La crisis no es nueva, se inició en el 2008 con una crisis financiera en Estados Unidos que se convirtió en una crisis económica mundial. Hay más indicadores: la guerra contra el narco en México desde el 2008 y el incremento bestial de homicidios, la pandemia viral del 2009, la Primavera Árabe que inicia en 2010, la ventilación de la pederastia en la Iglesia Católica y el cambio de Papa, las crisis migratorias en Europa, el Brexit (2016), el descontento de los electores con sus partidos tradicionales y el renacimiento del populismo como forma de hacer política, son algunos de esos indicadores. 

Este año tenemos la pandemia del Covid-19, la crisis del precio del petróleo y una crisis económica mundial sin precedentes por contingencia de salud. 

Hay dos maneras de analizar esto: 1) Como eventos aislados sin conexión o 2) Como eventos que se conectan con un leitmotiv subyacente. 

Si pensamos que son eventos aislados, no hay mucho de qué hablar, pero si tratamos de ver conexiones de más fondo, podemos entender mejor el momento. No es la primera vez que se da un conjunto de sucesos que a la distancia histórica tienen cierta conexión simbólica, como lo fueron, por ejemplo, la independencia de los EUA y la revolución en Francia, o el gran impulso revolucionario de los años sesenta en el siglo pasado.  

¿Cuál pudiera ser ese leitmotiv del momento? 

Las instituciones crujen. El orden, lo establecido, las estructuras, lo tradicional ya no aguantan y exigen cambio en lo individual, lo familiar, lo social, lo económico y lo político. Hay necesidades básicas que están tratando de emerger y que se contraponen a las reglas establecidas. Lo viejo ya no funciona y lo nuevo aún no acaba de nacer. Hay carencias o fallas ocultas que ya no pueden ocultarse. 

La vida no se ubica en el orden ni tampoco en el desorden, sino en la frontera entre ambos, lo que algunos llaman “criticalidad”. Es un “orden complejo”, en donde hay mucha transferencia de información que se procesa anti-entrópicamente; es decir, el resultado tiene una probabilidad que no es aleatoria. Hay algo, un atractor, que le da sentido y la orienta en cierta dirección. El organismo vivo procesa información con un fin: vivir, reproducirse y contribuir a la vida del sistema.  

La vida entonces es cambio continuo, pero hay ciertos patrones que perduran. Sin embargo, hay momentos como éste, en que ese orden ya no opera, el sistema empieza a fluctuar en nuevas direcciones y exige cambio de patrones.

¿Qué está cuestionándose?

El rol del individuo en lo colectivo. ¿Cuál es mi papel? ¿Tengo que seguir tradiciones sociales y familiares o puedo encontrar una identidad propia? ¿Si la tradición no me da ya sentido de pertenencia, entonces a qué pertenezco? ¿Escojo una nueva tribu con jefes y dogmas nuevos o me uno a algo más amplio como la humanidad o la Tierra? ¿Soy flexible o rígido? ¿Qué llevo oculto que se quiere manifestar y me causa ansiedad? 

Lo económico. Tengo derecho a vivir y a sobrevivir, tengo derecho al sustento, a la recreación y a la reproducción, pero el mundo ha cambiado. Quizá ya no encuentro sustento en lo que mis ancestros hacían. Quizá estudiar ya no me garantiza la seguridad económica. Quizá no quiero trabajar de sol a sol o en procesos aburridos porque la vida tiene más que ofrecer. Quizá aun trabajando de sol a sol ya no me alcanza para vivir. ¿Por qué tengo que destruir a la Tierra para poder sobrevivir? ¿Por qué unos viven muy bien y otros no? ¿El sistema me ayuda o me esclaviza y me mata? 

Lo político. ¿De quién es el poder, de todos o de unos pocos? ¿El sistema me libera o me limita? ¿El gobierno y los partidos políticos están de mi lado o está en mi contra? ¿Cómo se puede dialogar en esta época en que estamos muy conectados, pero no sabemos dialogar? ¿La política es fuerza o es poder? ¿Es emoción o es razón?.

Son preguntas básicas que no tienen respuesta sencilla. Estimo que esta crisis va a durar hasta el 2024. Podemos crear un nuevo orden que responda racionalmente a las necesidades individuales y colectivas o podemos caer en la violencia y la represión, en el endurecimiento de los sistemas colectivos sobre el individuo; en intentar imponer patrones de antaño que no corresponden a lo nuevo. 

Por lo pronto una sugerencia. Empiece por usted mismo. Sea lo más sincero que pueda, sea paciente.  ¿Qué es lo que tiene que morir en mi para que pueda renacer? ¿Qué es lo que ya no me funciona? ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que realmente necesito?.

Contacto:

*Santiago Roel R. es Director y fundador de Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.

Twitter: @semaforodelito

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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