Una colección de viejas camionetas de combustión interna y la pick up 100% eléctrica, F-150 Lightning, de Ford, son el telón de fondo en el escenario donde Joe Biden está a punto de retar a la historia de las automotrices. “El futuro de la industria automotriz es eléctrico. No hay vuelta atrás”, asegura el mandatario de la economía número uno del mundo.

Esta estampa de la historia ocurrió el pasado 19 de mayo, en la planta de vehículos eléctricos Ford Rouge Electric Vehicle Center, en Michigan. A casi 4,000 kilómetros de distancia de este evento, en la Ciudad de México, José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), sabe que una oportunidad de negocio está frente a las armadoras presentes en el país.

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“La industria automotriz es pionera en energías limpias y vehículos eléctricos. Es bien importante resaltar que los compromisos del sector automotriz a nivel mundial, que han hecho algunas empresas hacia 2035 y 2050, serán [encaminadas hacia el uso] de energías limpias en los vehículos que producen, pero también en la energía que utilizan sus plantas armadoras”, asegura José Zozaya.

El camino hacia un futuro eléctrico parece aproximarse. Para 2040, el parque vehicular a nivel mundial estaría constituido en un 78% por automóviles de tecnologías amigables con el medio ambiente, como son los eléctricos y los híbridos, de acuerdo con el estudio “Global Automotive Executive Survey 2020”, de KPMG.

Como el cuarto país exportador de automóviles, México podría aprovechar la demanda del mercado estadounidense y la entrada en vigor del renovado Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para posicionarse como uno de los ganadores en la manufactura de los autos eléctricos.

El sector automotriz de México exporta más de 80% de su producción, mientras que Estados Unidos y Canadá son los principales destinos para los automóviles hechos en México.

Una “oportunidad de oro” para el país es lograr capitalizar la llegada de nuevas líneas de producción de las empresas que buscan su sitio en Norteamérica, y así poder escalar a las primeras tres posiciones como productor de automotores, asegura Héctor Romo, socio Líder de Impuestos de la Región Bajío en KPMG México.

Cuestionado sobre si México podría convertirse en uno de los países líderes en la exportación de autos eléctricos, José Zozaya responde, enfático: “Claro. Ya estamos en la producción. Creemos que esto va a ir creciendo poco a poco, pero hay que hacer toda una infraestructura […] para lograr el suministro de energías limpias y estar al alcance [de los consumidores]”.

El ejecutivo advierte que se debe apuntalar la posición como exportador con esfuerzos gubernamentales y de las empresas para no dejar pasar esta tendencia menos contaminante.

“México no debe descuidar esto [el uso de combustibles no fósiles], porque pudiera quedar fuera de la producción de vehículos limpios, si México no tiene energías limpias al alcance de la inversión y de los diferentes sectores productivos del país, puesto que son compromisos mundiales de las armadoras”, dice José Zozaya.

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Los consumidores también demandan infraestructura para el uso de estas unidades. Brindar una experiencia de carga sin problemas es esencial para la adopción general de los autos eléctricos de batería, ya que 84% de los consumidores adjudican la responsabilidad de la infraestructura de carga a los OEM (fabricantes de equipo original, por sus siglas en inglés).

Un 73% de los encuestados por KPMG considera que los recursos minerales, como son las reservas de litio con los que cuenta un país, determinan la tecnología de transmisión preferida, comenta Héctor Romo.

La titular de la Secretaría de Economía, Tatiana Clouthier, aseguró, en mayo pasado, que se prepara la apertura de la primera planta de baterías de litio en México para impulsar la industria de autos eléctricos.

“Si las cosas salen bien, en unos meses estaremos poniendo la primera piedra para una empresa que se instalaría para la producción de baterías”, dijo, tras participar en la reunión de la Comisión de Comercio Internacional del T-MEC (Tratado-México Estados Unidos Canadá).

Por ahora, lo importante es superar los retos presentes derivados de la pandemia y garantizar que la industria esté lista para un cambio de tendencia del consumidor y las condiciones para garantizar una producción que sea sostenida y viable en el largo plazo para el país.

Panorama actual

José Zozaya se considera un hombre de retos. El 2021 es un año de esperanza, si se toma en cuenta la aplicación de la vacuna contra Covid-19, como una forma de avanzar hacia la reactivación económica tras las medidas de confinamiento para evitar la propagación del coronavirus SARS-Cov-2.

“Una vez que la crisis sanitaria esté bajo control, estoy seguro de que la recuperación financiera será mucho más rápida. Y el sector automotriz lo ha demostrado así claramente”, dice el presidente de la AMIA.

Sin embargo, la industria automotriz se ha enfrentado, desde los primeros meses de 2021, con la falta de microcomponentes en el mercado mexicano, la cual ha limitado la producción de unidades a nivel mundial tras la crisis sanitaria del año pasado.

En el planeta, la falta de estos insumos electrónicos podría ocasionar que se limite la producción de cerca de 2 millones de vehículos, explica José Zozaya, quien espera que, durante el segundo semestre, se pueda regular la producción de microcomponentes.

La pandemia ha afectado la cadena de suministro. Las armadoras están pensando en cómo mitigar los riesgos en este rubro ante una nueva eventualidad, como sucedió en 2020.

“Vemos un entusiasmo entre los clientes por la entrada de vigor del T-MEC y la demanda extranjera de vehículos y se podría recuperar más rápido que algunas otras”, comenta el socio de KPMG.

La oportunidad se encuentra en que las empresas mexicanas logren incorporarse a las cadenas de suministro que abastecen la industria automotriz por el componente nacional que demanda el acuerdo comercial para las armadoras nacionales.

Un 76% de los ejecutivos de la industria automotriz cree que, para 2030, menos de 5% de la producción global tendrá origen en Europa, lo cual representa una oportunidad gigante para México, de acuerdo con la “Encuesta Global a Ejecutivos Automotrices 2020”, de KPMG.

“¿Qué tiene que hacer México? Pues… favorecer la inversión, dado que cuenta con una infraestructura muy importante, con cadenas productivas muy desarrolladas, que es un polo de atracción natural”, dice Romo.

La AMIA también se encuentra interesada en lograr la recuperación de la venta de automóviles en el mercado interno a través de apoyos fiscales y de crédito que permitan que más familias tengan un vehículo.

El país debe de trabajar en temas de seguridad jurídica para ser más eficiente y tener mayor certeza.

“Queremos que mejore su posición [como exportador] y que seamos un exportador mucho más importante a nivel mundial y lo podemos hacer”, dice Zozaya.

Un futuro eléctrico para las automotrices 2 (P-W pag.58-60)
Foto: © Jens Büttner / Getty Images

La firma del T-MEC implica incrementar el contenido regional en la producción de unidades, para que las partes provenientes de otros mercados puedan ser sustituidas por manufacturas hechas en Norteamérica.

“Si hacemos el trabajo correcto [en] el gobierno y el sector empresarial, lograremos que México sea el lugar ideal para producirse […] para ser más eficientes y competitivos en la fabricación de automóviles”, comenta el presidente de la AMIA, quien espera que se incentive la inversión extranjera en este rubro.

Así es como las empresas pretenden afrontar el panorama actual y prepararse para el futuro eléctrico que el presidente Joe Biden ha pronosticado en Estados Unidos.

“El automotriz es el sector fundamental para la economía mexicana en general. Todos, gobiernos y empresarios, debemos trabajar para hacerlo crecer y crear más empleos para más mexicanos”, asegura el presidente de la AMIA.

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