El cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu dice, con mucha razón, que el éxito es impermanente y momentáneo, es un estado por el que todos cruzamos en la vida; en ese tránsito, creo que podemos cometer ciertos “pecados” que juegan en nuestra contra y de quienes nos rodean.

González Iñárritu hablaba de su nueva película Bardo y afirmaba, con relación al personaje principal, su alter ego, que todo aquel que ha llegado al éxito termina descubriendo que aquello es una ilusión.

El éxito, pues, no es una meta, sino un camino que se debe disfrutar y mantenerse en el tiempo.

“Si no nos cuidamos, el éxito puede disminuir la felicidad”, nos recuerda Raj Raghunathan, profesor en la McCombs School of Business de la Universidad de Texas.

De hecho, Raj ofrece una fórmula que describe una lógica que es riesgosa para el bienestar: la felicidad incrementa el éxito, pero sin cuidado el éxito puede disminuir la felicidad.

Por medio de muchos estudios científicos hoy sabemos que las personas felices son más sanas, atractivas, productivas y exitosas, pero este éxito incrementa el riesgo de cometer ciertos errores o pecados que merman esa emoción de felicidad que nos alimenta de energía y optimismo.

Raj nos advierte de tres de los principales pecados del éxito.

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1.- El primero es buscar tener mayor control y poder sobre los demás. Dominar lo que hacen y cómo lo hacen para seguir asegurando nuestra racha personal. 

A nadie le gusta que lo controlen y mantener ese tipo de actitud juega en nuestra contra. Además, anhelar mayor poder puede hacernos infelices.

En lugar de controlar a los otros, lo recomendable es controlar lo que a ti te sucede y tus emociones, medita o practica el mindfulness.

2.- El segundo pecado está muy relacionado con el anterior, es el intentar demostrar la superioridad a los demás, pero es una actitud de los jefes que no le gusta a la gente, pues son percibidos como déspotas y nadie quiere convivir con quien se “cree mucho”.

Es mejor ser humilde, las personas o colaboradores querrán estar más cerca de ti. No controles, trata de fluir. 

3. El último pecado es la tendencia a aislarse de los demás. Es algo muy normal (que no correcto) de quienes más riqueza tienen.

No es casualidad, dice Raj, que este tipo de personas son quienes peor se portan con los demás y quienes más trampas hacen, tanto en un simple juego de mesa como en la vida real. Los autos más caros son tripulados por los conductores más groseros y peligrosos, ¿no?.

Las personas con mayor poder económico tienen en casa el mayor número de satisfactores, por tanto, salen menos y reducen sus oportunidades de conocer a otras personas y percibir lo que los demás sienten. Se aíslan y así achican su visión sobre la realidad.

Está demostrado que compartir es una acción que nos brinda bienestar. Un ejercicio y necesidad para la humanidad es ser amable, especialmente con los desconocidos.

Para que tu felicidad no resulte efímera como una ilusión, evita estos tres pecados en tu relación con el éxito, además de que así contribuirás al bienestar de los demás.

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Contacto:

Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.

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