Las emisiones de diversos gasas peligrosos y que más daño hacen a la capa de ozono provienen de varias provincias del este de China.
El año pasado, un observatorio atmosférico en Hawái, Estados Unidos, detectó el repunte de los niveles de triclorofluorometano (CFC-11), un potente destructor de la capa de ozono.
Todo indica que el sector de la construcción de este país usa clandestinamente el CFC-11 de forma masiva, lo que podría ralentizar la recuperación del manto protector de la Tierra.
El este de China ha multiplicado sus emisiones de CFC-11 hasta 13,400 toneladas anuales entre 2014 y 2017, de acuerdo con el diario El País.
La prueba definitiva la han aportado dos medidores situados en Corea del Sur y Japón: al triangular sus datos y alimentar con ellos varios modelos de la circulación del aire han llegado hasta una decena de provincias del este de China.
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