La firma fundada por ex colaboradores  de Google es una muestra de que Youtube no es el único modelo de negocios rentable para el material multimedia en la web.   Puede ser que YouTube sea la primera cosa que venga a la mente cuando alguien escucha ‘video por Internet’, sin embargo, los modelos de streaming para la transmisión de contenido en vivo , almacenamiento y proveduría on demand (a la carta, como el caso de Netflix) parecen enviar un mensaje claro: las opciones para los productores de contenido no se reducen a un canal de videos alojado en una plataforma de Google. Conscientes del potencial que ofrece la distribución de contenidos, un par de colaboradores de Google  de origen mexicano, decidieron crear en 2007 un proyecto que generara alternativas de tecnología para que las empresas de medios, marcas, organizadores de eventos masivos y emprendedores del contenido on demand pudieran no sólo alojar contenidos de muy alta calidad, sino también, aprender a monetizarlos y convertirlos en parte del valor de la empresa. “Ofrecemos un servicio en la nube que permite no sólo reproducir, sino monetizar los contenidos, podemos proveer la tecnología por un tiempo determinado o generar una plataforma propia para las empresas que implica un lapso de 18 meses para la adopción y  adaptación”, explica a Forbes.com.mx el co- fundador y presidente de productos de Ooyala, Bismark Lepe. Para dos colaboradores de Google la idea no era descabellada. Era necesario trabajar en el desarrollo de tecnología que pudiera ser útil al mercado que ya habían identificado. Al final del día, el resultado fue una apuesta a la medida para las firmas que querían una alternativa para el almacenamiento y transmisión de los contenidos. Bismark y su hermano Belasar forman parte del trío fundador de Ooyala, en el que también estaba Sean Knapp, ahora vicepresidente ejecutivo de la compañía. En las primeras cinco semanas de operación consiguieron capital por 1.5 millones de dólares. “Pudimos quedarnos en Google, e incluso trataron de ofrecernos dinero para quedarnos y desarrollar la tecnología bajo su nombre, pero realmente queríamos que fuera una empresa por sí misma. Al final la separación fue menos difícil de lo que imaginamos, creo que la empresa se dio en el momento justo y tomamos las decisiones adecuadas para enfrentar la crisis financiera”, comenta Lepe. A cinco años de haberse constituido como empresa, Ooyala logró levantar capital por 80 millones de dólares. Actualmente, la firma emplea a 300 personas y aunque mucho de la operación sucede en Estados Unidos, el 60% de su facturación se da fuera del territorio estadounidense; de hecho, el 20% de su facturación corresponde a América Latina, donde la firma observa un potencial particular. “Hay un muy fuerte cambió de tecnología que hará que los medios con la infraestructura más antigua replanteen sus opciones de transmisión de contenido, los diarios, canales de televisión tendrán que buscar canales alternativos. Esto impulsará a nuestra industria. Creemos que si hay un mercado detectado con un número considerable de usuarios no necesariamente tienes que estar en ese país para realizar una inversión y considerar nuevas plataformas.” Bismark Lepe explica que habrá muchos detonadores para la industria del contenido multimedia online en la región, uno de ellos,  dice, puede ser la incursión de Carlos Slim en la producción de contenidos para web, cuya influencia puede no sólo alcanzar a México, sino a toda América Latina. Ante la pregunta de si Ooyala participará en algún proyecto con el magnate mexicano, Bismark sonríe y responde tajante: “Estamos platicando con muchas empresas que están interesadas en el segmento, las grandes y las pequeñas.”   ¿Una opción para emprendedores? La transmisión de streaming en buena calidad y acorde a las presencias de los usuarios no está a la mano sólo para los grandes corporativos de medios. Bismark recuerda la anécdota de irokotv, un servicio de streaming on demand de Nigeria, el cual transmite series y películas realizadas en Nollywood, que tiene un producción cinematográfica cinco veces mayor que Bollywood, en la India. “Irokotv inició con un capital pequeño, algo así como 5,000 dólares, cuando su fundador se dio cuenta del potencial que había para la difusión de los contenidos que antes sólo se encontraban en el mercado pirata. Ahora es un negocio de decenas de millones dólares y el número de reproducciones que tiene este canal supera a las de ABC.com”. Para Ooyala, lo más importante es ofrecer alternativas rentables a los clientes, de tal modo que antes de vender una solución o una plataforma, el cliente conoce los alcances que puede tener en términos de monetarización para determinar si la inversión será rentable. “El ofrecer este valor agregado a los usuarios debe ser un negocio para las compañías, las opciones de contenido serán en un 90% parecidas y el diferenciador implicará esfuerzos que deben poder traducirse en ganancias”. Entre los clientes de Ooyala destacan marcas como Yahoo Japan, CNN, Dell, la revista Vice, Tv Guide, ESPN, y Rolling Stone. De hecho, el 43% del video que se ve por Internet en Japón es transmitido a través de las plataformas de Ooyala.   México, mercado singular En un país con un rezago en la cobertura de internet de alta velocidad y donde la banda ancha móvil es tema frecuente en las quejas de los consumidores, la industria de contenidos por internet puede enfrentar retos serios, sin embargo, para Bismark Lepe, una de las mayores oportunidades está fuera de las fronteras. “El potencial que hay en el público mexicano radicado en Estados Unidos es enorme, tanto los canales de noticias como de entretenimiento tienen un público sediento de contenidos en su idioma del otro lado de la frontera.” En términos de mercado interno, Bismark considera que el mayor obstáculo no es que la población se familiarice con pagar contenidos on demand o que los medios decidan invertir en plataformas, el mayor reto, dice, será preparar a las futuras generaciones para la asimilación tecnológica y el desarrollo. “Puede sonar descabellado pero hay países donde se imparte  parte código de programación como parte de la educación básica. El rezago más peligroso no es en la adopción de tecnología o en la velocidad de la red, el verdadero reto es tener potencial para el desarrollo de nuevas tecnologías es ahí donde la labor será más difícil.”

 

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