Por Edmar Ariel Lezama*   Al momento de empezar la segunda semana de marzo, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se encontró con un escenario que no pensó enfrentar en ningún momento de su administración. Dicho escenario es una mezcla de reclamo social, precios internacionales bajos del petróleo y materias primas y una moneda muy volátil cuando se le compara contra el dólar y euro. En lo referente al reclamo social, las mujeres mexicanas se sienten abandonadas por el Estado mexicano, ya que cada día en las conferencias de prensa presidenciales, la agenda de seguridad es nula y los temas de igualdad de género inexistentes. Andrés Manuel sigue anclado en una sociedad vista con una óptica de mediados del siglo XX, en la cual los temas a tratar eran imperialismo, protección al comercio, producción petrolera como mecanismo para obtener divisas extranjeras y alcanzar así el tan anhelado desarrollo nacional. Ese enfoque siempre se debatió en América Latina buena parte del siglo XX, pero hoy, aunque es una referencia histórica, ya no es el tema principal de casi ninguna región del mundo. López Obrador no ha entendido que la agenda social y económica de casi todos los países pasa por temas de igualdad de género y medio ambiente, lo cual conlleva repensar las formas en cómo producimos y cómo aportamos a la economía, para de esa forma alcanzar un desarrollo económico que sí incluya a buena parte de una nación. El hecho de que López Obrador siga aferrado a una soberanía energética y deje de lado la agenda de igualdad y medio ambiente, lo ha puesto en un problema, ya que los precios del petróleo se fijan en otros lados, por lo que México no tiene injerencia en ese proceso y, por ende, se vuelve vulnerable, pues todo pasa por pensar en una dependencia petrolera para alcanzar soberanía, de acuerdo a la visión de López Obrador. México en sus criterios de política económica del 2020 ha fijado el precio del barril a 49 dólares, contratando un seguro por coberturas petroleras, es decir, mientras el precio esté por debajo de los 49 dólares, el restante será cubierto por la aseguradora, pero tan sólo en una parte. El gobierno mexicano argumentando evitar especulaciones de mercado, anunció la ya mencionada cobertura petrolera, pero sin especificar la cantidad a cubrir, por lo que se tiene la certeza de que el seguro dará solamente un porcentaje de ese ingreso, lo que terminará en traducirse en recibir menos dinero y, por ende, recortes a algún programa en lo que resta del año para poder cuadrar las cuentas. Otra afectación del bajo precio del petróleo, es el hecho de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para 2021 tenga que fijar un precio menor a 49 dólares y pagar un monto mayor por la cobertura de ese mismo año, lo que implica que se recaudará de nueva cuenta menos dinero por esa vía, lo cual es un serio problema en una economía que no crece y mantiene estancado el gasto en infraestructura. A la par de los problemas mencionados, la volatilidad del peso mexicano en el corto plazo tendrá impacto en el grueso de la economía mexicana. El primero de ellos será atrasar la construcción de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el tren Maya, ya que esos proyectos están tasados en dólares, por lo cual desde el día de hoy es más caro construirlos en un país que tendrá menos dinero del presupuestado. Otro problema radica en que, al tener una economía con alta dependencia de Estados Unidos, los bienes que les compremos serán más caros por el simple hecho de la devaluación de la moneda. De Estados Unidos compramos en grandes cantidades alimentos, partes para ensamblar vehículos, maquinaría, combustibles, lo cual implica en el corto plazo, que varios alimentos cuesten más respecto a enero de este año, todo dentro de una economía con altas de informalidad laboral, empleo precario y sub ocupación, por lo que, para la población, será cada vez más difícil cubrir sus necesidades básicas. En algún momento los precios del petróleo volverán a cifras cercanas a 50 dólares y el tipo de cambio se estabilizará, aunque no sabemos cuándo pueda ocurrir, por lo que, ante la emergencia económica, es necesario contar con las estrategias adecuadas para hacerle frente. Por lo mostrado en la actual administración, se sabe que no existe una plan que permita sortear este momento, lo cual derivará en el corto plazo en ingresos para la población que no crecen, precios de bienes de consumo que se elevan mes a mes, recortes a programas que cierren la brecha económica entre grupos de la población y dinero desperdiciado en un aeropuerto del cual no se tiene la certeza que se pueda usar, una refinería que busca hacernos más dependientes del petróleo y un tren que podría encarecerse en su construcción todavía más por no contar con todos los estudios necesarios. Todo este escenario puede ser el fin del sexenio de Andrés Manuel, no por que deje el cargo en algún momento de esta crisis, sino por la pérdida de control de la economía, lo cual, significaría de nueva cuenta estancamiento económico, pobreza, derroche de recursos y perder así la posibilidad de transitar de un país con inmensa mayoría en pobreza a uno con mejor calidad de vida. El sexenio continuará, pero ya sin un rumbo claro en lo económico y con una alta probabilidad de fracasar en casi todo lo prometido en 18 años de campaña.   Contacto: Twitter: @edmar_lezama Instagram: edmar_lezama Correo: [email protected]   *El autor es Docente de economía en la UNAM, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía (Posgrado, UNAM). Corredor y fotógrafo amateur en los ratos libres.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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