Este tema ha tomado tanta relevancia que ya es objeto de estudio por parte de la Organización Mundial de Comercio (OMC).   Las Cadenas de Valor Añadido o Cadenas Globales de Valor (CGV) se han convertido en una característica esencial de nuestra realidad económica. A medida que el intercambio de mercancías se globaliza, los productos ya no se fabrican en un solo lugar, sino que son el resultado final de una serie de procesos productivos que se llevan a cabo en varios países. Este tema ha tomado tanta relevancia que ya es objeto de estudio por parte de la Organización Mundial de Comercio, OMC. En la actualidad, las etapas del proceso productivo de las empresas transnacionales están repartidas por todo el mundo: desde la concepción del producto (investigación y desarrollo), la fabricación de los componentes, el ensamble o integración, hasta llegar a la distribución y comercialización. La dinámica de distribuir alrededor del planeta los procesos de la industria da lugar a la conformación de cadenas de producción internacionales y, en consecuencia, los productos son cada día más “Made in the World”, y ya no “Hecho en… (algún país en particular)“. La tendencia ha creado un nivel sin precedentes de interdependencia entre los países que participan en las cadenas de suministro, lo que vuelve cierta la afirmación de que “cada vez es más claro que nadie es dueño de los procesos”. Por ello, las CGV se han convertido en una característica predominante en la actividad de expansión de las empresas y de las inversionesa nivel internacional. Las Cadenas Globales de Valor permiten ofrecer nuevas perspectivas de crecimiento, desarrollo y empleo, tal como lo establece el informe “Implication of Global Value Chains for Trade, Investment, Development and Jobs”, un trabajo conjunto por parte de la Organización Mundial del Comercio, OMC; la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, OCDE, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD. Este reporte, cuya traducción del título al español sería “Las implicaciones de las cadenas de valor mundiales en el comercio, la inversión, el desarrollo y el empleo”, fue presentado a los dirigentes del G-20, en la Cumbre que tuvo lugar en San Petersburgo los días 5 y 6 de septiembre de 2013. Entre sus puntos más relevantes, el documento sostiene que el éxito en los mercados internacionales depende tanto de la capacidad de importar insumos de alta calidad como de la capacidad de exportar: los insumos intermedios representan más de dos tercios de las mercancías y el 70% de los servicios objeto de comercio internacional. Por eso, es necesario adoptar medidas para instrumentar un marco eficaz que permita un crecimiento sólido, sostenible, equilibrado e inclusivo, en el que todos los países puedan obtener beneficios. El informe explica que, en un mundo tan interconectado como el actual, tanto los costos del proteccionismo comercial y de las inversiones como los beneficios de la apertura multilateral en los sectores agrícola, manufacturero y de servicios, son muy superiores a lo que pudiera llegar a creerse hace unos años. Las reformas concretas destinadas a facilitar el comercio, como las que se negocian actualmente en la OMC, ofrecen importantes posibilidades de reducir los costos del comercio y aumentar la capacidad de los países para participar en las cadenas de valor mundiales. La superación de los obstáculos a la participación en las CGV se vuelve entonces un elemento muy redituable. Al realizar un balance de la situación internacional, el rumbo es claro. Todo apunta al desarrollo de las CGV, nacidas a partir de la fragmentación de la producción. Por esta razón, las políticas comerciales nacionales resultan determinantes para que un país se vuelva atractivo a los ojos de los inversionistas privados. Cada día es más complejo delinear una “geografía” de las CGV, ya que existe una serie de cambios constantes, derivados de la búsqueda de más y mejores ventajas comparativas por parte de las empresas, las líneas de producción, las plantas o los centros de distribución En el mundo, los países y las empresas están cada vez más inmersos en una intensa competencia económica global por ofrecer las mejores condiciones para establecerse. Las empresas siempre buscarán aprovechar y maximizar los factores de la producción en sus procesos, lo que derivará en la obtención del mejor costo de producción, un costo bajo de organización de las cadenas y el control del costo internacional del transporte. Para los países en vías de desarrollo como México, que tienen poca presencia global o una masa crítica proporcionalmente menor de empresas transnacionales, el reto es encontrar la forma de insertarse en estas cadenas globales. Una tarea compleja sin duda alguna, ya que se requiere desarrollar condiciones indispensables tales como: –       productores con capacidad global –       condiciones ventajosas para brindar servicios logísticos de clase mundial –       condiciones muy ventajosas o estratégicas para la producción.   Fuentes: OMC: Iniciativa Hecho en el Mundo http://www.oecd.org/trade/G20-Global-Value-Chains-2013.pdf Informe,  “Implication of Global Value Chains for Trade, Investment, Development and Jobs” OMC /OCDE   *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.    

 

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