Una empresa californiana desarrolló un método barato y eficiente para producir vapor a partir de energía solar, conoce cómo lo aprovecha la nación árabe.   Por Christopher Helman   En el desierto del sur de Omán, cerca de la frontera con Yemen, 4 acres de invernaderos toman el sol. Se asientan en el yacimiento West Amal, operado por Petroleum Development Oman (PDO). Pero en esos invernaderos no crecen tomates, ni ningún otro cultivo, sino que se hace vapor. Cuando se trata de desarrollar sus reservas de petróleo y gas, Omán se enfrenta a un dilema. El pequeño país en el extremo sureste de la península arábiga tiene mucho petróleo, pero es sobre todo del tipo pesado. Lejos de brotar de la arena, este petróleo es terco y necesita que saquen a fuerza de sus embalses. Para ello, Petroleum Development Oman (propiedad en un 60% del gobierno de Omán y 34% de Royal Dutch Shell), ha perfeccionado la técnica de inyectar chorros de vapor hacia abajo en los depósitos de petróleo para suavizar y relajar el crudo espeso y empujarlo hasta la superficie. Calentar agua para hacer el vapor para la inyección requiere mucha energía. Se podría utilizar un poco del crudo obtenido, pero es más rentable venderlo en el mercado mundial. Así que PDO quema gas natural. Omán tiene todavía una gran cantidad de gas, pero se encuentra en proceso de duplicar los precios para los usuarios industriales, e incluso ha tenido que desviar parte de su suministro lejos de las exportaciones de GNL hacia los campos petrolíferos. Una solución podría estar en el horizonte. En el yacimiento Amal West, una empresa con sede en California llamada GlassPoint ha instalado un sistema solar innovador que busca ayudar en el proceso de generación de vapor hirviendo el agua con la luz del sol. Desde fuera, la instalación GlassPoint no luce como ningún proyecto de energía solar que puedas tener en mente. No es fotovoltaica, por lo que no hay paneles. Y no hay platos independientes de concentración de energía solar. Estos invernaderos están llenos de endeble espejos –poco más gruesos que las hojas curvadas de papel de aluminio–, suspendidos por cables desde el techo. Motores tiran de los cables y ajustan la inclinación de los espejos “para asegurarse de que están perfectamente alineados con el sol. Los rayos reflejados se reflejan y concentran para calentar el agua en el interior de una red de tuberías, hirviendo en vapor que se inyecta continuamente en pozos de petróleo bajo tierra, aflojando y empujando hacia afuera el pegajoso crudo. Hay buenas razones para poner el equipo bajo un cristal. El viento es un problema para las instalaciones solares, tienen que ser lo suficientemente resistentes como para soportar las ráfagas, y los sistemas más pesados requieren actuadores y engranajes más robustos. La técnica de Glasspoint permite usar materiales más ligeros y baratos. El vidrio también protege el equipo contra el polvo –es más fácil de limpiar polvo de cristal de los espejos–. El proyecto de Omán, que abarca 4 hectáreas y genera el equivalente de 7 MW de energía al día, es sólo una prueba piloto. Pero hasta ahora las pruebas se ven bien. Syham Bentouati, jefe de implementación de nuevas tecnologías en PDO me dice en un correo electrónico que el sistema ya ha demostrado que puede generar vapor de agua bajo las especificaciones adecuadas para la recuperación de petróleo. Lo siguiente para GlassPoint es demostrar que el sistema puede funcionar de forma confiable durante un año. “Hasta el momento, el rendimiento es muy prometedor y probablemente supere el requisito contractual”, escribe Bentouati. Si todo va bien, una instalación completa de GlassPoint a gran escala construida en Omán generaría más 3,000 MW y costaría más de 1,500 mdd, suponiendo un costo de instalación de alrededor de 50 centavos de dólar por watt. GlassPoint ya se está preparando para ese tipo de escala. Hace poco conversé con Rod MacGregor, director general de GlassPoint, quien dijo que con la ayuda de una inversión de 26 millones de Royal Dutch Shell ha abierto una fábrica de componentes con 100 personas que trabajan en Shenzhen, China. Su objetivo es hacer los componentes tan simples y fáciles de fabricar que los costos laborales puedan mantenerse al mínimo. Es una visión simple, dice MacGregor, quien también está en la mira de Kuwait y Bahrein como futuros clientes: “Queremos ser el Ikea de los campos solares.” [youtube id=”H1CgzUVh8JQ” width=”620″ height=”360″]

 

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