Solemos decir que antes se negociaba con honor y que las personas tenían “palabra” en referencia a que muchos tratos eran solo verbales y se cumplían respetuosamente sin necesidad de firmar contratos. Sin embargo, aunque en la actualidad, los acuerdos de negocios ya son con firmas de por medio, aunque hay algunos proyectos que todavía se sustentan en gran parte en la palabra.

Jesús Sánchez es participante del negocio del mezcal y cuenta que su trato con los productores es necesariamente y en gran parte “a la palabra”.

Un acuerdo verbal es la mejor fórmula para trabajar con los maestros mezcaleros porque ello los hace sentir cómodos y nos facilita el trato, expone el empresario fundador de la mezcalería Conejo en la Luna.

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Sánchez describe que la figura del maestro mezcalero, aquel que aprendió de su familia la tradición de hacer la bebida, es esencial para su negocio.

“Pero el trato con los maestros mezcaleros no es fácil y siempre requerimos que se sientan cómodos en los acuerdos. Es importante no forzarlos, no obligarlos a nada, que sea por voluntad, donde ellos se sientan cómodos trabajando”, explica.

En el caso de la producción de Conejo en la Luna, sus productores o maestros mezcaleros son de tercera generación, es decir, son integrantes de familias que llevan hasta un siglo en la producción de mezcal.

A la palabra y con tradición

Hay temporadas en las que el mezcal, aunque podría producirse, no resultaría con la mejor calidad, por las propiedades del agave, una situación que los maestros mezcaleros dominan y por la cual no producen la bebida todo el tiempo.

Así, en el modelo de negocio de la mezcalería Conejo en la Luna, se acuerda verbalmente que los campesinos no son forzados a hacer mezcal cuando usualmente no lo hacen.

Se llega a una firma solo por la certificación de la bebida, detalla Jesús Sánchez.

Añade que su proyecto, por tanto, tiene un fondo social, porque a los maestros mezcaleros se les ofrece un pago justo por su producto, mientras se produce a la palabra y por la voluntad de ambas partes.

Conejo en la Luna tiene cinco años en el mercado y en unos meses se convertirá en franquiciante.

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