Vivimos en dos países diferentes: el rico y el pobre, el conectado a la economía mundial y el aislado y provincial, el pujante y el pasmoso, el que quiere valerse por sí mismo y el que espera milagros y dádivas, el de empresarios independientes y el de compadres del poder, el de instituciones fuertes y el de caciques, el de economía productiva y el de economía extractiva, el productivo y el de subsistencia. 

El más rico suele ubicarse en el norte, el bajío y el altiplano, el más pobre en los trópicos, pero hay sutilezas y combinaciones. Las causas no son nuevas. Jared Diamond, el biólogo, lingüista e historiador, nos da la pauta en su clásico Guns, Germs and Steel (Armas, Gérmenes y Acero, premio Pulitzer 1998).  Las zonas ricas y exitosas del planeta son aquellas en donde se domesticaron animales y cultivos con mayor éxito en los últimos 12 mil años. Estos países se ubican en Eurasia y luego, en zonas de climas templados que pudieron incorporar esos cultivos con éxito como Norteamérica, el sureste de Australia y Nueva Zelanda. 

La domesticación derivó en un excedente de comida, especialización de profesiones, gobierno central, lenguaje escrito, y por supuesto: las armas, los gérmenes (derivados del convivio masivo con animales domésticos) y el acero. Con esos elementos, dominaron el mundo. 

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En América, sólo México y Perú domesticaron animales y cultivos. No había muchas opciones solo guajolotes, perros y llamas.  Ambos lograron gobiernos centrales, pero solo México desarrolló lenguaje escrito; los Incas no lo tenían. Ambos sucumbieron ante el acero, los caballos y las enfermedades euroasiáticas como la viruela y el sarampión. Europa llevaba milenios de ventaja. Unos cuantos hombres a caballo con espadas y muchos gérmenes en el cuerpo vencieron con relativa facilidad a “imperios” con armas de piedra y madera. 

México, por vecindad, se ha insertado medianamente en ese mundo moderno; sin embargo, aún batalla con sus instituciones y su mentalidad. Las instituciones, por cierto, no caen del cielo, se dan, justamente en las sociedades con mayor experiencia de gobierno.  

Aunque el México precolonial tuvo gobiernos centrales y luego adoptó el de España, en relación a Europa, su experiencia es reciente. En ese proceso, los estados más tropicales han batallado más: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, Veracruz, Campeche y Tamaulipas. 

Esto no es exclusivo de México, es un fenómeno mundial. En Latinoamérica, aclara Diamond, los países tropicales son los más pobres y si no tienen acceso al mar, como Bolivia, son aún más pobres. Lo mismo en el resto del mundo. 

Desde el siglo pasado, México se debate entre dos visiones: ser un país moderno, rico, democrático, de clase media, empresarios independientes, economía competitiva y Estado de derecho, o permanecer en el mundo colonial de economía extractiva, empresarios compadres, justicia desigual y una gran cantidad de pobres dóciles que reciben dádivas y aplauden con resignación. 

En el primer modelo de país, el sistema se auto-ordena en libertad con reglas e instituciones fuertes que respetan el poder y la inteligencia de los individuos. En el segundo, hay una pequeña élite reinante en un Estado débil que debe controlar por la fuerza. ¿A quién? A todos: medios de comunicación, líderes sindicales, maestros, empresarios, partidos, Iglesia y academia.  ¿Cómo los controla? Con cuentos nacionalistas, por una parte, y con plata y plomo, por la otra. 

Las visiones de esos dos países son diametralmente opuestas. Creíamos que en los últimos 30 años nos acercábamos a la visión de futuro y moderna del México “templado”, pero el México tropical reviró con fuerza. La nostalgia autoritaria hizo eco en los estados más pobres y entre los individuos menos exitosos. ¿Quiénes han ganado en estos últimos cuatro años? Los empresarios compadres, el ejército, el crimen organizado, los caciques, los líderes sindicales, los monopolios estatales, los propagandistas y los políticos oportunistas. ¿Quién ha perdido? Todos los demás. 

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Aunque las causas ecológico-geográficas del desarrollo son contundentes, el mismo Diamond aclara que los eventos, los personajes y las decisiones específicas también influyen. Por eso tenemos una Corea pobre y una Corea rica, y más cerca, una Argentina que no es tan rica como pudiera porque insiste en el peronismo. Los catalizadores, pues, son relevantes para los cambios estructurales.  

Sí, los personajes influyen, pero también influyen las decisiones colectivas.  La oposición ciudadana propone algo nuevo para el país: una elección primaria para seleccionar un solo candidato de oposición en el 2024, un gabinete de coalición y un programa de gobierno con visión de futuro. La 4T insiste en la visión tropical de hace 50 años y el dedazo presidencial. 

¿Cuál visión predominará? ¿Qué México elegirán los mexicanos en el 2024? ¿El México templado o el México tropical? 

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Contacto:

Santiago Roel R. es Director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.*

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Twitter: @semaforodelito

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