Ignoro cuántos murales existen en el país, pero cada uno tiene un valor ya sea histórico, artístico o cultural. Confío en que ninguno esté en riesgo de ser destruido.   A mediados de marzo (de 2015), los medios de comunicación de Perú dieron cuenta de la decisión del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, de borrar todos los murales que decoraban las paredes del centro de Lima, realizados por pintores urbanos, y del rechazo de cientos de jóvenes que inmediatamente salieron a las calles a tratar de impedirlo. Pese a las protestas, trabajadores del gobierno local cubrieron los murales con pintura. Algo similar ocurrió el año anterior en Honduras, donde la alcaldía de Tegucigalpa ordenó borrar los murales de arte urbano creados en puentes vehiculares y peatonales, cubriéndolos con pintura gris para dar la impresión de limpieza y claridad. Lo anterior me vino a la mente cuando, al disponerme a cruzar los filtros de seguridad de la salida de vuelos nacionales en el AICM, vi el gran mural de Juan O’Gorman denominado La conquista del aire por el Hombre, y me hizo recordar la historia de algunos murales que sufrieron atentados similares en nuestro país. Durante el movimiento estudiantil de 1968 proliferaron murales y pintas, algunos realizados con gran técnica y al menos dos o tres merecían respeto. En el vestíbulo de entrada de la Facultad de Filosofía, y con la firma de Argeo, fue pintada una parodia de La escuela de Atenas de Rafael Sanzio, cambiando a los sabios griegos por los de ahora, pero quizás el que llamaba más la atención, por su ubicación sobre el muro exterior del auditorio de la Facultad de Ciencias y por su calidad, era el realizado por Mario Falcón, en el que figuraban dos líderes guerrilleros: Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas (curiosamente, ambos egresados de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa). Concluido el movimiento estudiantil, estos murales fueron borrados, aunque poco tiempo después, el autor los rehízo en otro recinto universitario. Toda proporción guardada, la historia no es nueva, aunque en otras épocas el “borrar” o cubrir murales con pintura obedecía más a razones políticas o comerciales que a situaciones de estética urbana.   Atentado contra la obra de O’Gorman El 9 de noviembre de 1938, el periódico El Nacional publicó el siguiente texto: “Con calor jurídico y volcánicas alusiones a la justicia, a la equidad y al derecho, el pintor Juan O’Gorman se enfrenta a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y al comandante de la Estación del Puerto Aéreo Central, para que no le borren ni le alteren los frescos que con ecuatorial imaginación y cálido pulso pintó en los muros de aquel edificio, mediante contrato.” La historia se centra en la construcción de lo que fue el primer aeropuerto de la Ciudad de México, finalmente inaugurado en abril de 1939, cuyo vestíbulo estaría decorado con pinturas relativas al mundo aeronáutico. En el muro arriba del acceso principal estaría el mural La conquista del aire por el Hombre, montado en un bastidor de 12.5 x 3 metros. En él se ven personajes como Nezahualcóyotl, Da Vinci, los hermanos Wright, aviadores famosos, paracaidistas y globos aerostáticos. En el muro opuesto, divido por el pasillo de acceso a la sala de abordar, estarían sendos frescos denominados Los mitos religiosos y Los mitos paganos, referidos, el primero, a los dogmas de la Iglesia sobre la ignorancia de la gente, y el segundo, a los políticos que emplean la ciencia en beneficio personal; en éste se apreciaba una construcción destruida, semejante a una Torre de Babel, de la que emergían dos serpientes, una con la cabeza de Adolfo Hitler y la otra con la de Benito Mussolini. El gobierno de Lázaro Cárdenas consideró que Los mitos paganos podría generar un conflicto con la Alemania nazi, a la que meses atrás se le empezó a vender crudo, luego de la expropiación petrolera. La orden era borrar esos frescos. Cuando se enteró, O’Gorman buscó ampararse, y lo logró, pero demasiado tarde, ya que sus frescos habían sido cubiertos con pintura blanca, y hoy sólo se pueden apreciar gracias a algunas fotografías de mala calidad.   También en contra de Siqueiros En años más recientes, otros murales también fueron defendidos intentando evitar su destrucción. A principios de 2001, los medios de comunicación dieron seguimiento a la información derivada de la posible destrucción de varios murales ubicados en la Sala de Congresos del desaparecido hotel Casino de la Selva, en la ciudad de Cuernavaca, por parte de una empresa trasnacional que adquirió el inmueble para construir un centro comercial. A pesar de que el gobierno de Morelos realizó un convenio con la empresa para preservar el patrimonio cultural, histórico, arqueológico y las áreas verdes que se encontraban en el predio, la demolición de los murales de David Alfaro Siqueiros se llevó a cabo. A golpe de mazo y piqueta, a partir de mayo de ese año fueron destruidos 18 cuadros murales de Siqueiros, donde se plasmaba gran parte de la historia de México, junto con obras de artistas como Josep Renau sobre la hispanidad, José Reyes Meza, Guillermo Ceniceros, Jorge Flores, Francisco Icaza y Jorge González Camarena, entre otros, para dar paso a la construcción de un centro comercial. En 2014, otro gran mural del mismo Siqueiros también fue amenazado con desaparecer: el Polyforum Cultural Siqueiros, en la Ciudad de México, estuvo en riesgo ante la posible construcción de una torre habitacional y un centro comercial. En marzo de ese año, Jacobo Zabludovsky prevenía, en su columna de El Universal, que “la enorme manzana sobre Insurgentes, donde el pintor (Siqueiros) concretó su proyecto máximo, será aprovechada por sus dueños para construir rascacielos en todo el espacio disponible ahora y el que será liberado si se concreta el plan de destruir, desarmar o trasladar el Polyforum a otro lugar. El aviso de la transformación radical del predio es llamada de alerta para quienes tienen a su cargo la conservación de los tesoros artísticos en México”. En esa ocasión, diferentes organizaciones de la sociedad civil se movilizaron para impedir el daño. El muralismo surgió con objeto de acercar el arte a la gente. Desde su nacimiento, este movimiento artístico buscó retratar la realidad del mexicano, particularmente las luchas sociales a favor de las causas de las clases obrera y campesina, por lo que se constituyó como uno de los fenómenos más importantes de la plástica mexicana contemporánea. Ignoro cuántos murales existen en el país, pero es innegable que, independientemente del autor, cada uno tiene un valor ya sea histórico, artístico o cultural. Confío en que ningún medio de comunicación reporte que algún mural en el país está en riesgo de ser destruido como los mencionados.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @mmaraboto Blog: CorpMedios   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.