La resistencia a los antimicrobianos se está propagando rápidamente en todo el mundo e incluso se ha comparado con la próxima pandemia, una que muchas personas ni siquiera saben que está ocurriendo.

Un artículo reciente, publicado en Lancet, reveló que las infecciones resistentes a los antimicrobianos causaron 1.27 millones de muertes y se asociaron con 4.95 millones de muertes en 2019. Esta cifra es mayor que la cantidad de personas que murieron a causa del VIH/SIDA y la malaria ese año juntas

La resistencia antimicrobiana ocurre cuando los microbios que causan infecciones (como bacterias, virus u hongos) evolucionan para volverse resistentes al medicamento diseñado para matarlos. Esto significa que un antibiótico ya no funcionará para tratar esa infección.

Los nuevos hallazgos dejan en claro que la resistencia a los antimicrobianos está progresando más rápido que las estimaciones anteriores del peor de los casos, lo cual es motivo de preocupación para todos. El simple hecho es que nos estamos quedando sin antibióticos que funcionen. Esto podría significar que las infecciones bacterianas cotidianas vuelven a poner en peligro la vida.

Si bien la resistencia a los antimicrobianos ha sido un problema desde que se descubrió la penicilina en 1928, nuestra exposición continua a los antibióticos ha permitido que las bacterias y otros patógenos desarrollen una poderosa resistencia. En algunos casos, estos microbios son resistentes incluso a múltiples fármacos diferentes. Este último estudio ahora muestra la escala actual de este problema a nivel mundial y el daño que está causando.

El estudio involucró a 204 países de todo el mundo y analizó datos de 471 millones de registros de pacientes individuales. Al observar las muertes debidas y asociadas con la resistencia a los antimicrobianos, el equipo pudo estimar el impacto que tuvo la resistencia a los antimicrobianos en cada país.

La resistencia a los antimicrobianos fue directamente responsable de aproximadamente 1.27 millones de muertes en todo el mundo y se asoció con aproximadamente 4.95 millones de muertes. En comparación, se estimó que el VIH/SIDA y la malaria causaron 860,000 y 640,000 muertes respectivamente el mismo año. Los investigadores también encontraron que los países de ingresos bajos y medianos fueron los más afectados por la resistencia a los antimicrobianos, aunque los países de ingresos más altos también enfrentan niveles alarmantemente altos.

También encontraron que de los 23 tipos diferentes de bacterias estudiados, la resistencia a los medicamentos en solo seis tipos de bacterias contribuyó a 3.57 millones de muertes. El informe también muestra que el 70 % de las muertes que resultaron de la resistencia a los antimicrobianos fueron causadas por la resistencia a los antibióticos, a menudo considerados la primera línea de defensa contra infecciones graves. Estos incluyeron betalactámicos y fluoroquinolonas, que se prescriben comúnmente para muchas infecciones, como infecciones del tracto urinario, respiratorias superiores e inferiores y de huesos y articulaciones.

Este estudio destaca un mensaje muy claro de que la resistencia global a los antimicrobianos podría hacer que las infecciones bacterianas cotidianas fueran intratables. Según algunas estimaciones, la resistencia a los antimicrobianos podría causar 10 millones de muertes por año para 2050. Esto superaría al cáncer como una de las principales causas de muerte en todo el mundo.

Las bacterias pueden desarrollar resistencia a los antimicrobianos de varias maneras.

En primer lugar, las bacterias desarrollan resistencia a los antimicrobianos de forma natural. Es parte del tira y afloja normal que se observa en todo el mundo natural. A medida que nos hacemos más fuertes, las bacterias también lo harán. Es parte de nuestra coevolución con las bacterias: evolucionan más rápido que nosotros, en parte porque se replican más rápido y obtienen más mutaciones genéticas que nosotros.

Pero la forma en que usamos los antibióticos también puede causar resistencia.

Por ejemplo, una causa común es que las personas no completen un ciclo de antibióticos. Aunque las personas pueden sentirse mejor unos días después de comenzar con los antibióticos, no todas las bacterias son iguales. Algunos pueden tardar más en verse afectados por el antibiótico que otros. Esto significa que si dejas de tomar el antibiótico antes de tiempo, las bacterias que inicialmente pudieron evitar el efecto de los antibióticos podrán multiplicarse, transmitiendo así su resistencia.

Del mismo modo, tomar antibióticos innecesariamente puede ayudar a que las bacterias desarrollen resistencia a los antibióticos más rápido. Por eso es importante no tomar antibióticos a menos que se los receten y usarlos solo para la infección para la que se los receten.

La resistencia también se puede propagar de persona a persona. Por ejemplo, si alguien que tiene bacterias resistentes a los antibióticos en la nariz estornuda o tose, se puede contagiar a las personas cercanas. La investigación también muestra que la resistencia a los antimicrobianos se puede propagar a través del medio ambiente, como en el agua potable sucia.

Las causas que impulsan esta crisis mundial de resistencia a los antimicrobianos son complejas. Todo, desde cómo tomamos los antibióticos hasta la contaminación ambiental con productos químicos antimicrobianos, el uso de antibióticos en la agricultura e incluso los conservantes en nuestro champú y pasta de dientes, contribuyen a la resistencia. Es por eso que se necesitará un esfuerzo global y unificado para marcar la diferencia.

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Se necesitan cambios urgentes en muchas industrias para frenar la propagación de la resistencia a los antimicrobianos. De la mayor importancia es usar los antibióticos que tenemos de manera más inteligente. La terapia combinada podría tener la respuesta para frenar la resistencia a los antimicrobianos. Esto implica el uso de varios medicamentos en combinación, en lugar de un solo medicamento, lo que dificulta que las bacterias desarrollen resistencia y, al mismo tiempo, traten con éxito una infección.

La próxima pandemia ya está aquí, por lo que será clave una mayor inversión en investigación que analice cómo podemos detener este problema.

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