México está viviendo uno de los periodos más violentos de su historia moderna: cada mes se descubren fosas clandestinas con decenas de osamentas; los asesinatos, secuestros y extorsiones aumentan; las cárceles están saturadas y son, en realidad, escuelas del crimen, más que centros de rehabilitación. ¿Y la justicia federal, estatal y municipal? Rebasada, paralizada, desactualizada, corrompida, controlada, minimizada. A nivel familiar y escolar, la situación es alarmante: el 40% de las mujeres casadas (con más de 10 años de matrimonio) ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja; México ocupa el primer lugar de bullying en el mundo, el cual afecta a 15 millones de estudiantes; el grado de violencia en las escuelas se ha recrudecido hasta orillar a muchos adolescentes al suicidio o a transferir su agresión contenida hacia otros. También, el número de delitos sexuales sigue en crecimiento, sumando, en el año 2017, más de 37,000 denuncias. Muchos enfoques se han intentado, el más agresivo de los cuales ha sido mandar al Ejército a las calles. Yo soy pacifista; creo que las mejores estrategias para disminuir la violencia son las pacíficas. Desde mi punto de vista, violencia engendra más violencia. Por ello, en conjunto con la asociación civil que cofundé, México Sí Merece, identificamos y promovemos estrategias pacíficas para ayudar a disminuir la violencia individual, familiar, escolar y laboral en calles y cárceles. Entre tanta investigación, identificamos una línea de estrategias que en México poco se ha intentado, pero que comienza a dar resultados en otros países: mejorar la nutrición. Decenas de estudios indican que, entre mejor nutrida está una persona, menos violenta será. En México rompemos récord en violencia, y también en malnutrición. La correlación es evidente. Somos el consumidor número uno de azúcar en el mundo: cada mexicano ingiere 163 litros de refresco al año, más dulces, chocolates y panecillos azucarados; al mismo tiempo, somos un país fanático de las grasas animales y de las harinas. La combinación de estos tres hábitos, totalmente documentados, que provocaron la declaración de emergencia nacional por casos de diabetes y obesidad en el país en 2016, están correlacionados con la hipoglucemia. Muchos científicos, como el doctor Ron Prinz, en Estados Unidos, han comprobado, desde hace 20 años, que, a mayor nivel de hipoglucemia, más tendencia a la violencia en una persona. Estudios desarrollados en cárceles han identificado que, cuando se mejora la alimentación de los reclusos, agregando más verduras, frutas, semillas y granos, el comportamiento agresivo disminuye. En un centro infantil en Oklahoma, cuando redujeron la cantidad de azúcar, grasas animales e hidrogenadas en la dieta para niños, su conducta mejoró hasta en un 43%. La buena nutrición es fundamental para que los niños mexicanos pongan atención en la escuela, crezcan fuertes y sanos, y también para que sean menos agresivos. La buena nutrición es vital para que adolescentes y jóvenes se desarrollen bien y logren los objetivos que les apasionan, pero también para que presenten mejor comportamiento con sus compañeros. La buena nutrición es importante para que los adultos seamos sanos, productivos y creativos, pero también para que actuemos más pacíficamente con nuestras parejas, hijos y otros ciudadanos. Es hora de que el gobierno, en sus tres niveles y en los tres poderes, realice una acción contundente para definir leyes y reglas claras que promuevan la buena nutrición de los mexicanos y mexicanas. Es hora de que las empresas productoras de alimentos reduzcan los niveles de azúcar, sodio, grasas animales e hidrogenadas en sus productos. Es hora de que los padres de familia pongan atención en la alimentación propia y la de sus hijos. Es hora de que los médicos no sólo receten medicamentos, sino también buena nutrición. Es hora de que las escuelas cumplan las regulaciones vigentes en materia de alimentos en cafeterías. Es hora de que mejoremos la nutrición de México. Es por el bien de todos. Es para disminuir la violencia.   Contacto: Correo: [email protected] Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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