EFE.- Vivir el duelo por un familiar muerto por Covid-19, sentir culpa por haber contagiado a otro, lamentar la pérdida de empleo o sufrir trastornos del sueño. En mayor o menor medida, las secuelas que deja la pandemia nos afectan a todos, como advierte la psicóloga argentina Diana Hunsche, quien llama a desterrar prejuicios y valorar los beneficios de acudir a terapia.

“Creo que es el mejor momento para poder difundir la importancia que tiene pedir ayuda. ¿Por qué podemos ir a un dentista y pedir ayuda profesional en esos planos y no en el psicológico, si realmente es lo mismo?”, remarca Hunsche.

La psicóloga, que atesora cuatro décadas de experiencia, afirma que mucha gente se siente ahora como en un naufragio, buscando “una balsa” para sobrevivir: “La terapia en este momento puede ayudar muchísimo, en relación a los duelos, las culpas, los miedos, a la incertidumbre con respecto al futuro”, afirma.

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Vivir el duelo

Sin duda, perder a alguien por culpa del virus es uno de los peores escenarios, más aún para quien no ha podido hacer una ceremonia de despedida.

“El vínculo no se detiene ni se corta con la muerte”, señala Hunsche, convencida de que mientras se recuerde a la persona fallecida, ya sea contando anécdotas, con una sonrisa, con gratitud, o incluso con enojo, de algún modo seguirá viva.

Y va más allá y habla del concepto de “duelo ampliado”, ya que al igual que se lamenta la muerte de una persona, considera que se puede sentir duelo por otras pérdidas por la pandemia, como la “normalidad”, la “velocidad” con la que transcurría la vida y los proyectos que quedaron truncados.

Atender las secuelas

En el último año, Hunsche ha atendido a pacientes con coronavirus, enfermedad que en algunos dejó el olfato distorsionado, dolores musculares o astenia.

Pero más allá de haber padecido o no el virus, la experta alerta de que, en general, han aparecido en la población trastornos en el sueño, agotamiento por la virtualidad o desorientación temporal.

“Un fenómeno curioso que se dio es que, cuando se produce un fallecimiento por otro motivo que no sea Covid-19, la gente te lo dice como si no fuera tan importante, como si fuera algo parecido a morir en una guerra”, enfatiza.

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Y se detiene en el sentimiento de culpa, no solo de los que arrastran dolor al pensar que contagiaron a personas que después murieron, sino también el del “sobreviviente” que no vio perjudicadas ni salud ni economía y al que le da pudor reconocer que la vida le va bien por respeto al dolor del otro.

“Me lo dicen por videollamada con la voz baja, como si fuera un secreto”, revela la psicóloga, segura de que la humanidad debe ser “cada vez más empática”, con la solidaridad por bandera.

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