Históricamente, los sindicatos han sido instrumentos de la lucha permanente de clases; los movimientos laborales fueron siempre parte de los mayores avances en la creación de condiciones de vida más justas, la defensa de los intereses, su desarrollo productivo y el respeto a la dignidad de los trabajadores.

La vida laboral se transforma a un ritmo devastador; los procesos se automatizan; las estructuras y las jerarquías se vuelven más horizontales; las organizaciones se actualizan permanentemente; las empresas buscan generar por sí mismas condiciones más sanas y mejores ambientes internos. 

Vivimos en una época digitalizada, con una economía global voraz, competitiva, agresiva e implacable; los trabajadores están cambiando también; han desarrollado un sentido individualista y más independiente; cada vez hay un mayor numero de trabajadores que se consideran autónomos y más afines, leales y cercanos a su empresa que a su sindicato.

En la era de la información, las empresas son descentralizadas; representan economías de escala integradas; cadenas de suministro y logística internacionales; comunicación interna global, equipos multiculturales; procesos industriales automatizados; digitalización; turno extendidos; trabajo a distancia; mercados internacionales y competencia diversificada.

A este contexto se suman los diversos problemas de la actualidad como el stress, la deserción laboral; violencia y la necesidad cada vez mayor de armonización entre la vida personal y la productiva.

De manera particular, los trabajadores jóvenes y las mujeres están redefiniendo la vida de los sindicatos; su percepción es muy distinta a sus predecesores, sus objetivos laborales están migrando y ahora incluyen una perspectiva muy diferente.

A los jóvenes de hoy les interesa su dinamismo; son menos leales, quieren migrar, crecer, desarrollarse, demandan capacitación constante y su agenda requiere condiciones de vida con menos arraigos.

La transformación de las familias acarrea también un nuevo sentido de dinamismo en la carrera productiva, ya no es lo mismo pensar en una familia nuclear; vivienda única para toda la vida; una rutina, arraigos y estabilidad a toda costa; los requerimientos de los trabajadores en materia de salud, educación, deporte, recreación, cultura y servicios también evolucionan.

Para las mujeres es imprescindible una atmosfera laboral sana, equitativa, libre de acoso y hostigamiento; el reconocimiento pleno de sus derechos; oportunidades de crecimiento y remuneración imparcial.

A todos les interesa el desarrollo por méritos personales; una afirmación de la competencia productiva a nivel individual mas que las causas comunes. Quieren prestaciones atractivas, salarios emocionales y soluciones prácticas, eficaces y breves a sus problemas en el trabajo. Organizan comunidades digitales para compartir información sobre las condiciones laborales y -sobre todo- quieren un salario que refleje aumentos constantes y en efectivo.

Por si fuera poco, ni hablar de la vida en el retiro, jubilaciones, pensiones y todo lo que se requerirá en el futuro para hacer frente a la evolución de la pirámide demográfica y su impacto en la economía nacional.

Todo este contexto representa enormes retos para las organizaciones sindicales. Se requiere de organizaciones visionarias, creativas, eficientes e innovadoras que sepan conciliar, negociar y armonizar con las empresas para hacer frente a las nuevas condiciones económicas, preservar la planta laboral; producir más y mejor, responder ante la tecnificación, actualizarse, capacitarse, crecer, desarrollarse y aportar al crecimiento económico.

Es necesario superar las objeciones históricas que pesan sobre los sindicatos. Limpiar la imagen de aquellos líderes anquilosados, permanentes y vitalicios; dejar atrás el pasado de impunidad, corrupción, golpeadores, sindicatos blancos; pactos ilegales; explotación laboral, alineamiento político y sometimiento.

El sindicalismo moderno debe ser protagonista de las nuevas expresiones de la lucha laboral. Una nueva forma de liderazgos orgánicos, democráticos y transparentes. Elecciones abiertas, filiación libre y voluntaria.

Las tareas son muchas, la responsabilidad de conducir la fuerza de la unidad de los trabajadores es del mayor interés para todos los agentes productivos, empresas, empresarios, el gobierno y la sociedad entera.

En suma, se necesitan líderes, sindicatos y centrales de trabajadores que aporten a la creación de comunidades digitales; desarrollo y evolución del talento; que influyan en el ambiente y la cultura productiva, generen emprendedores competitivos; agentes de cambio social; articuladores, integradores y detonadores de la productividad, una mayor eficiencia de la mano de obra y la reconstrucción del tejido social.

Nuestro reconocimiento y felicitaciones a la CATEM por su 10 Congreso Nacional.

 

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