México, un país al que le tengo especial afecto y que, como siempre he dicho, posee un gran potencial de crecimiento económico, ahora mismo, no atraviesa uno de los mejores momentos para su economía. La economía mexicana que, a priori, pronosticaba crecimientos bastante óptimos, ahora sufren nuevos reajustes a la baja que lastran el potencial económico del país. La economía mexicana, como muchas otras economías en el mundo, está sufriendo los efectos de la desaceleración económica que presenta la economía mundial. Una desaceleración, por ahora, desigual, ya que unos países la están resistiendo mejor que otros. Por la composición de sus economías, las economías emergentes y, en especial, economías latinoamericanas, suelen ser más vulnerables ante los posibles shocks en el panorama económico y político. No obstante, de entre todo lo ocurrido en los últimos meses, una gran noticia para el país azteca recae en los efectos desatados por la guerra comercial entre China y los Estados Unidos. Una guerra comercial que sacude a la economía global y que mantiene el foco de la agenda económica y política global. Una guerra comercial que, entre tregua y tregua, sigue sucumbiendo al comercio global en una ralentización. Una ralentización que en el caso de México no se muestra, pues gracias a la guerra comercial con China, el país ha conseguido posicionarse como el principal socio comercial de los Estados Unidos, incrementando vertiginosamente sus exportaciones y colocándose por delante del dragón asiático, China, la cual, hasta los conflictos, poseía el liderazgo en el comercio con Estados Unidos. Los conflictos entre Washington DC y Shanghai, así como los intentos de acuerdo fallidos durante las diferentes reuniones y cumbres donde ambos mandatarios, Donald Trump y Xi Jin Ping, se daban lugar, han provocado que Estados Unidos emprenda una nueva búsqueda de socios comerciales para tratar de paliar la falta de importaciones en el país. Entre los candidatos a convertirse en el nuevo socio estratégico de los Estados Unidos estaba México. Un país muy dependiente de sus exportaciones y con amplia experiencia en el mercado internacional. México llevaba años adaptando sus políticas comerciales, tratando de ofrecerse como socio comercial para los principales compradores y bloques económicos del mundo desarrollado. Unas políticas que empiezan a surtir efecto. Gracias a la fuerte apuesta del país, y sus mandatarios, en convertirse en uno de los principales agentes comerciales en el comercio global, el país ha conseguido hacerse con nuevos tratados de libre comercio con sus principales socios comerciales. En especial Estados Unidos, con el que intercambia el 80% de sus exportaciones y que, dada la cantidad, se confirma nuevamente como el primer socio comercial de México. Un país que necesita las exportaciones para crecer, ya que como hemos dicho, con un 38% de su Producto Interior Bruto (PIB) supeditado a las exportaciones en el mercado global, se sitúa en una encrucijada en la que, de aumentar sus exportaciones, su economía se vería impulsada fuertemente, mejorando así la situación en el país. Desde que se diese el conflicto comercial con China, las exportaciones con Estados Unidos se han incrementado en un 3,3%. Unas exportaciones que también se han visto favorecidas por los nuevos marcos regulatorios y la mayor seguridad jurídica que posee el país. México, pese a ser un país que, históricamente, presentaba grandes índices de criminalidad y corrupción, el esfuerzo de la clase política ha estado muy centrado en mejorar la seguridad en el país, al menos para las empresas y la economía, favoreciendo así a un mejor clima de negocios. Un clima de negocios que si nos paramos a observar los índices de criminalidad se vería más afectado, pero en lo que a corrupción económica se refiere, si podemos afirmar que el país ha notado una contrastable mejoría. Como digo, un fenómeno muy positivo si la intención en el país es la de atraer Inversión Extranjera Directa (IED), así como centros de producción de grandes empresas que favorezcan la creación de empleo y el crecimiento económico. En resumen, si tenemos que decir algo que caracterice a la economía mexicana en los últimos años es su fuerte apuesta por el comercio global. Una apuesta que, para la economía mexicana, y haciendo alusión a las declaraciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), supone uno de los mayores avances para el país y las empresas que lo integran. El haberse posicionado como el mayor socio estratégico de los Estados Unidos, dota al país de un gran alentador, un gran aliciente, para la captación de una mayor atención de los principales inversores. El posicionarse como una “economía puente” con los Estados Unidos representa un gran incentivo para aquellas empresas que desean establecer tratos comerciales con Norteamérica. Lo que ha provocado que el país se convierta en una opción cada vez más real de deslocalización para las empresas. No me cansaré de decirlo, México posee un gran potencial exportador. Su economía es una economía completamente exportadora. El mercado global es uno de los principales alicientes de la economía mexicana. Según los datos de la OMC, el comercio global es de los pocos fenómenos que no ha dejado de crecer en los últimos años, lo que muestra la gran actividad económica que genera en las empresas y los países. En la situación que vive México en este momento, su firme apuesta por abrirse camino en nuevos mercados podría suponer el factor determinante para revertir la situación que vive el país. Las políticas adoptadas van muy encaminadas con el objetivo. Por ello, el país debe continuar trabajando en el desarrollo de sus relaciones comerciales, haciendo cada vez más beneficiosos los acuerdos para el país y garantizando los intereses de la economía mexicana.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Fcollmorales LinkedIn: francisco-coll Facebook: FcoCollMorales Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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