Por Luis Foncerrada Pascal* Prácticamente todos los especialistas nacionales y extranjeros han corregido a la baja los pronósticos de crecimiento económico para México. Incluso, en algunos casos se anticipa que en el 2019 el avance del PIB podría ubicarse por debajo del 2.0%, lo que no fue bien visto por el nuevo gobierno quien calificó, en algunos casos, de estimaciones poco serias, asegurando que la economía mexicana crecerá por arriba del 2.0%. Los pronósticos macroeconómicos dependen de diversos factores, tanto internos como externos, de tal manera que en función de lo que vaya sucediendo en estos ámbitos, las estimaciones se irán ajustando, ya sea a la baja o al alza. Hasta ahora, la percepción generalizada apunta hacia un aumento de riesgos para la economía, lo que ha generado ese ajuste a la baja en las estimaciones de crecimiento. De acuerdo con los resultados de la más reciente encuesta de especialistas en economía del sector privado que realiza el Banco de México (diciembre 2018), el pronóstico promedio de crecimiento del PIB para el 2019 se ubicó en 1.89%, después de que en octubre se anticipara un avance de 2.15%. Asimismo, el consenso de la encuesta del IMEF de enero del presente año muestra un ajuste a la baja al anticipar un crecimiento de 1.7%, después de que en octubre el pronóstico era de 2.0%. No obstante, la variación más drástica ha sido la de Bank of America Merrill Lynch, que redujo su estimación de 2.0% a 1.0% para el 2019. Dentro de los factores externos considerados por los especialistas, la mayor atención se concentra en el comportamiento de la economía de los Estados Unidos, ya que después de que en 2018 reportó un crecimiento cercano a 3.0%, respondiendo en buena medida al impulso proveniente de la instrumentación de la política fiscal de reducción de impuestos impuesta por el presidente Trump al iniciar su mandato, se prevé que su dinamismo en 2019 disminuirá dados:
  • El mantenimiento de su política monetaria restrictiva.
  • La intención de la Reserva Federal de continuar con el alza de tasas de interés.
  • El efecto que pueda generar el cierre parcial del Gobierno
  • El proceso de la aprobación del T-MEC en el Congreso.
Aunado a esto, existe preocupación por un menor ritmo de crecimiento en Europa como consecuencia de la incertidumbre del sector empresarial frente a la actividad política que prevalece en temas como el Brexit, la situación en Francia y Alemania. Finalmente, está la incidencia que pueda tener la lentitud con que sigue creciendo la economía japonesa y la disminución del ritmo del avance de China, lo que en conjunto puede impactar negativamente el flujo de comercio mundial y evidentemente en la actividad económica de diversos países, entre los que se incluye México. En el ámbito interno, la incertidumbre sobre las políticas que instrumenta el nuevo gobierno ha ido aumentando significativamente. Algunos factores que han elevado la cautela sobre el ritmo de avance de la actividad productiva del país han sido la cancelación del NAIM, la discusión alrededor de intervenir la autonomía de Banco de México, la ausencia de un análisis claro de la rentabilidad social y económica de algunos proyectos como el Tren Maya, la falta de estrategia para enfrentar el robo de combustibles, y la propuesta de una guardia nacional con liderazgo militar. Aunque hasta el momento no hay datos duros definitivos que reflejen el costo que podrían tener estas medidas, algunas estimaciones indican que el costo monetario será elevado, como por ejemplo los cerca de 200 mil millones de pesos que costará la cancelación de contratos del NAIM y las obras alternas en Santa Lucía y el AICM. Sin embargo, en este tema el mayor costo será lo que se deje de percibir por no tener un aeropuerto de esta magnitud, que puede representar algunos puntos del PIB. En cuanto al combate al huachicoleo, hay estimaciones que señalan que el costo de hacer frente a este problema mediante la estrategia de un cambio en la logística de distribución, cerrando ductos y utilizando carros tanque para el transporte de combustible, podría ser de casi 24 mil millones de pesos, esto en función del tiempo que se requiera para normalizar el suministro. Otras opiniones consideran que el impacto podría ser equivalente a tres décimas del PIB. Si bien este efecto puede considerarse marginal en un entorno en el que se estima un crecimiento económico inferior al 2%, es evidente que dejar de crecer tres décimas de punto en un ambiente de incertidumbre interna y bajo crecimiento mundial, puede tener un impacto negativo en el bienestar de la población, toda vez que podría ser equivalente a dejar de generar aproximadamente 60 mil nuevos empleos. Además, se debe tener en cuenta que el Banco de México podría seguir una política restrictiva como respuesta, por una parte, a la dinámica de la política monetaria de la Reserva Federal y por otra, para evitar que la inflación interna continúe en ascenso. Si bien el primer año de cada sexenio se observa un menor ritmo de crecimiento como consecuencia del proceso de adaptación del nuevo equipo de gobierno y de la cautela empresarial ante los cambios en la política económica, es evidente que en esta ocasión tanto la curva de aprendizaje de las nuevas autoridades, como la preocupación empresarial pueden extenderse por más tiempo. Esto aumenta la posibilidad de que en esta ocasión el crecimiento del primer año de gobierno pueda ser negativo. La inversión productiva es motor del crecimiento económico de México; generador de empleos formales y oportunidades. Construir una imagen de país seguro y respetuoso de las reglas del juego es indispensable para fortalecer el Estado de Derecho, generar confianza y certeza jurídica a la inversión. Además, conduce a mejorar la seguridad y generar un círculo virtuoso para el desarrollo de México. *Asesor Económico de American Chamber/Mexico   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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