Creo que para la mayoría de los mexicanos está claro que a la primera pandemia de carácter sanitario se asoció otra de tipo económico por el confinamiento y cierre masivo de pequeñas y medianas empresas abandonadas por el Gobierno Federal. Pero, en los meses recientes, se ha gestado una tercera desgracia colectiva, tan devastadora o más que las otras dos: la pandemia social, cuyos efectos amenazan más al abatido y enfermo cuerpo de la nación.
A ver: ni yo ni nadie podría negar que resulta muy alentador que 45 instituciones financieras pronostiquen que México crecerá 5% este año, después de los resultados desastrosos de 2019 y 2020. Por supuesto que es una buena noticia. Aunque en los mismos análisis se reconozca que será hasta 2023 cuando recuperemos los niveles previos a la aparición disruptiva del coronavirus.
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Yo sólo tengo dos inquietudes. Que alguien me explique, por favor, qué representa para 126 millones de mexicanos ese crecimiento de 5% y a quién beneficia realmente. En paralelo, la pregunta es si podremos resistir o fracasaremos en el intento y sobreviviremos cada día más precariamente. Y es que, basta un repaso a los medios de información, para documentar el pesimismo:
* A más de 50 millones de mexicanos no les alcanza para comprar la canasta básica alimentaria; tan sólo en el primer trimestre del año, 5 millones de personas se sumaron a la llamada “pobreza laboral”. Y en las áreas urbanas, donde los cinturones de miseria aprietan cada vez más, hay quienes ganan apenas 1,600 pesos mensuales, absolutamente insuficientes e inhumanos. En pocas palabras, cada vez más pobres y cada vez más hambrientos.
* 106,000 personas cerraron sus negocios. La caída de las ventas y los estragos de Covid-19 no les dejaban ni para pagar la renta, así que tuvieron que bajar la cortina y sus ilusiones.
* El desempleo ha golpeado brutalmente a las mujeres. Tan sólo en los 12 meses recientes se han perdido un millón 600,000 empleos; 84 de cada 100 de ellos correspondieron a mujeres.
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* 2 millones de trabajadores han debido retirar dinero de sus Afores por el desempleo. En un año, el monto neto asciende a 21,775 millones de pesos.
Añádase que no estamos únicamente inmersos en un proceso electoral, sino frente al choque de dos tipos de México: el de un solo hombre, en oposición al que propone una ruta distinta. Un presagio incierto, del que (aunque parezca ingenuo) ojalá resultase una versión humanista de gobierno. Que no nos vea como números, estadísticas o una masa informe, sino como la suma de inteligencias, sensibilidades y voluntades de buena fe. Mujeres y hombres, representando el bien supremo que le da sentido a las naciones y a la vida misma.
