Banorte, el tercer grupo financiero más importante del país, ha sido manzana de la discordia entre los hijos de Roberto González, quien era dueño de dicha institución. Antes de morir pasó la estafeta y no fue precisamente a un miembro de su familia, sino a su amigo, Guillermo Ortiz Martínez.      Seis meses después de dejar su cargo como gobernador del Banco de México, justo el 31 de diciembre de 2009, Guillermo Ortiz Martínez recibió una propuesta inesperada: suceder a Roberto González Barrera en la presidencia del consejo de administración de Banorte, La petición se la hizo directamente el empresario mexicano, en una de las usuales reuniones que sostenían ambos personajes para charlar. A pesar de tener herederos, González Barrera combinó sus tareas como uno de los empresarios más acaudalados del país con la búsqueda de un responsable para tomar el timón del banco que adquirió en 1992. Hoy Banorte tiene más de diez millones de clientes y un valor de capitalización de 15,000 millones de dólares (mdd). “Desarrollé una relación muy estrecha a lo largo de los años, hablábamos de México, del mundo, del sistema financiero, de política… éste último era un tema que le gustaba mucho”, relata Ortiz Martínez. González Barrera y Ortiz Martínez se vieron las caras mucho tiempo atrás, a propósito precisamente de Banorte. Desde su cargo de subsecretario de Hacienda a principios de los años 90, Ortiz Martínez comandó el plan de privatización de los bancos mexicanos, gracias a lo cual González Barrera entró al negocio financiero con la compra de Banorte. Incluso Martínez reconoce que poseía “algunas acciones” de Banorte, aunque no precisa el monto de su posesión ni la fecha y forma en que las adquirió. Pero el ex funcionario del Banco de México se negó a aceptar el cargo. “Hemos sido amigos durante 20 años y no es lo mismo una relación de trabajo que una de amistad, así que yo prefiero que seamos amigos”, fue la respuesta de Ortiz Martínez al ofrecimiento de González Barrera, según cuenta a Forbes México. En ese momento, Ortiz Martínez estaba impedido para ocupar un cargo en el sector financiero privado del país. De acuerdo con la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, la alta burocracia mexicana debe dejar pasar un año después de salir del gobierno antes de poder desarrollar actividades privadas que se vinculen con su la función pública que desempeñó. González Barrera tuvo seis hijos: Roberto, Graciela, Mayra, Bertha y Juan González Moreno, así como Roberto González Alcalá. Pero en el consejo de administración solo participan Bertha González Moreno, en el rango de consejera propietaria patrimonial, y Juan Antonio González Moreno como consejero suplente patrimonial. El empresario regiomontano no renunció a su interés de colocar a Ortiz Martínez al frente de Banorte. Lo que González Barrera buscaba a una persona con la capacidad de continuar con su tarea. “Gruma es mi hijo y el banco es el hijo de mi esposa, así que yo me encargo de Gruma y tú del banco junto con Alejandro Valenzuela”, volvió a escuchar Ortiz Martínez de boca del octogenario. Alejandro Valenzuela del Río era un viejo conocido y colaborador de Ortiz Martínez tanto en la Secretaría de Hacienda como en el Banco de México. Hoy en día es el director general de Banorte y lo que González Barrera se proponía en ese momento es que volvieran a hacer mancuerna. Al igual que Valenzuela, Ortiz Martínez es economista y uno de los hombres que mejor conoce las entrañas del sistema financiero mexicano, gracias a una trayectoria de más de 30 años en el sector público. Fue Secretario de Hacienda en el gobierno de Ernesto Zedillo en la segunda mitad de los años 90, de ahí pasó en 1998 al cargo de gobernador del Banco de México y, luego de un breve lapso como representante de México ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), llegó en 2009 a la presidencia del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés). La llegada de Ortiz Martínez significaba hacerse de una cartera de contactos útiles para Banorte, además de dejar el timón del banco en manos de un ejecutivo que integra conocimiento técnico de la economía mexicana e internacional y relaciones políticas adecuadas, señala Juan Sherwell investigador del Tecnológico de Monterrey. La insistencia de González Barrera fructificó en algún momento de los ocho meses que siguieron a su primera oferta. En marzo de 2011, tres meses después de cumplirse el plazo que exige la ley, Ortiz Martínez se convirtió en presidente del consejo de Banorte. Junto con el cargo, el funcionario recibió “algunas acciones” de Banorte, adicionales a las que ya poseía, como parte de su sueldo de ejecutivo. Por decisión de González Barrera, 15% de las acciones de Banorte, propiedad de sus herederos y “otros accionistas importantes”, están depositadas en un fideicomiso, en tanto que en el mercado bursátil circula la mayor parte de los títulos. El propósito central de los fideicomisos de acciones es que haya reglas claras que rigen a un grupo de accionistas a la hora de votar o de hacer convenios en el caso de que alguno de ellos quiera vender sus títulos. El nombramiento de Ortiz Martínez produjo malestar en algunos de los bancos más grandes. La postura crítica que sostenía como funcionario frente a la presencia dominante de bancos extranjeros en el sistema financiero mexicano, no cambió con su paso del sector público al privado. En respuesta a los señalamientos de Ortiz Martínez, algunos directivos de instituciones financieras aprovechaban las pláticas informales con los reporteros de la fuente financiera para cuestionar el que un fuerte crítico del sistema financiero, como lo era Ortiz Martínez, ahora fuera cabeza justamente de un banco. En manos de Banorte está el 15% de los 5.9 billones de pesos que conforman el total de los activos de los grupos financieros del país, según datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Pero BBVA Bancomer, filial del español BBVA, controla el 24%, Banamex, brazo en México del estadounidense Citigroup, tiene 20%, y Santander, filial del grupo español que lleva el mismo nombre, posee el 13%.   