Por ley, ahora los trabajadores mexicanos tendremos más días de vacaciones, sin embargo prevalece un problema delicado: muchos somos incapaces de desconectarnos del trabajo.

Es un problema que se deriva de la cultura organizacional, de malos hábitos de los individuos y del deficiente manejo de las emociones.

El reto de convertir en un verdadero descanso el tiempo libre al que tiene derecho el colaborador tiene muchos años, pero se ha ido agravando conforme mejoraron las comunicaciones e irrumpieron los servicios de mensajería instantánea y redes sociales.

Lo peor llegó con la pandemia. Las fronteras entre el trabajo y la vida privada fueron borradas de tajo. Los jefes empezaron a abusar del tiempo de sus equipos, pero también muchos colaboradores contribuyeron con su vicio de estar al tanto de lo que pasa cuando no están presentes en el centro laboral.

Las organizaciones, líderes y colaboradores tienen sus propios desafíos.

Las áreas de talento deben estar al tanto de que las personas tomen sus días de asueto y de que sus líderes y compañeros no los molesten durante ese tiempo. Con una buena administración este punto debería quedar saldado.

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Queda pendiente lo más difícil: erradicar los vicios personales de jefes y de los propios colaboradores.

Muchos de los que salen de vacaciones suelen llamar a la oficina durante su periodo vacacional para saber si todo marcha bien, y utilizan las redes sociales y mensajería instantánea para tratar de detectar cualquier “situación” a través de los perfiles de sus compañeros.

No falta quien se lleva su laptop o algunos papeles “por si surgen dudas del jefe”.

Algo más común con la naturaleza humana, es que nuestros pensamientos nos devuelven constantemente a los problemas del trabajo. No sabemos estar en el aquí y ahora, lo que impica no saber disfrutar el descanso.

Pero los jefes y compañeros tampoco ayudan. Recurren a llamadas o mensajes a cualquier hora para disipar dudas o problemas pequeños, cuando podrían esforzarse un poco para evitar interrumpir un reposo merecido… y necesario.

El descanso y la diversión abonan a la felicidad de los individuos, y ese estado de bienestar contribuye a su productividad y creatividad que se refleja en los resultados de las organizaciones donde laboran.

Hace unos días, una nota de Forbes destacaba información de la OCDE que mostraba cómo México es el país donde sus trabajadores laboran más horas, un gasto de tiempo que no se refleja en productividad.

Las organizaciones y los líderes debemos cuidar a las personas. Ellas son las que crean, innovan, mejoran la producción o cierran los contratos.

Para mantener esa energía fluyendo, así como la salud física y mental de los colaboradores, es necesario su descanso. Sin ese remanso estamos afectando su vida y los resultados de la empresa.

Unas vacaciones pueden agotarnos físicamente, realizamos actividades que normalmente no hacemos: nos transportamos por horas, caminamos, comemos, bebemos, bailamos, cantamos, platicamos por más horas continuas a las que estamos habituados, pero es un cansancio que nos enriquece de experiencias y que nos refresca las ideas.

Sin duda, creemos que debemos ser responsables y entusiastas con nuestro trabajo, pero cuando llegan las vacaciones también debemos comprometernos con desconectarnos.

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Contacto:

Rosalinda Ballesteros, es Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio

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