El anuncio de la renuncia de Boris Jonhson en el Reino Unido llegó solo para confirmar una crisis de gobernabilidad que parece haberse extendido a muchas latitudes. 

La crisis de las instituciones globales se pasa ahora a escenarios de complejidad económica que ya se asoman en el panorama internacional.

Con gran preocupación las y los ciudadanos del mundo vemos como los liderazgos muestran gran carencia de empatía y actitud de servicio, pareciera que hoy más que nunca la ciudadanía se encuentra en un estado total de indefensión.

Cuando miramos la hiperinflación en Argentina, el caos político en Sri Lanka, la absurda guerra de Rusia contra Ucrania, las audiencias del expresidente Trump, la antesala de las disputas comerciales contra México por el incumplimiento al TMEC destaca un hilo conductor, los liderazgos tóxicos.

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En todos los casos hay un común denominador, la voracidad, el individualismo, el egoísmo y la falta de empatía.

Liderar en tiempos de crisis, según Jonh Maxwell, requiere una visión positiva del futuro, saber que siempre es mejor decir la verdad, que la forma en la que vivimos la crisis es más importante que el resultado de esta y que poner a las personas al centro es fundamental para fortalecer porque tarde o temprano, la crisis terminará. 

Lo que no terminará es el desprestigio y el daño a la reputación y honorabilidad de los actores vinculados a los liderazgos tóxicos, que en amplia complicidad han sido testigos mudos de los errores, omisiones y daños a las instituciones. 

El servicio público, más desprestigiado que nunca, requiere una reconfiguración que permita regresar a los básicos de la ética en la función pública, a la necesidad de cambiar las agendas personales para dar prioridad a las agendas nacionales. Buscando el bienestar de la ciudadanía, siempre en búsqueda de la satisfacción de las necesidades integrales de la población, su desarrollo y su protección.

La única forma en la que el mundo podrá pasar de la recesión al crecimiento es eliminando la polarización, mejorando los esquemas de gobernanza y de vinculación entre las instituciones, los gobiernos y las personas.

Es urgente la reconfiguración de las estructuras sociales para que el verdadero fin del Estado se cumpla, el bien común. 

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