Sólo 4% de los mexicanos nacidos en los hogares más pobres logran formar un hogar con las mayores ventajas económicas. Las políticas públicas nacionales no están ayudando a promover la movilidad social.   Por Marcelo Delajara En la exposición Imagina tu Futuro (instalada en el Museo Universitario de Ciencias y Artes de la UNAM hasta el 27 de junio) se muestra que en México, si alguien tiene la mala suerte de nacer en un hogar pobre, lo más probable es que nunca abandone esa situación de pobreza. Pero, ¿cómo es la vida en un hogar pobre? De acuerdo con el Coneval, en 2012 el 19.7% de la población vivía en hogares tan pobres que el ingreso de sus miembros no alcanzaba para satisfacer sus necesidades nutricionales. El problema es que esta cifra se acerca mucho al promedio de la tasa de pobreza alimentaria en el periodo 1992-2012 (22.3%), es decir, sigue siendo alta. ¿Por qué la pobreza es tan persistente? Una de las razones es que la desigualdad económica también se ha mantenido elevada. Imaginemos una economía con bajo crecimiento y periodos en que los precios relativos de los alimentos suben y otros en los que bajan. Si la desigualdad en los ingresos se mantiene sin cambio, en los primeros periodos la pobreza alimentaria tenderá a aumentar, en los segundos a reducirse, pero en promedio, la población en pobreza no habrá cambiado a lo largo del tiempo. Esto nos lleva, entonces, a enfocarnos en la persistencia de las desigualdades y, por ende, en la movilidad social. La movilidad social se refiere a los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición en la estructura socioeconómica. Si los mexicanos no pueden mejorar su situación económica debido a su condición social, no hay posibilidad de reducir la desigualdad económica a lo largo del tiempo. De acuerdo con el Informe de Movilidad Social en México 2013 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), la situación económica, la riqueza y la educación en la familia de origen determinan en buena medida el bienestar de los mexicanos cuando son adultos. De acuerdo con la encuesta del CEEY, sólo el 4% de los mexicanos nacidos en los hogares más pobres logran dar el salto, y ya en la edad adulta formar un hogar con las mayores ventajas económicas. Estudios recientes en Estados Unidos indican que esta cifra es de 8% en aquel país, aunque un ya famoso artículo de Chetty, Hendren, Kline y Saez (2014) muestra que existen grandes diferencias por región: en la zona metropolitana de Atlanta, la cifra es cercana a la mexicana (4.5%); alrededor de Fort Worth (Texas) es mayor, 9.1%, y en San Francisco y su zona de influencia alcanza a 12.2%. La movilidad social es aún más elevada en los países del norte de Europa (mayor al 20%), donde las sociedades se dotaron a sí mismas de un sistema de protección social universal. Detrás de estas diferencias está la igualdad de oportunidades, que no es la misma en todos lados, como se puede ver. Igualdad de oportunidades significa que, independientemente de quiénes sean los padres, los niños tienen la salud, las habilidades y la educación que necesitan para competir por los mejores puestos de trabajo. No obstante, en México (y en lugares como Atlanta) el futuro de los niños se determina, principalmente, por su origen social. De manera que aumentar el grado de movilidad social ayudaría a reducir las desigualdades y con ello la población en pobreza. El número correspondiente a junio de la revista México Social está dedicado exclusivamente a este tema; en particular, se discuten las políticas públicas que México necesita en este ámbito. En esencia, se necesita mejorar la igualdad de oportunidades, y que el esfuerzo y talento de las personas se recompensen sin importar su origen socioeconómico. Otra referencia importante sobre el tema es un discurso del economista estadounidense Alan B. Krueger, en que presenta su visión de la relación negativa que existe entre movilidad social y desigualdad. Krueger llama a esta relación la curva del Great Gatsby (evocación no sin dejo de ironía a la obra de F. S. Fitzgerald) para resaltar la reducción en la movilidad social y el aumento en la desigualdad que se observó en Estados Unidos en las últimas décadas. Cabe señalar que el mes pasado la OCDE indicó que la desigualdad en México aumentó en los últimos años. Esto parece indicar que las políticas públicas nacionales no están ayudando a promover la movilidad social. Un país que no otorga igualdad de oportunidades a los niños para desarrollar su talento, restringe de hecho el desarrollo intelectual, artístico y cultural del país. Hay que advertir que el deterioro en el tejido social no sólo contribuye al bajo crecimiento económico y a perpetuar la pobreza, sino que es, además, un detonante de violencia social.   Referencias – Chetty, R., N. Hendren, P. Kline, y E. Saez. “Where is the land of opportunity? The geography of intergenerational mobility in the United States”. The Quarterly Journal of Economics, no. 129-4, pp. 1553-1623, 2014. – Krueger, Alan B. “The Rise and Consequences of Inequality in the United States”. Speech, Washington DC: Council of Economic Advisers, 2012. – OECD. In It Together: Why Less Inequality Benefits All. Paris: OECD Publishing, 2015. – Vélez Grajales, R., R. M. Campos Vázquez y J. E. Huerta Wong. Informe de Movilidad Social en México 2013. México, DF: Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 2013.   Contacto: Twitter: @ceeymx Facebook: ceeymx Página web: CEEY   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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