Forbes Por César Martínez Aznárez Poco más de una década atrás, cuando murió su padre, Carlos Berdegué Sacristán tenía a su favor, ante el reto de dirigir El Cid Resort en solitario, el hecho de que se trataba de un complejo hotelero ya consolidado. Pero también cargaba con una pesada responsabilidad: la de llenar los zapatos de la fuerte figura de su progenitor y fundador del grupo, don Julio Berdegué Aznar. Según se lee en los reportes anuales de Grupe (nombre de la tenedora de las acciones de El Cid), Carlos es el director general de la compañía desde 1987. Sin embargo, don Julio era el presidente del Consejo de Administración y fundador del grupo, y se decía que condujo activamente sus empresas hasta el último día de su vida. En una entrevista para la revista Gente Sinaloa, de mayo pasado, Carlos contó que había sido su padre quien lo había entrenado para dirigir al grupo hotelero, y recordó que, a su muerte, lo sucedió como presidente del Consejo de Administración, ello en 2007. Así, sumó los dos cargos principales y acumuló todos los poderes de decisión. El Cid Resort es una empresa familiar. Carlos y sus tres hermanos poseen directa e indirectamente 75% de las acciones. La familia Berdegué fue parte del exilio republicano que el general Lázaro Cárdenas acogió en nuestro país cuando era presidente, en 1939, al finalizar la Guerra Civil española. “Don Julio”, como se le conocía en Mazatlán, Sinaloa, tenía sólo nueve años cuando arribó a México. Se tituló como biólogo, construyó un emporio empresarial pesquero, apoyado, al inicio (según aseguraba), en los ahorros que acumuló como gerente de una empresa empacadora; y luego se reconvirtió al negocio hotelero. Estuvo en la cárcel unos meses, acusado de contrabando de bacalao, aunque un juez desestimó la causa y lo liberó, porque esos supuestos actos, según aseguró en una entrevista al periódico Noroeste, nunca ocurrieron. Don Julio Berdegué es considerado uno de los impulsores del desarrollo de Mazatlán. Fue un miembro destacado de su comunidad y forma parte de la historia mazatleca reciente. Como presidente del Consejo, dejó una empresa consolidada y encaminada, pequeña pero rentable, con rendimientos modestos pero estables. El Cid es una empresa chica en comparación con las grandes cadenas hoteleras: vende 127 millones de dólares (mdd) al año, que provienen fundamentalmente de sus hoteles y tiempos compartidos (que, en conjunto, aportan 90% de los ingresos totales), localizados en Mazatlán (Sinaloa) y en Cozumel y Cancún (Quintana Roo). La referencia comparativa presentada en este análisis está conformada por las 10 mayores cadenas de hoteles del mundo, de las que la más chicafactura 1,800 mdd al año, y la mayor, unos 6,000 millones. La rentabilidad sobre el capital invertido (Roic) de El Cid Resort, promedio de los últimos tres años, es de 4.4%. Con esa modesta tasa, Carlos es más rentable que cinco de los 10 gigantes hoteleros globales. Es más rentable, por ejemplo, que Hyatt (3.8%), pero menos que Marriott (13.1%), ambas con matriz en Estados Unidos. La evolución de la rentabilidad del capital en la presente década es favorable para el ceo de El Cid. En un quinquenio, aumentó 57% su tasa Roic. El porcentaje puede ser engañoso, porque parte de una base de comparación baja: la rentabilidad pasó de 2.8% en el trienio 2011-2013, a 4.4% en el promedio 2016-2018. En puntos porcentuales, el crecimiento no luce tan grandioso: 1.6 puntos de incremento. Carlos Berdegué superó, en rentabilidad, a su padre. Durante los últimos 13 años, con don Julio Berdegué en la presidencia, El Cid había obtenido un retorno promedio sobre el capital de 2.8% (1994-2006). Carlos, en 12 años de operación, y en ausencia de su padre, cosechó una tasa de 3.2% (2007-2018), una mejora muy ligera, pero con tendencia alcista, porque el promedio de los últimos tres ejercicios, como ya se vio, fue de 4.4%. Un indicador del grado de eficiencia de la operación es la productividad laboral, es decir, comparar los ingresos con la cantidad de empleados. Confrontamos a El Cid con la mayor hotelera mexicana, Grupo Posadas, y resultó que el equipo conducido por Carlos Berdegué Sacristán es más productivo, porque genera 33,600 dólares de ingresos por cada persona empleada, frente a 28,300 de dicho competidor. Además, si bien el promedio de productividad del top ten es muy superior, de 254,000 dólares, El Cid, en un resultado sorpresivo, es más productivo que las cadenas estadounidenses Marriott (29,700) y Hilton (22,200). Los gastos de administración como proporción de los ingresos pueden, en ocasiones, mostrar la habilidad de los directivos para cumplir dicha función, ahorrando recursos, sin afectar la calidad de los servicios propios del negocio. En este sentido, por cada 100 dólares que ingresa el grupo, destina 8.4 a los gastos administrativos, mientras que la cadena estadounidense más grande, Marriott, gasta 19.8 dólares; en tanto que el promedio del top ten desembolsa 21.9 (estas cifras son promedios de los últimos tres años). La capacidad del Ebitda para pagar la deuda muestra que la firma es financieramente sana (el cociente Deuda/Ebitda es de 3.3). Sin embargo, la capacidad de negociación con los bancos para obtener menores tasas es una tarea a mejorar, porque el pago de intereses en proporción al efectivo generado es demasiado alto, comparado con lo pagado en la industria. El indicador llamado cobertura de intereses revela que el flujo generado por la operación (Ebitda) en El Cid es solamente tres veces mayor que los intereses pagados, mientras el promedio mundial hotelero es de 3.5; el de América Latina, 4; y, en los 10 gigantes hoteleros, 8.4 veces (un indicador más alto significa que la empresa paga menos intereses). El crecimiento del grupo El Cid durante el último quinquenio fue equivalente a 5.4% anual (tasa anual de crecimiento compuesto de los ingresos expresados en dólares). El promedio del top ten es de 8.4%, con dos empresas que redujeron los ingresos. No es una tendencia de crecimiento explosivo la de El Cid, pero es buena. Sin embargo, ha surgido en el mercado del alojamiento un riesgo creciente: los nuevos modelos de negocio basados en las tecnologías digitales, como Airbnb, la plataforma que permite a cualquier persona rentar su casa o habitación al público usuario, y que en México ofrece más de 70,000 inmuebles, frente a unos 770,000 cuartos de hotel disponibles en el país (Inegi, diciembre 2016). Entre los factores de riesgo del último reporte anual de El Cid, ni siquiera se mencionan las plataformas online; se limita a aclarar, en una nota al pie, que los riesgos enumerados no son los únicos que hay y que los no mencionados podrían tener efectos significativos sobre los resultados… Una enigmática aseveración. Si fuera explícita, de seguro reconocería el peligro que, para la industria hotelera tradicional, significan los modelos digitales, sobre todo su vértigo para imponer cambios. Fuente: Toda la información numérica y gráfica de este análisis fue elaborada con datos de S&P Capital IQ, de las bolsas y comisiones de valores y de las empresas. Te puede interesar: Los inversionistas más poderosos en turismo

 

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