Por Alma Sólis Dos hombres fueron los protagonistas de la que podría considerarse una de las obras de ingeniería más importantes en los últimos años de América Latina: la ampliación del Canal de Panamá. Ellos fueron Giuseppe Quarta, director ejecutivo de Grupo Unidos por el Canal (GUPC), los contratistas, y Jorge Luis Quijano, administrador del Canal de Panamá, quien atiende a los clientes. Su rol no fue menor en la etapa de ampliación. El canal requirió el trabajo de unas 40,000 personas y 300 contratistas. Quarta es italiano de nacimiento, pero ciudadano del mundo. La construcción de grandes proyectos lo ha llevado a China, Brasil, Grecia y Panamá. Durante los últimos 35 años ha trabajado en Salini Impregilo, parte de GUPC, que está conformado además por Sacyr, de España; Juan  Nul, de Bélgica, y Cusa, de Panamá. Es pausado, de frases cortas y cuidadoso al hablar. Por su parte, Quijano es canalero, nombre que reciben los trabajan en la vía panameña, así lo ha sido por 40 años, de los cuales 25 estuvo a cargo de las esclusas. Al iniciar el proyecto del tercer juego de esclusas fue el ingeniero en jefe, hasta que en 2012 ocupó la más alta posición como administrador de la vía. Apasionado en su forma de ser y “hablantín” como se define, confiesa que es de los que necesita decir las cosas en su momento, pero de los que no toma decisiones cuando está estresado. A ellos les tocó liderar la obra desde dos trincheras distintas, a la vez que trabajaban juntos con un mismo fin. Las diferencias entre el contratista y el cliente se vieron marcadas durante casi todo el periodo de construcción debido a los reclamos por sobrecostos en la obra que hoy suman 3,500 mdd. El momento más complicado  El punto de quiebre más fuerte fue a principios de 2014: la relación contractual llevó a paralizar la obra por varias semanas, el contratista estaba en una situación de falta de liquidez, casi a la mitad de la obra, faltando sólo meses para ser entregada según lo acordado en un inicio. “Ver la obra parada fue un momento muy difícil, parecía un pueblo fantasma, los ruidos de las máquinas habían sido suplantados por el sonido del viento que corría, era pleno verano. Me pegaba al corazón para mí y todos en el equipo, tanto trabajo para llegar hasta ahí”, describe Quijano. La huelga se superó y luego de un acuerdo, que entre otras cosas les cedieron la fianza de cumplimiento 400 mdd, le inyectaron liquidez al consorcio y se reiniciaron las obras. Fue entonces que llegó el italiano con la misión de terminar la obra de ampliación del Canal de Panamá. Era mayo de 2014 y el panorama que encontró no fue el que desearía ningún ingeniero, el proyecto no era fácil y no precisamente por los desafíos mecánicos. Ahora que ya están pasando los barcos, Quarta, sentado en su oficia vistiendo con camisa blanca y pantalón de mezclilla, recuerda que lo que encontró era de una moral baja y un clima muy conflictivo con el cliente. “No era una situación fácil para empezar. Cada uno de los que estamos acá trabajamos 110%, 100 no es suficiente, después de unos años toma un precio muy alto desde el punto de vista personal, la gente se cansa, es difícil aguantar el ritmo”, dice Quarta, quien después de dos años de vivir en Panamá asegura que sólo ha conocido la Avenida Balboa que es donde está su residencia, y Cocolí, lugar donde se encuentra el campamento de los trabajadores de la obra. “Ah, un día fui a San Blas”, dice el italiano refiriéndose a la única visita turística que ha realizado en tierras panameñas. En su oficina se puede ver una especie de mural lleno de papeles donde se observan importantes de la obra, entre estas fotos de sus hijos y esposa, además hay un silbato para no olvidar la decisión de dárselos a los encargados de la seguridad luego de un accidente que tuvo lugar en la obra. También se observan un dólar, que fue el ajuste en una obra, una foto del señor Spok, de Stark Trek, que le recuerda su infancia. Una caricatura en la que Quijano intenta tapar con sus manos grietas de las esclusas, y una imagen de lobos con piel de ovejas. También se encuentra en el lugar una camiseta de la selección de fútbol de Italia. En otro punto de la ciudad está la oficina de