Por Adolfo Laborde* Un cambio de régimen político no necesariamente implica un giro en la política económica. El caso chileno es un ejemplo de ello con la alternancia política entre la izquierda y la derecha en los últimos años, sin embargo, México no es Chile. Esto viene a colación por los distintos debates y declaraciones encontradas por varios actores políticos y miembros de la comentocracia en México, luego de la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador hace unos días, y sus criticas al sistema neoliberal que nuestro país ha seguido en los últimos años. Antes de abordar el tema del neoliberalismo, se debe de entender al propio liberalismo, que está relacionado con la emergencia del moderno Estado Liberal. John Locke, en el siglo XVII, identificó un gran potencial para el progreso del ser humano dentro de una sociedad civil moderna y una economía capitalista. Durante la época de la ilustración, la contribución al liberalismo descansó en las ideas griegas relativas a que los individuos son seres humanos racionales y que tienen la capacidad para mejorar su condición a través de la creación de una sociedad justa. Si esto no se logra, la falla se encuentra en la falta de instituciones adecuadas. En este sentido, para realizar un análisis de la teoría liberal se identifican principalmente dos periodos históricos clave: la primera y la segunda guerra mundial (Maldonado, 2013). En la primera se ubica el liberalismo utópico o idealismo y en la segunda se identifica una evolución dentro de la misma teoría liberal la cual se denomina teoría neoliberal, que de acuerdo a los autores Jackson y Sorensen (2003), el neoliberalismo debe entenderse como la complementariedad de 4 enfoques liberales que tuvieron su propia evolución, para dar como resultado lo que conocemos como neoliberalismo. De esta forma, es importante que el neoliberalismo integre los 4 enfoques que son: el sociológico (es decir, las relaciones entre las personas son más cooperativas y promotoras de la paz), el interdependiente (dependencia mutua), el institucional (los Estados son actores racionales que se esfuerzan en maximizar sus intereses bajo las condiciones de anarquía a través de instituciones) y el republicano (las democracias liberales son más pacíficas y respetuosas de la ley en comparación de otros sistemas políticos). Como se observa, el liberalismo clásico o el neoliberalismo va más allá de un sistema de organización económica denominado capitalismo, se trata, además de ello, de una concepción de la ley y de la organización (nacional e internacional), de instituciones fuertes en las que descansan las democracias modernas. Denostarlo o limitarlo a una simple apreciación económica, sería negar las aportaciones que este sistema ha dado a la humanidad. Como todo sistema donde hay participación del hombre, han habido excesos, errores y deformaciones, empero a ello, a diferencia de otros sistemas de organización económica y política, la evolución del individuo como ente racional y su capacidad para mejorar su entorno, desde una perspectiva neoliberal, está en juego todavía. En este contexto, las libertades individuales y sus nuevas dinámicas globales también juegan un espacio importante en los diferentes ámbitos de interacción política, económica y social. Los ejemplos internacionales sobran para ilustrar que el neoliberalismo aún se encuentra en evolución y que nada está escrito en piedra. *Doctor en Relaciones Internacionales. Profesor Investigador de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.   Contacto: Corrreo: [email protected] Twitter: @adolfolaborde71 Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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