EFE.- La ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2014, Malala Yousafzai, criticó hoy la reciente decisión del Gobierno talibán de prohibir la educación a las mujeres en Afganistán y pidió a la comunidad internacional no reconocerlos mientras “no reconozcan los derechos humanos de las mujeres y las niñas”.

“Hay delegados, representantes de gobiernos, que están interactuando con ellos y deberían presionar para asegurar que la educación de las mujeres es una condición no negociable para el reconocimiento de los talibanes. Creo en las conversaciones de paz, en el diálogo, pero creo que no deberían reconocerles si no reconocen los derechos humanos de las mujeres y niñas”, aseguró la activista paquistaní en el Foro de Doha.

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Malala, que recibió el galardón cuando tenía 17 años, convirtiéndose en la persona más joven en acceder a ese premio, consideró además que en esta ocasión no será tan sencillo que su decisión sea algo permanente, ya que “ahora las mujeres han visto lo que es estar educadas y empoderadas”.

“Hemos aprendido, estamos educadas y es muy difícil para nosotras imaginar no estarlo. Creo que muchas cosas han cambiado y esta vez va a ser mucho más difícil que los talibanes mantengan la prohibición de la educación de las mujeres. Las mujeres continuarán educándose, encontrarán la forma, aprenderán a escondidas, en las calles, no permanecerán calladas”, detalló.

Esta semana, los talibanes decidieron mantener el cierre de las escuelas para las niñas de secundaria pese a sus promesas de apertura y afirmar, en un primer momento, que impidieron la vuelta de las adolescentes a las escuelas de secundaria para “adaptar” su educación a la ley islámica o sharía.

“La educación es la fuente de la esperanza en el futuro ¿Cómo esperan que los jóvenes o una mujer tengan un futuro o un papel en la sociedad si esto es lo único que ven con su decisión?”, destacó durante su intervención en el panel Perspectivas para las mujeres y las niñas en Afganistán.

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Se trata de la segunda ocasión en la que el Gobierno talibán toma esta decisión, después de que durante su primera estancia en el poder, entre 1996 y 2001, los fundamentalistas siguieran una rígida interpretación del islam que les llevó a prohibir la asistencia femenina a las escuelas y a recluir a las mujeres en el hogar.