Forbes  María Reyna / Soprano / Oaxaca
  • Difunde las lenguas indígenas con la técnica de la ópera
Con tan sólo 15 años de edad y un dominio del español de sólo 40%, María Reyna González dejó Santa María Tlahuitoltepec, en la Sierra Norte de Oaxaca, con el objetivo de estudiar canto. Una década después, y tras haber tra­bajado como empleada doméstica en Guadalajara, su voz comenzó a convertirse en una embajadora de las lenguas indígenas, con un género bautizado como “ópera mixe”. A los ocho años, la joven empezó a participar en un gru­po de música versátil que amenizaba bodas y fiestas de XV años, pero luego tuvo que tomar la decisión de salir de su comunidad, pues, de no hacerlo, probablemente su destino hubiera sido convertirse en madre y trabajar en el campo. Ante las circunstancias, una prima la invitó a Guadalajara, donde trabajó en el servicio doméstico, a la par de que cur­só la preparatoria abierta y comenzó la carrera de Canto. Además, estudió canto gregoriano.  
Pero su vida cambió en 2009, cuando llegó a la escuela Elevare. Ahí conoció al maestro Joaquín Garzón, quien le dijo que podía enseñarle otra técnica, porque si seguía con la música popular, sólo sería una más. Tiempo después, en 2012, comenzaron a montar una canción en mixe que se llama “Tääk’Unk” (“Madrecita”), la cual estaba dedicada a su madre, a quien no había visto en dos años, y quien no entiende el español. Decidieron subirla un 10 de mayo a YouTube… y fue un éxito. Como consecuencia, la invitaron a cantar a Oaxaca, donde, por cierto, estaba Palemón Vargas, el autor, a quien le agradó lo que María había hecho con su obra. “Tengo que reconocer que ahí es cuando dije: ‘A esto me voy a dedicar, a cantar en mixe y en otras lenguas’. [Ya] estamos trabajando en la lengua maya, mixteco, zapoteca, náhuatl”, platica la joven. El proyecto se llama “Ópera mixe”. “Existía un dicho que decía, en el siglo XIX: ‘¿Quieres hacer patria? Haz ópera’, porque la ópera da identidad a los pueblos. Por eso es ópera mixe, no porque ahorita haya­mos hecho una ópera como tal, pero sí es nuestro objetivo: llegar a tener alguna representación de alguna de nuestras fabulosas leyendas”, puntualiza Garzón. Las redes sociales cambiaron la vida a María y pronto vi­nieron presentaciones en sitios como el Castillo de Chapul­tepec, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y en diferentes estados, así como una en Chile, al igual que tres invitaciones a Nueva York, a las que no pudo ir porque le rechazaron la visa. Desde hace unos meses está viviendo en la Ciudad de México, con la finalidad de aumentar su proyección, además de trabajar en los últimos detalles de su primer disco, el cual tendrá alrededor de 12 canciones en mixe, mixteco, zapote­ca y maya. Si todo sale bien, el material saldrá a la venta en estos días de diciembre.

 

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