Reuters.- Roberto Manuel se enfundó en dos camisas, tres chamarras y cuatro pantalones preparándose para soportar temperaturas bajo cero en la ciudad fronteriza de Matamoros, en donde vive en una endeble tienda a la espera de que autoridades migratorias resuelvan su solicitud de asilo en Estados Unidos.

“El año pasado hizo frío, pero no así con hielo”, explicó el hombre de 43 años en una llamada telefónica el martes por la noche desde el campamento, donde se encuentra junto con otros 1,000 migrantes, la mayoría de Centroamérica, en la misma situación.

Manuel, de Nicaragua, ha vivido allí durante un año y medio bajo el controvertido programa de Protocolos de Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés) del expresidente Donald Trump que forzaba a los solicitantes de asilo a esperar en México las audiencias en los tribunales estadounidenses.

Tiene la esperanza de que el presidente Joe Biden relaje las políticas migratorias, poniendo fin a la incertidumbre y permitiéndole avanzar con sus planes para trabajar con un amigo en Miami.

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La administración de Biden ha dicho que un nuevo proceso comenzará gradualmente en los próximos días para permitir que miles de solicitantes de asilo del MPP esperen las decisiones de los tribunales dentro de Estados Unidos, un cambio que eventualmente debería vaciar el campamento, aunque Manuel dijo que desconocía los detalles.

Por ahora, sólo recibe el frío punzante, a pesar de todas sus capas de vestimenta, que ha sumergido en temperaturas heladas a gran parte del norte de México y del sur de Estados Unidos, y ha dejado a millones de personas sin electricidad.

Otra habitante del campamento también habló de las condiciones extremas. “¿Cómo sobrevivimos el frío? Con el abrazo de Dios, nada más”, se lamentó Sandra Andrade, una salvadoreña de 44 años.

Sus hijas, de 8 y 11 años, abandonaron el campamento hace unos meses para reunirse con su tío en Boston. Andrade dijo que se sintió aliviada de que se hubieran salvado del congelamiento.

“Si hubieran estado aquí en esta helada, todas las noches estarían llorando de frío”, afirmó. Incluso ella ha tenido problemas para dormir ante el viento ruidoso que agita los faldones de las tiendas y las lonas.

Ahora, con Biden en la presidencia, Andrade explicó que espera poder reunirse pronto con sus hijas, aunque le preocupa que la brutal ola de frío pueda hacer mella en el nuevo plan.

“Si está provocando retrasos para enviar la vacuna, imagina para un procedimiento como este”, dijo

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