Por: Salvador Guerrero Chiprés*

El fraude se adapta. Cualquier vulnerabilidad psicológica, cualquier vía de comunicación y situación o momento particular serán aprovechados por los guionistas del engaño. Una app de citas, una casa donde los propietarios han salido de viaje y alguien queda a cargo, lo excepcional de la pandemia o los puntos ciegos en el organigrama de una empresa pueden ser insumos por donde se cuelan para intimidar.

Esta semana, uno de nuestros Consejeros Honorarios recibió un correo electrónico y un citatorio; el primero, con el asunto “Propuesta comercial”, amenaza con una visita violenta, si no se deposita un rescate en bitcoins, mientras que el segundo trata de un embargo por adeudo, en el que un cerrajero “autorizado” abrirá el inmueble para que se hurten bienes materiales y se suban a una mudanza. Esta acción se justifica, de forma absurda y en la verbalización que busca engañar, como una supuesta diligencia legal en un documento que imita el formato del citatorio.

Al igual que en el sobre amarillo o el phishing, ambos casos suplantan la identidad de un tercero.

En otro modus operandi, que aprovecha las condiciones de la pandemia, se manda un mensaje a nombre de la Organización Mundial de la Salud para entregar una cifra extraordinaria de dinero, a cambio de responder brindando nombre completo, dirección y teléfonos particulares, entre otros datos. Por supuesto, no hay buenas intenciones detrás del uso que se le dará a la información.

Más allá del robo de identidad, hay patrones comunes a la mayoría de los casos: ya sea una amenaza directa o la promesa de un premio inesperado y no buscado.

La suplantación se da porque una situación así no puede tener credibilidad. El trato sucede a cambio de, primero, dar información o depositar cierta cantidad, pero en los casos violentos (como el falso citatorio o la extorsión con el disfraz de propuesta comercial) es necesario que el interlocutor, la víctima, muerda el anzuelo y así entre en el juego de tensión psicológica. En un caso menos agresivo se puede suplantar la identidad o realizar movimientos bancarios.

Los tres puntos que crean el triángulo virtuoso contra las extorsiones también son aplicables a este tipo de fraudes: colgar, verificar y denunciar.

Colgar equivale a cortar toda vía de comunicación; verificar corresponde a copiar fragmentos del mensaje (impreso o digital) o algunos datos clave (el correo, el teléfono) y hacer un pequeño sondeo por cuenta propia. Muchas veces basta con dar un paso para ver que alguien más ya padeció esto. En el phishing con instituciones bancarias o de seguros se aconseja comunicarse a través de los números oficiales.

Por último, la app gratuita No más extorsiones puede bloquear miles de celulares desde donde se ha intentado el fraude y la extorsión. También están el Chat de Confianza y la Línea de Seguridad del Consejo Ciudadano 55 5533 5533, disponibles día y noche, todos los días del año, para denunciar estas operaciones fraudulentas, ya sea como mero intento o si se fue víctima. La denuncia es el eslabón que permite a la autoridad detectar nuevos patrones y ayuda a que no caigan otras personas. También en tiempos de semáforo naranja ante la pandemia Covid.

Contacto:

 Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. Doctor en Teoría Política por la Universidad de Essex, ha impulsado causas como la transparencia, la lucha contra la corrupción y el empoderamiento ciudadano en coordinación con organismos empresariales y autoridades.*

TW: @guerrerochipres

www.consejociudadanomx.org

Twitter: @elconsejomx

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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