¿Qué mal crónico tenemos en México? No entendemos bien el valor de la libertad ni la sabiduría de lo colectivo. Creemos que la sociedad o sus individuos son menores de edad que requieren tutela por parte del gobierno, subestimamos el valor del mercado y de las libertades individuales. Repacemos un poco los conceptos. 

Economía de mercado. El gobierno valora al mercado. Se hace “socio” pasivo de las empresas y los trabajadores. Los impulsa a crear riqueza y a competir para luego quitarles un porcentaje de sus ganancias mediante impuestos con diferentes justificaciones, las más clásicas son la seguridad, la justicia, la infraestructura y la defensa del territorio. 

Hay grados de libertad en la economía de mercado. Unos sistemas son muy libres y competidos. En otros, el gobierno introduce su mano con fines “altruistas”, abiertos, para fortalecer la competencia o en casos de crisis como éste. Pero, también puede ser con fines “egoístas”, presionado por intereses privados y ocultos. En caso extremo, esto último se denomina economía de compadres o de cuates. 

En los sistemas más libres se promueve la eficacia, la justificación y la transparencia en el gasto público. En los menos libres el gasto es oscuro y se mueve a discreción por presión de los poderosos: sindicatos, empresarios de peso, partido en el poder, mafias, caprichos. 

En lo individual, los sistemas que respetan más al mercado también respetan más las libertades individuales y, generalmente cuentan con un eficaz sistema judicial que defiende al individuo frente al abuso de otro o del gobierno. Eso es clave. 

Economía socialista. El gobierno se cree empresario y no tolera la competencia. Se convierte en empleador de todos. Cree que un burócrata sabe más que el mercado. Quiebra a las empresas, a los trabajadores y eventualmente al gobierno. Es un sistema que se pensaba en desuso desde 1989, pero que perdura en Venezuela, Cuba y Corea el Norte. El régimen político es dictatorial. No hay libertades individuales ni opción de defensa. 

Economía de Compadres. Se parece a la economía de mercado, pero unos cuantos políticos favorecen a unos cuantos socios para lograr ganancias monopólicas artificiales. Es una economía de mercado a medias, corrupta y perversa. Es es la economía de la mayoría de los países subdesarrollados. Costos públicos, ganancias privadas. 

Se nos juntó lo crónico con lo agudo

Crónicamente, desde el siglo pasado padecemos por una economía de compadres que beneficia a los amigos del presidente, el gobernador y el alcalde. Y una economía de mercado a medias, pues no respeta las libertades individuales, ni valora el papel del mercado, ni contamos con un poder judicial independiente y eficaz que nos defienda. Se valora la intervención del gobierno y de los burócratas por encima de la sabiduría del cliente y del mercado como sistema de decisiones colectivo; no sólo en la economía sino también en temas sociales como la educación y la salud. 

Muchos mexicanos creen entonces que todo empresario es compadre del poder. Esos mexicanos no saben defender su libertad y atacan la de otros y en específico la de la empresa como si toda empresa fuera corrupta y poderosa. La empresa, como el gobierno, son “privilegiados”, pues se han repartido la “riqueza del país” y le “deben” parte del botín a los trabajadores y a los ciudadanos. Dame, dame, dame. 

Este mal crónico se ha agudizado con la ideología estatista-socialista-romántica-setentera-yoista-paternalista-extorsionista que Andrés Manuel López Obrador vende todos los días. El presidente confunde sólo a su conveniencia, pues los compadres políticos, empresariales y sindicales no se han ido, ahora son suyos, ¡ah! pero son para beneficio del “pueblo”, a quien él -y sólo él- conoce y representa. 

En consecuencia, López Obrador se posiciona como dictador de destino epopéyico que se ofende cuando la sociedad mexicana deja de hacerle caso. Sindicatos, gabinete, empresarios, mafias de la droga, periodistas, jueces, legisladores, mujeres y activistas ahora son suyos o están en su contra.  Plata o plomo. 

La depresión económica inminente puede derivar en mayor concentración de poder para el presidente y sus compadres o puede ser una gran lección para el país. La evidencia de lo crónico por lo agudo salta a la vista, aunque algunos tienen mejor vista que otros.  

Lo que sigue es la toma de decisiones y la emergencia de nuevos liderazgos sociales como ya empezamos a verlos. Estamos ante una situación extraordinaria que requiere respuestas extraordinarias. El carácter y la resistencia de los mexicanos y su sistema político se ponen a prueba. ¿Tienen algo que decir los gobernadores, los legisladores y los jueces o vamos solos en la defensa de nuestros derechos y libertades?

Contacto:

*Santiago Roel R. es Director y fundador de Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.

Twitter: @semaforodelito

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