Una de las posiciones más relevantes en el gabinete presidencial es la Secretaría de Gobernación. En las oficinas del Palacio de Covián han despachado algunos de los políticos de mayor empaque en la historia de la política mexicana y también personajes de la peor ralea. En los primeros colocaría a Jesús Reyes Heroles y a Jorge Carpizo, y en los segundos a Gustavo Díaz Ordaz y a Luis Echeverría. 

Sí, la finura política, aunada al comportamiento ético, no siempre son el camino a la cúspide del poder y, por el contrario, sus antítesis pueden serlo. 

La posición es de la mayor confianza del presidente de la República y la eficacia de los secretarios responde justamente a esa premisa. Quien se encarga de la política interna requiere que su palabra sea la del propio titular del ejecutivo, porque justamente de ahí provendrá su fuerza. 

Esto es evidente y se ilustra con claridad entre la poca eficacia de Olga Sánchez Cordero y las posibilidades que mostró Adán Augusto López Hernández. 

La exministra y senadora tiene cualidades notables, pero nunca contó con el respaldo absoluto de López Obrador, como sí lo tuvo el exgobernador de Tabasco. 

María Luisa Alcalde Luján será la nueva responsable de la política del país y entre otras cuestiones, coordinadora del gabinete, engrane con los gobiernos de los estados y posibilitadora, si así lo quiere el titular del ejecutivo, del diálogo con las fuerzas políticas, incluidas las opositoras. 

A diferencia de Sánchez Cordero, Alcalde Luján sí tiene una cercanía política con el presidente de México, la que proviene de convergencias en el tiempo y de respaldos familiares, como es el caso de la madre de la ahora secretaría –Bertha Luján–, fundadora y presidenta del consejo de Morena y en su momento contralora del gobierno del Distrito Federal. 

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De ahí que el nombramiento de Alcalde Luján pueda ser disruptivo y en el mejor sentido de la palabra. Un enigma, en todo caso, que se dilucidará pronto.

La encomienda de Alcalde Luján es complicada porque le tocará el cierre de la administración de López Obrador y, por ende, el proceso electoral de 2024. 

Para lo primero se requiere de control, para ir estableciendo todo un proceso de entrega del que depende el futuro de quienes ahora integran el gabinete. Que esto llegue a buen fin requiere de astucia política y de firmeza. 

Quien despacha en Gobernación tiene la misión de llevar a buen puerto la nave de las elecciones, propiciando que exista la gobernabilidad democrática adecuada, que se enfrenten desafíos y se mitiguen riesgos. 

Alcalde Luján ya demostró cualidades de negociadora en todo lo que respecta a los capítulos laborales del TMEC, donde la democracia sindical es un factor central, pero también lo hizo en lo que respecta al aumento al salario mínimo y a la no contratación de las empresas outsourcing. 

Uno de los desafíos mayores estará en la política relativa a los Derechos Humanos, la de búsqueda de desaparecidos, las comisiones de la verdad por lo que implican a nivel social. 

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