Un juez federal decidió otorgar en octubre una medida cautelar a favor de una coalición de ambientalistas, productores y científicos que piden paralizar la implantación ya sea experimental, piloto o comercial de maíz genéticamente modificado en México.

 

Reuters

 

Las intenciones de México de lograr sus primeras siembras de maíz transgénico tras años de debates y pruebas volvieron a quedar postergadas por una disputa legal que enfrenta a ambientalistas y al Gobierno en el país considerado la cuna del grano.

Un juez federal decidió otorgar en octubre una medida cautelar a favor de una coalición de ambientalistas, productores y científicos que piden paralizar la implantación ya sea experimental, piloto o comercial de maíz genéticamente modificado en México.

El recurso legal congela las solicitudes de siembra en estudio, pero no afecta los permisos y los cultivos ya en marcha. Ahora, el juez estudiará los argumentos de las partes y decidirá si abre un proceso o no, lo que podría demorar meses.

Según cálculos de los demandantes y de representantes de grandes firmas que esperan luz verde para la siembra comercial de maíz transgénico, un juicio tomaría de uno a dos años.

Con una producción local golpeada por sequías y heladas y que no logra suplir la creciente demanda, las transnacionales esperan desde el 2012 los permisos para arrancar con los cultivos comerciales de maíz transgénico, tras obtener las primeras autorizaciones de siembra experimental en el 2009.

Los detractores del maíz genéticamente modificado alegan que amenaza la salud y pone en peligro a variedades nativas del grano, que podrían ser contaminadas por semillas transgénicas.

“Cada día hay más evidencia de los daños a la salud, de los daños al ambiente, de la importancia de preservar a México como centro de origen libre de transgénicos”, dijo Adelita San Vicente, representante de los activistas demandantes.

Su agrupación asegura que se pueden suplir todas las necesidades locales de maíz con semillas nativas y prácticas de siembra de apoyo a los campesinos.

México junto con China son los únicos dos de los cinco mayores productores mundiales de maíz que no siembran grano transgénico a nivel comercial, aunque en tierras mexicanas hay algunas pruebas piloto. Los otros dos integrantes latinoamericanos de la lista, Argentina y Brasil, ya lo hacen.

 

Transnacionales aguardan

Pero algunas de las grandes transnacionales no pierden la esperanza y creen que la era de los cultivos de este tipo de maíz llegará en México para aumentar la producción y satisfacer la demanda del país de 117 millones de habitantes.

AgroBio, la cara pública de firmas de agrobiotecnología como Monsanto, Dow AgroSciences, una unidad de Dow Chemical, y Pioneer Hi Breed, una filial de DuPont, confía en que el proceso terminará favorablemente para ellos por los años de trabajo previo experimental y de creación de leyes, que ven como de las más completas en el mundo.

“Los productores han sido muy insistentes y muy claros respecto a que esta tecnología no debe seguirse retrasando su acceso oportuno porque los ciclos (agrícolas) no se pueden prolongar por decreto”, dijo a Reuters Alejandro Monteagudo, director general de AgroBio México.

El Gobierno, por su parte, dice que este tipo de decisiones deben tener sustento en la ciencia.

“Estamos buscando el argumento científico. No es cuestión de caprichos (…) Tenemos que hacerlas tomando en cuenta toda la documentación científica (…) Las cuestiones tan trascendentes de producción, alimentación no se resuelven con dogmas”, dijo recientemente el secretario de Agricultura, Enrique Martínez.

 

Más maíz, menos importaciones

México, donde la tortilla de maíz es parte fundamental de la dieta básica, perdió hace unas décadas la autosuficiencia en la producción del grano, por una mezcla de factores que incluye los efectos climáticos adversos como sequías y heladas.

En México se siembran en promedio siete millones de hectáreas de maíz en dos ciclos agrícolas que abarcan más que un año calendario. La producción de maíz el año pasado fue de 22.06 millones de toneladas, un 25% más que en el 2011, cuando registró la más baja cifra en una década.

La mayor parte de los productores mexicanos tienen en promedio cinco hectáreas y siembran el grano para autoconsumo o pequeña venta. En tanto, los grandes productores se encuentran hacia el norte y noroeste del país.

La ley restringe las siembras experimentales y piloto de maíz genéticamente modificado a algunas áreas en estas zonas donde están los mayores productores y quienes son los que solicitan las semillas transgénicas.

Actualmente, México permite la producción comercial de algodón y soya genéticamente modificados.

Pese a ser el quinto mayor productor de maíz en el mundo según la FAO, México requiere importar aproximadamente unas 10 millones de toneladas del grano anualmente -lo que representa en promedio la mitad de su producción anual- para cubrir su demanda.

Y ese grano, comprado mayormente a Estados Unidos, es amarillo transgénico que usa para alimento de ganado y no para consumo humano.

Este año, México compró entre enero y agosto 156,438 toneladas de maíz a Argentina, el tercer exportador mundial del grano y cuya producción es mayormente transgénica.

Simpatizantes del grano transgénico aseguran que es necesario aprobar la siembra comercial pues la superficie agrícola no puede crecer más y es necesario que México reduzca su dependencia de las importaciones.

Mariano Ruiz-Funes, ex subsecretario de Agricultura y quien impulsó el tema en el anterior gobierno, cree que el asunto es tan complejo que es muy difícil para el juez civil que lleva el caso hacer una evaluación adecuada.

“Vamos a perder mucho tiempo, lo cual es muy lamentable; el costo para México va a ser altísimo otra vez de este proceso tan largo, pero ojalá llegue a la Suprema Corte de Justicia para (…) quitar esta incertidumbre jurídica”, subrayó.

 

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