EFE. El presidente del Comité de Ética de la Investigación del Instituto de Salud Carlos III, Fernando García, considera que la carrera por lograr una vacuna contra la covid “no justifica atajos éticos” y advierte de que “idealmente” una “buena vacuna” tendría que contemplar ensayos clínicos en personas mayores.

En una entrevista con Efe, este epidemiólogo, que admite que este ha sido el proceso de estudio de vacunas “más rápido de la historia”, sostiene que muchos ensayos clínicos se realizan en poblaciones adultas y jóvenes, sin enfermedades asociadas, que luego se extrapolan al colectivo de mayores “y se piensa que va a ir igual, pero este salto al vacío puede ser muy arriesgado”.

García, máster en Epidemiología por la universidad Johns Hopkins, reconoce que “le falta información de primera mano” para hacer una evaluación de las vacunas: “Sabemos que son muy eficaces por las notas de prensa de las compañías farmacéuticas pero no hay información publicada en las revistas científicas”.

Este epidemiólogo explica que, hasta ahora, para los ensayos clínicos se han reclutado grupos de 40,000 personas. Estos ensayos permiten conocer la seguridad de la vacuna en el corto plazo y los efectos adversos frecuentes pero “se desconocen los infrecuentes”, y eso solo se sabrá cuando el fármaco se administre a cientos de miles de personas.

“Nos dicen que hay pocos efectos adversos pero -insiste- me gustaría conocerlo de primera mano, es decir, mediante publicaciones científicas”.

La pelea entre las compañías farmacéuticas

Este experto se muestra “preocupado” por las “peleas” entre las compañías farmacéuticas para conseguir el mejor mercado “y situar su producto por delante de los demás y con precios que no son transparentes”.

Han visto que es un mercado muy cuantioso y está en la propia naturaleza de las compañías competir y ver quien se lleva la mejor porción”, dice.

García considera que los gobiernos, “que han dado mucho dinero para la investigación en vacunas”, deberían exigir que hubiera “mucha más coordinación en la investigación”.

“No se trata de una competición de quién llega el primero, sino de una investigación cooperativa”, asevera. También propone que, una vez estén en el mercado, se pongan condiciones en su comercialización respecto al precio y al derecho de patentes.

Y si se dispone de vacunas, no tiene sentido de que se vacunen los países de ingresos altos y no se inmunice a las naciones con ingresos bajos o medios. A modo de ejemplo, García informa de que en Estados Unidos y Canadá disponen de ocho y nueve dosis por persona frente a Bangladesh que, hoy por hoy, cuenta con cero dosis por habitante.

“Mientras no se vacune todo el mundo no habrá control de la pandemia y todo esto, suponiendo que las vacunas sean eficaces y otorguen una inmunidad duradera. Aunque sea por egoísmo es necesario que se vacune todo el mundo”, asegura.

El negocio de los test

“Hay mucho negocio. Las propias PCR que se exigen a los compatriotas que vuelven a casa por Navidad son cuestionables”, en opinión de este epidemiólogo, dado que “los que vienen de fuera son un porcentaje ínfimo”.

García cree que “hay muchos intentando sacar tajada”, por lo que las autoridades deberían asegurarse de que todas las pruebas diagnósticas tengan unos niveles mínimos de calidad.

“El que no corre, vuela. Ha habido mucha competencia entre compañías”, insiste. Este experto también se refiere al acopio de medios que se hizo en el principio de la pandemia, en concreto los EPI “que faltaban en hospitales y se vendían a precio de oro”.

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Y sobre el hecho de que las farmacias puedan vender test de autodiagnóstico, García tiene “muchas dudas” y considera que el lugar para detectar una infección es el hospital o el centro de salud.

Solo salva la realización de test en farmacias en el caso de poblaciones rurales que tengan el centro de salud muy alejado. Entonces sí, pero de forma excepcional.

La vacunación de enero no atajará la tercera ola

Este investigador considera que, “en el peor de los escenarios”, después de las navidades habrá un repunte de contagios que coincidirá con el inicio de la vacunación.

Al principio se beneficiará un grupo pequeño, unos dos millones, pero si el virus está circulando para “contener la transmisión tendría que vacunarse al menos la mitad de la población”, explica.

Y eso no es posible porque, dice, habría que inmunizar entre enero y marzo a 24 millones de personas “y no hay suficiente suministro ni infraestructura para hacerlo con rapidez”.

No obstante, cree que no estamos abocados a una tercera ola. “Esto no es un castigo divino; las autoridades tienen mucho margen” en la detección rápida de casos.

Y como método de autoprevención ante las reuniones navideñas, García propone “pensar siempre que uno de los reunidos tiene el virus y lo puede transmitir”.

La inmunidad de grupo

Dado que se desconoce si la inmunidad de las vacunas será duradera, García apuesta por “no levantar falsas expectativas”. “Se está vendiendo que son la varita mágica que va a eliminar la covid, puede que sí y puede lo contrario”, añade.

Para este epidemiólogo es mejor no crear demasiadas esperanzas. “En el mejor de los casos, con una inmunidad de grupo se podría controlar la covid, pero hasta llegar a esa situación en todo el mundo se tardarían meses y años”.

Recuerda que esta es una situación inédita. La vacuna que menos tardó en desarrollarse fue la del ébola “y se necesitaron cinco años. Ahora en menos de un año tenemos vacunas ensayadas y a punto de entrar en el mercado”.

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