El mayor riesgo de la reforma radica en la posibilidad de que las medidas no cumplan el objetivo de aumentar el crédito. Expertos afirman que el volumen de disposiciones puede resultar demasiado complejo para discutir en el congreso.     En los últimos sexenios, los niveles de penetración financiera y financiamiento al sector productivo han sido un tema escrito con tinta roja en la lista de pendientes del gobierno federal. En la administración de Enrique Peña Nieto, la reforma financiera apareció como una de las prioridades, la propuesta del ejecutivo platea cinco ejes: mayor competencia, modificaciones a la banca de desarrollo, mayor otorgamiento de crédito a bajo costo, regulación prudencial y mayores facultades a los reguladores. La iniciativa propone reformar 34 leyes para tener un mejor sistema financiero, sin embargo, de acuerdo con una evaluación del Centro de Estudios Espinoza Yglesias, el mayor riesgo es que, aún aprobada, la reforma no tenga el impacto deseado sobre el crédito pues cabe la posibilidad que, contrario al objetivo, los cambios impliquen un aumento de costos en los financiamientos. “El grupo de expertos convocado por el CEEY consideró de forma unánime quela iniciática apoya la política económica de México ya que constituye un paso para mejorar las condiciones económicas. Sin embargo, la mayoría de los participantes coincidieron en que no se espera un impacto sustancial en el crecimiento del crédito de los intermediarios privados y en la reducción de tasas de interés activas”, explica el informe. Gustavo del Ángel, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas destaca que existen algunos focos rojos a los que la discusión de la reforma en el congreso deberá prestar particular atención: 1.La banca de desarrollo requiere más claridad: Las medidas propuestas son buenas para la operación pero hacen falta esquema más claros y accesibles para la población que no está siendo considerada por la banca comercial. 2.Puede haber un aumento de costos: El obligar a los bancos al cumplimiento de reportes, lejos de transparentar la operación generará mayores costos para el cliente final. 3.Sobrerregulación: Los atributos que se quieren conceder a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los usuarios de Servicios Financieros son obligaciones que le corresponden a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, se corre el riesgo de tener una doble regulación. 4.Efectividad de las garantías: Las modificaciones en materia de ejecución de garantías tendrán un efecto positivo para la operación de las entidades de crédito, pero no se espera que en sí mismas impliquen un incremento significativo en la colocación. 5.Leyes rígidas: Elevar a rango de ley los criterios de Basilea III puede añadir una rigidez innecesaria a los criterios y requerimientos que aún podrían estar sujetos a modificaciones en caso de que surjan cambios en la regulación internacional. 6.Una miscelánea bancaria: Al final del día, el documento del CEEY expone que la reforma financiera es un conglomerado de cambios particulares con el que se corre el riesgo de una inadecuada discusión en el congreso. “Podría ser demasiado material para el congreso y al final del día no queda claro si las medidas propuestas son las más adecuadas para lograr los objetivos que son más crédito y más barato. Existe el sentir de que sólo se trata de una miscelánea bancaria cuando se requiere una transformación estructural. El mayor riesgo es dejar ir una oportunidad valiosa de generar cambios realmente consistentes”, añade Gustavo del Ángel.

 

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