Quijano, quien suele vestir con perfecto saco y corbata. El director ejecutivo de Grupo Unidos por el Canal no descarta participar en un cuarto juego de esclusas. Su oficina es amplia, ubicada en uno de los edificios más emblemáticos del canal, imponente, todo a su alrededor está en perfecto orden, hay varios gabinetes con libros, varios relojes, sobre su mesa una réplica en LEGO de las nuevas esclusas, regalo de los ejecutivos de esa compañía, entre varios trofeos del canal. Las lecciones que dejó la ampliación  Para el administrador de la vía, del proceso de construcción le quedan muchas lecciones, algunas van desde cómo mejorar las etapas de licitación hasta la importancia de que cuando sean varias empresas las que deban trabajar juntas, éstas ya lo hayan hecho antes,  pues las diferentes culturas empresariales pueden impactar negativamente en el proyecto. “Logramos al final tener éxito. Es una obra que salió muy bien, está  construida y bien diseñada y evidentemente estoy muy orgulloso de ello”, dice Quarta, quien añade que una obra para él es como un hijo, pero definitivamente la del canal estará entre sus hijos favoritos. Para Quarta, hubo un momento especial cuando se llenaron las esclusas en el Atlántico, porque como parte del acuerdo que suspendió la huelga se comprometieron a cumplir una serie de hitos y ese era el último. “Decían que éramos incapaces de hacer una obra como ésta. El hecho de haber cumplido con esto hitos fue una demostración de fuerza del consorcio”, comenta Quarta. Todo parecía estar superado a nivel mecánico, aunque en los tribunales de arbitraje continuaban las disputas y, por lo general, en cada hito de la obra GUPC y la ACP estaban separados. En efecto, se 14 meses, hasta que esta vez fue la mecánica la que falló. “El 15 de agosto de 2015 lo vamos a recordar toda la vida”, dice Quarta. En el momento que se estaba haciendo una de las pruebas más exigentes que involucraban al sello de la compuerta y se puso al más alto nivel de estrés la obra, una cámara de las compuertas estaba llena y la otra vacía, y empezaron aparecer gritas en los quicios. “Sentí mucha decepción, no era algo que esperaba”, indica Quijano, quien asegura que entre todo las cosas que podían pasar no pensó nunca en eso. Su experiencia de trabajar por 25 años en las esclusas anteriores lo hacía conocer bien el panorama, por lo que pensó que de fallar algo serian sellos o ajustes de la maquinaria. Admitió que GUPC puso todos los recursos necesarios para solucionar rápido la situación. Y aunque esto generó otro retraso, fue de dos meses, pero pudieron ser más. Para Quijano, el momento cumbre en la obra fue uno en el que no pudo estar presente. Estaba en Grecia, en el congreso marítimo más importante, mientras en Panamá se hacían las pruebas de las esclusas con el primer buque”. Era la prueba final y todo indicaba que iba a ser un éxito. No se perdió este evento del todo. Monitoreaba las esclusas y gracias a cámaras que él puede controlar. También había un drone en el barco desde donde le enviaban fotos. Una la conserva como protector de pantalla en su teléfono celular. El 26 de junio llegó finalmente y las esclusas fueron inauguradas. “El domingo fue el punto más alto en las emociones, a mi gente le decía: ‘ese día no puede quedarse corto de perfecto’, y siento que fue así, se logró”, considera Quijano. A nivel de ingeniería, Quarta resalta que existe muchos más tecnología de la que se ve. En el canal lo más notorio son las compuertas grandes que son una especie de “super star” del proyecto, pero hay controles en la parte electromecánica, hay mucha logística y tecnología, que no se observa a simpe vista. Para construir las esclusas se necesitaron obras temporarias, como la planta de hormigón más grande del mundo. En opinión de Quijano, lo más importante es el cumplimiento del compromiso que los panameños le dieron a los administradores del Canal de Panamá en el referéndum de 2006. Él seguirá liderando hasta el 2019. Quarta, por su parte, está a la espera de su nuevo gran proyecto. No descarta el interés de participar como grupo en un cuarto juego de esclusas. “¿Por qué no?”, señala.

 

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