El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial llevaron a cabo su reunión de primavera del 18 al 24 de abril. Este foro, junto con el que se organiza en otoño, es uno de los simposios más relevantes a nivel global, en el cual se reúnen políticos y empresarios de alto nivel, así como académicos, activistas y los líderes de opinión más importantes de cada industria. La gran mayoría de los debates se centraron en tres temas: 1) La difícil coyuntura económica global; 2) el posible debilitamiento de la globalización; y 3) la necesidad imperiosa de conducir las estrategias de gobiernos, empresas e individuos bajo un marco de sustentabilidad.

Respecto al panorama económico, existe un amplio consenso de un escenario desafiante para hogares, empresas y gobiernos. El mundo continúa recuperándose a distintas velocidades, entre países y entre sectores, enfrentando todavía muchas secuelas de una pandemia que no termina de ceder. Por ejemplo, en China se observó un repunte de casos en ciudades como Shanghái y Shenzhen, que agudizaron aun más las afectaciones a la cadena de suministro de materias primas y otros bienes. A esta situación se han agregado los diversos canales de transmisión de los efectos adversos ocasionados por riesgos geopolíticos, como el conflicto en Ucrania.

Dentro de este marco tan complicado, la inflación continúa postrándose como un importante viento en contra para la recuperación económica. Las presiones en precios han sido más persistentes respecto a lo contemplado el año pasado, alcanzando máximos de varias décadas en distintos países.

Esto ha traído consigo la necesidad de un retiro de estímulos de política económica, mucho más evidente en la estrategia de los bancos centrales. En este contexto, la restricción de la política monetaria en Estados Unidos y el resto del mundo ha complicado todavía más el escenario, a tal grado que se ha incrementado el debate en torno a una posible recesión de la economía norteamericana en los próximos meses (entre 12 y 24). En este sentido, el FMI publicó su documento “Perspectivas de la Economía Mundial”, donde ajustó a la baja su estimado de crecimiento global para este año, de 4.4% que tenía previsto en enero, a 3.6%.

Una de las grandes discusiones se centró en la posible transición hacia un nuevo orden mundial, donde diversos factores económicos, políticos, sociales y culturales han traído consigo importantes desafíos sobre la globalización. Ha surgido, contrastantemente, un mayor apetito por estrategias de regionalización que permitan mitigar riesgos de diversas índoles, desde los asociados con el comercio internacional, hasta cuestiones de seguridad nacional. La demanda de este nuevo paradigma también se ha alimentado del incremento en los niveles de endeudamiento, así como la ampliación de la brecha de pobreza en todo el mundo.

Los asistentes mostraron gran interés, como ha sido costumbre en los últimos años, a los compromisos y avances de la agenda sustentable.

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