Por: Roberto Zapata

En su reciente gira por Asia, el presidente Joe Biden anunció, con otros 12 países de la región, la iniciativa para negociar un marco económico Indo-Pacífico para la prosperidad (IPEF en inglés). Esta iniciativa se explica por la presión, tanto interna como de ciertos aliados de Estados Unidos, para contar con un liderazgo más claro y estructurado de ese país en Asia-Pacífico, tras el vacío generado por su retiro del entonces llamado TPP, y ante la presencia cada vez más asertiva de China. 

EL IPEF prevé negociaciones en torno a 4 pilares: (i) comercio, y economía digital; (ii) cadenas de suministro resilientes e integradas; (iii) energías limpias e infraestructura; y (iv) combate a la corrupción y la evasión de impuestos. No se espera que todos los integrantes de esta iniciativa participen en los 4 pilares, sino que haya flexibilidad para decidir en cuáles hacerlo. Contrario al atractivo que ofrece un TLC, el IPEF no prevé negociar apertura de mercados de forma preferencial, dada la falta de consenso político en EUA para ofrecer concesiones al respecto. 

Aun con sus limitantes, esta iniciativa contiene consideraciones estratégicas. Factores que no estaban presentes hace 5 años, como la guerra comercial EUA-China, la pandemia, y el impacto comercial del conflicto Rusia-Ucrania; el interés de acelerar la adopción de reglas cada vez más liberales para el comercio digital; y la expansión de estándares laborales y ambientales más estrictos, serán centrales en las discusiones del IPEF. 

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El IPEF podría ser un enfoque novedoso para crear consensos sobre ciertos estándares que, aun sin la ambición de tratados como el CPTPP o el T-MEC, sirvan como referencia en el diseño de reglas futuras. Ello no es menor, sobre todo ante recurrentes disrupciones en las cadenas de suministro, que exigen mayor coordinación, acceso ininterrumpido a insumos clave, y respuestas rápidas ante imprevistos.

El IPEF no incluye a México, uno de los dos mayores socios preferenciales de EUA, aun cuando la apertura comercial de México, con EUA como mercado ancla, lo convirtió en un jugador relevante en las cadenas globales de valor. Por ello, resulta difícil pensar en una cadena de suministro fluida, resiliente e integrada en el Indo-Pacífico, si México no está alineado a éste o cualquier otro esquema que contribuya a tal efecto. 

Razones habrá para no haber considerado de inicio a México como parte del IPEF. Pero si EUA de nuevo está planteando una agenda comercial para Asia-Pacífico, y México no es parte de ella, eso motiva a la reflexión sobre las acciones de política comercial que nuestro país debería articular hacia adelante. Y la responsabilidad no se reduce sólo al sector público. Si el sector privado mexicano aprendió una lección a raíz de las negociaciones comerciales recientes, es que es peor dejar que las cosas sucedan y luego ser reactivo. Por ello, el sector privado debe tomar un rol propositivo para maximizar los beneficios que derivan del comercio internacional, e impulsar una agenda asertiva hacia adelante, siendo que las cadenas de suministro confluyen en nuestro territorio. 

Nuestro país tiene opciones. Corea del Sur lleva años planteando a México una asociación estratégica, con una lógica de complementar cadenas de suministro. Otras instancias, como el comité de mejora de negocios con Japón bajo el acuerdo bilateral, o la propia Comisión de Libre Comercio del T-MEC, tendrían que profundizarse con la misma lógica.

Ciertamente, los retos en México parten del ámbito local –nunca ha sido diferente–. Pero México, a pesar de las señales que se envían desde el interior, se mantiene en la mira de inversionistas, gracias a un entorno mundial crecientemente geopolítico, que rebasa por mucho la realidad mexicana. Si México no es capaz de aprovechar a plenitud esta ventana que el mundo abre, dejará pasar una oportunidad única para posicionarse ante el reordenamiento global.

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Contacto:

Roberto Zapata, Socio en Consultores Internacionales Ansley

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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