Cuando era candidata a CEO, Mayer propuso recortar la plantilla laboral de Yahoo de 14,000 a entre 7,000 y 9,000 empleados. Hoy se retracta, ¿cuáles son sus motivos?   Por Jeff Bercovici   Es difícil hablar de Marissa Mayer sin hablar en términos de percepción frente a realidad. A lo largo de su carrera, Mayer ha hecho un trabajo artístico administrando la primera, como nos recuerda un nuevo perfil de la ejecutiva escrito por Bethany McLean, de Vanity Fair. Durante sus años en Google, Mayer, ya sea de manera premeditada o no, logró obtener crédito por aspectos del negocio con las cuales tenía poco que ver. Su Su contratación en Yahoo fue considerada por la prensa y los inversionistas como un golpe enorme, a pesar de que según muchas versiones, Google ya no le llenaba más. Al presentar su plan para impulsar el renacimiento de Yahoo, ha tendido a enfatizar aspectos que no aplican al core business de la empresa, la publicidad (que aún tiene que aumentarse), sino a su reputación, sobre todo dentro de la industria de la tecnología, como un aumento de currículums recibidos y también de los índices de satisfacción de los empleados, entre otros. “Algunos CEOs se preocupan por el dinero, otros, por las métricas, otros más por los juguetes”, dijo a McLean alguien en Yahoo. “Ella se preocupa por la percepción pública.” (Esta misma fuente privilegiada dice que la principal preocupación de Mayer durante la negociación de su pago con la junta directiva de Yahoo era asegurarse de que pareciera que ganaba más que en Google.) El cuidado de la imagen forma parte del trabajo de un CEO, uno de los más importantes, de hecho. Es fácil señalar ejemplos de directores generales que han terminado mal parados dando poca importancia a esa parte del trabajo, pero Mayer parece tener claro y para ella es de suma importancia. McLean escribe:
De acuerdo con varias fuentes, Mayer había dicho en su plan de negocios [presentado cuando era candidata] que la plantilla de Yahoo, de 14,000 personas, debía recortarse a entre 7,000 y 9,000, pero en el otoño se negó a hacer los despidos, con el argumento de que la cultura era demasiado frágil para soportar los despidos. Lo que más molestó a algunos miembros del consejo, entre ellos [en aquél entonces aún miembro del consejo e inversionista Dan] Loeb, es que ella negara a hacer ningún análisis. “¡Fue su ofrecimiento [original]!”, dice una fuente cercana. “Habría estado bien que ella dijera ‘Me equivoqué, aquí está el análisis’, pero no ofreció ningún dato. Varias personas dicen que creen que el problema es que Mayer quiere ser vista como una salvadora, y los salvadores de hacen despidos.
Quizás Mayer tenga un complejo de salvadora, o tal vez, en una lectura más empática, en verdad está preocupada por el aspecto moral. No importa. Es cierto que no hay nada más desmoralizador para un empleado que trabajar para una empresa que está atrapada en ciclos interminables de despidos cada pocos trimestres, pero no hacerlos tiene costos también, costos que van más allá de los salarios, planes de seguros y los iPhones de los trabajadores en cuestión. Los empleados improductivos no sólo son un peso muerto, son un obstáculo activo, un drenaje por el cual se van el tiempo y los recursos de toda la organización. Programan juntas a las que los trabajadores productivos tienen que asistir y siempre que pueden acaparan el micrófono, con la esperanza de que todos los demás confundan su verborrea con productividad. He aquí una forma mayerística de verlo: Cada catálogo de supuestos agravios contra Mayer, incluyendo el de McLean, señala que enfurece a sus colegas haciéndolos esperar. En especial, a Mayer le gusta hacerlo en horas de oficina, en las que la gente a veces debe hacer fila por horas para una audiencia. ¿Qué hacen esos miles de empleados innecesarios? Están de pie allí mismo, en fila, haciendo la espera más larga para todos, evitando que la gente con ideas valiosas las compartan. La diferencia entre una plantilla de 14,000 y una de 7,000 o 9,000 no es trivial. Se trata de dos compañías muy diferentes, dos culturas muy diferentes, para usar una palabra que a Mayer le gusta. Mayer podría querer hablar con su adquisición estrella, David Karp, sobre esa diferencia: Como fundador de Tumblr, Karp era contrario a aumentar su plantilla de colaboradores a sabiendas de que es casi seguro que el precio a pagar por ello es una falta de dinamismo. Quizás Mayer cree que podrá equilibrar gradualmente la fuerza laboral de Yahoo. Despedir a 7,000 personas o más a la vez puede de hecho ser peor para la moral. Aún así, una cosa es valorar la percepción y otra muy distinta valorarla por encima de la realidad. Si Mayer realmente cree que Yahoo tiene el doble de los empleados que necesita, está cometiendo un error terrible al dejar las cosas como están.

 

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