque hablar de las interpretaciones de la palabra de Dios es otro tema, porque la comunicación estratégica se ve en mercadotecnia todos los días, y cuando menos te das cuenta. En el ejemplo de este último caso, algo al parecer simple estaba generando un caos en toda la organización, y repercutiendo en el liderazgo de una persona que, sin saberlo, cargaba una cruz a cuestas. Algo que podía parecer una estupidez tuvo que ser trabajado a fondo, haciendo que la empresa invirtiera en Coaching de comunicación estratégica verbal y no verbal para un individuo, que rápidamente supo conducirse y mantener el control emocional para ejercer su liderazgo de manera tajante. Y no porque él “estuviera verdaderamente mal”, sino porque se había acoplado a una forma, resultado de toda la herencia cultural y el aprendizaje, que con frases como estas permean todos los días ámbitos empresariales, ámbitos donde negociaciones millonarias se caen en dos minutos por no saber ejercer una situación de control, comunicación clara y liderazgo, perdiendo una tras otra oportunidades clave.     Contacto: Facebook Sitio web E-mail: [email protected] Twitter:@coachalexmeza       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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