México está rezagado en su transición energética, en un momento en el que la transmisión de energía eléctrica desempeñará un papel fundamental en la descarbonización de Latinoamérica, de acuerdo con la agencia Moody’s.

“Entre las economías más importantes de América Latina, México se está quedando atrás en sus planes de transición energética, ya que no ha realizado suficientes inversiones en transmisión”, indicó en su más reciente reporte de Moody’s Investors Service.

La calificadora opinó que el país no cuenta con “planes robustos” de transición y previó que mantenga el uso de energía termoeléctrica con un peso importante dentro de su matriz energética, con lo que depende en gran parte de las importaciones de gas natural desde Estados Unidos.

Moody’s recordó que México no permite por ley que privados inviertan en la transmisión, uno de los principales esfuerzos que requiere el país.

Sin embargo, apuntó la calificadora, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresa eléctrica del Estado que tiene el monopolio legal sobre la transmisión, anunció planes de inversión en 2023 de más de 7,000 millones de dólares en líneas de transmisión hasta 2029.

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“Esta cifra también incluye alrededor de 750 millones que la CFE necesitaría para invertir en un proyecto destinado a expandir las líneas de transmisión en las regiones del noroeste, norte y oeste de México”, remarcó.

Con estas inversiones, México y Brasil se convierten en las dos naciones latinoamericanas con los mayores planes de inversión en transmisión, por encima de Argentina, Colombia, Chile y Perú.

En este panorama, Moody’s también advirtió que el desarrollo de las redes de transmisión no sigue el mismo ritmo que la expansión de energía renovable, por lo que consideró que los países de la región deberán desarrollar pronto esta infraestructura.

Esto, para mantener la expansión de la capacidad de despacho, “al menos en paralelo con la generación de energía”.

Además, Moody’s estimó que, ante los complejos procesos de planificación y aprobación, las condiciones económicas y los desafíos sociales, los plazos de ejecución de obras de este tipo podrían superar los cinco años para la transmisión, en comparación con tres años para proyectos eólicos o solares.

Y explicó que la rentabilidad de los proyectos ha cambiado por las altas tasas de interés, la inflación y la volatilidad de la moneda, lo que reduce márgenes de rentabilidad y aumenta la presión sobre las estructuras de capital de los operadores, que “deben tomar más deuda para obtener la misma tasa de rendimiento”. 

Con información de EFE

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