Con cintas amarillas, letreros preventivos y clientes a cuenta gotas fue como las papelerías de la calle de Mesones en el Centro Histórico reinician sus actividades tras casi dos meses de permanecer cerradas; sin embargo son poco los padres de familia con listas de útiles en la mano a casi tres semanas del inicio del ciclo escolar 2020-2021.

Luego de que las autoridades educativas federales anunciaron que la nueva jornada escolar sería remota y las principales televisoras transmitirán material educativo, los pequeños negocios de útiles escolares de la Ciudad de México se pierden de su mejor temporada del año, con una baja en las ventas de más del 70%.

La temporada para estos comerciantes empezaba desde junio, para agosto las plazas de estos artículos estaban abarrotadas de niños, maestros y minoristas; tras la pandemia, las autoridades permitieron que dicho centro de distribución trabaje al 30% de su capacidad, explicó doña Glora en entrevista a Forbes México.

“Está semivacía la plaza porque estamos trabajando alternados, eso nos ha afectado mucho”, relató.

La vendedora comentó que no sólo padres y alumnos se venían a surtir de estos productos, sino también pequeñas papelerías de las colonias aledañas; incluso había gente que abría negocios de ese giro durante esta temporada, lo cual no sucedió este año.

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Detalló que para hacerle frente al freno de actividades por la emergencia sanitaria, comenzó a vender a través de redes sociales, puesto que su hijo conseguía clientes y realizaba las entregas; aunque no está segura de mantener esa modalidad.

En el caso de César, otro locatario de la plaza de Mesones, apuntó que su negocio de libretas, carpetas y productos para regalo se ha visto en jaque, ya que tras estar casi dos meses con la cortina abajo no se han podido recuperar las ventas.

Si la situación sigue igual hemos pensado en cerrar, no está saliendo para solventar todos los gastos como la renta, mantenimiento, luz. No están saliendo los sueldo”, acotó.

Enfatizó a este portal de noticias que ha intentado realizar ventas por Facebook pero no ha tenido mucho éxito, ya que la cantidad no es la misma que se tiene de manera física.

Alicia vende mochilas a la entrada del recinto; mientras intentó persuadir a los pocos compradores que transitan los pasillos, aceptó que el regreso a clases de manera virtual afectará casi en su totalidad para quienes se dedican a vender su producto.

“Ahora que las criaturas no van a estar en la escuela está muy difícil la situación. Me atrevo a decir que el 90% (de las ventas) ha bajado, porque para mucha gente se nos ha complicado ya que como puede ver los pasillos están muy vacíos”.

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Admitió que la distribución por internet podría ser una opción para hacerle frente a este bache económico, sin embargo no está muy familiarizada con esas herramientas digitales.

“Podría ser vender otra cosa, si el niño no va a la escuela no va a querer mochila, a que voy al tianguis con más mochilas”.

La nueva normalidad le ha dotado una nueva vista a las tiendas del lugar, a la entrada de los locales se puede observar a los vendedores con cubrebocas, caretas y termómetro en mano, listos para disparar gel antibacterial en las manos de quien guste entrar a su pequeño recinto.

Bajo ese panorama, el dueño de la papelera Estrella de Belen, Hector Rubio, platicó a este portal web que los últimos meses han sido difíciles para el sostén del negocio, puesto que continuaron con los pagos de impuestos, luz y salarios de sus empleados.

Aunque su nicho de mercado no se concentra en los estudiantes de educación básica, sí surte a varias papelerías de diferentes tipos de papel, así como a personas que realizan artes manuales para envolturas o regalos.

Rubió compartió que sí solicitó el microcrédito de 25,000 pesos que las autoridades ofertaron a los pequeños comercios, sin embargo reiteró que no fue suficiente para reactivar su negocio.

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Nos ayudó para salir del paso de una semana o 15 días, pero no ha sido una ayuda fuerte, más bien fue como momentánea. Cuando pudimos abrir unos días fue más fácil para nosotros el seguir con lo mismo, porque los impuestos siguen, son gastos caros los servicios”, relevó.

A pesar de que el ambulantaje no cubre gastos fijos, Leticia refirió que las ventas de artículos escolares se ha venido abajo puesto que las prioridades de la gente ha cambiado con la pandemia.

“Se preocupan por comprar lo necesario para la casa y como ahorita no están yendo los niños a la escuela no es una propiedad las cosas de papelería .

“Son tiempos difíciles porque como tampoco tenemos permitido trabajar en vía pública, andamos corriendo y escondiéndonos”, señaló.

Con 20 años de trabajar en el sector informal, la joven mujer relató que cambian la venta de productos según sea la temporada, pero descartó modificar de tipo de artículos, puesto que primero tienen que ofertar la mercancía que ya tienen.

Además del riesgo sanitario que implica ir al centro de la ciudad para adquirir este tipo de artículos, la economía no está para comprar una larga lista de artículos escolares, indicó Anahí Gutiérrez, quien tiene tres hijos estudiando el nivel básico.

Aunque decidió comprar en los centros mayoristas para encontrar los productos a un precio más accesible, afirmó que los altos precios se mantienen aun cuando se trata de grandes cadenas

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“Creo que sale igual porque (hay que sumarle) el pasaje, también es un gasto más; haces la cuenta y en la papelería de la esquina me pude gasté lo mismo.

Están muy altos los precios, en lo poco que llevé fueron casi 700 pesos. Nos limitamos porque no hay tanto ingreso”, reiteró.

Indicó que las autoridades escolares todavía no le han hecho llegar una lista de útiles, pero decidió prevenirse con artículos básicos como cuadernos, lápices, colores, sacapuntas y gomas.

La madre de familia aceptó que desde que se suspendieron las clases presenciales ha sido difícil que sus tres hijos reciban instrucción académica desde casa, ya que cada uno tiene necesidades diferentes.

“Se me hace complicado porque tengo tres hijos, antes de que terminaran clases era secundaria, primera y kínder; eran materiales diferentes, horarios diferentes o coincidían.

“Con el (hijo) más chiquito tenía que estar con él, con los más grande es más disperso pero si tenía algunas dudas también tenía que estar; era super complicado llevar ese ritmo”.

 

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