Huella internacional   A la par de la postura nacionalista de Ortiz Martínez hay un plan para internacionalizar a Banorte. El primer paso, según dice, es establecer alianzas con bancos foráneos e incluso hacer alguna adquisición que permita potenciar la expansión de Banorte fuera de México. El interés del banco se centra en Asia y más aún en América Latina, por las ventajas de corto plazo en esta región dada la cercanía geográfica, las coincidencias culturales y el aumento en la interacción económica. Por el momento, lo que se busca son alianzas con bancos extranjeros, pero cuando la magnitud de los negocios internacionales lo amerite, Banorte hará una compra, dice Ortiz Martínez. El negocio del grupo proviene del otorgamiento de préstamos, administración de pensiones, venta de seguros y manejo de inversiones. Otorga 14% del crédito bancario del país y acapara alrededor de 10% de las ganancias del sector, con utilidades que crecen a un ritmo de superior a 25% anual. Pero Banorte no ha aprovechado los flujos de dinero que circulan a escala mundial derivado de las transacciones comerciales, como las generadas por el comercio exterior de México, y quiere corregir eso. “México exporta más de 360,000 mdd por año, de lo cual 76% son transacciones con Estados Unidos, y nuestra participación en esos movimientos es muy pequeña, ahí tenemos un campo de crecimiento enorme”, explica Ortiz Martínez. El negocio en este campo está en atender a empresas que necesitan desde crédito hasta mover flujos de dinero de un país a otro, disponer de cuentas para depósitos y pagos, y de divisas extranjeras, entre otras. “Después de la crisis que inició en 2008, muchos bancos globales ya no pudieron operar como banca universal y se tuvieron que concentrar en sólo algunos sectores y en los países donde podían hacer negocio, (así que) dejaron áreas descuidadas”, dice Valenzuela, director general de Banorte. Algo que favorece la internacionalización de Banorte es la experiencia que aporta Ixe, banco con el que se fusionó en 2010. Ixe llegó con una cartera de clientes de alto poder adquisitivo, ahorradores e inversionistas patrimoniales. Banorte tiene ya un convenio comercial con el banco más grande de Japón, el Bank of Tokio Mitsubishi, y con un banco de desarrollo en China, a cuyos clientes ofrece servicios de banca corporativa y de inversión, banca transaccional y comercio internacional. En la mira para una alianza de este tipo está Brasil, según Ortiz Martínez. Banorte ya tiene experiencia en el mercado estadounidense a través del Inter National Bank, que opera en el sur de Texas. Lo adquirió hace seis años, sólo tiene 20 sucursales y es un tímido esfuerzo por disputar mercado en los dos lados de la frontera México-Estados Unidos, dice Valenzuela. Una vez que concluya la intervención del gobierno de Estados Unidos en su sector financiero, vendrá una etapa de saneamiento y luego una consolidación del sector, anticipa el directivo. No solo los bancos mexicanos están atentos a este fenómeno. Bancos brasileños, chilenos y colombianos también buscan salir a otros mercados. “Con el estallido de la crisis financiera global, los grandes capitales bancarios han tenido procesos importantes de desinversión, han parado o desacelerado su apuesta hacia otros mercados y se quedan como oportunidades para otros”, dice Olivares. El financiero es un negocio de escala y dada la dificultad actual de levantar capital se vuelve complicado tener un banco, lo que no deja más camino que la consolidación. “Tenemos que estar atentos para ver si nos asociamos o buscar algunos bancos en los que una adquisición tenga sentido”, dice el director de Banorte. China y Japón también son vistos por Banorte como tierra fértil para su expansión, aunque en el corto plazo dirigirá sus pasos a América Latina en busca de una alianza. “Si incrementamos nuestra presencia física probablemente sea hacia el sur y no tanto hacia el norte”, dice Ortiz Martínez.   Pendientes en casa   Pero Banorte tiene retos que afrontar antes de salir de las fronteras. El grupo anduvo de compras los últimos tres años. Un año después de la compra de Ixe, anunció la integración de su administradora de pensiones con Afore XXI y en 2012 adquirio la administradora de pensiones de BBVA Bancomer, lo que lo convirtió en el líder entre las 13 afores que manejan el 25% de todos los fondos de pensiones. Además de bien capitalizado, Banorte tiene un perfil financiero sano y potencial de crecimiento, pero todavía debe concluir la consolidación de los negocios de reciente adquisición como Ixe y las afores XXI y Bancomer, dice David Olivares, de la calificadora Moody’s. Los bancos tienen mucho por hacer en el mercado mexicano. La penetración del crédito es de apenas 25% y la banca atiende a alrededor de 500,000 pequeñas y medianas empresas de al menos un millón que reúnen las características para recibir un crédito. Y aunque Banorte ha crecido notablemente –tiene 1,400 sucursales y 6,000 cajeros automáticos–, su cartera crediticia de 14% aún está lejos del 16% de Banamex y el 25% de BBVA Bancomer. A la luz de los desafíos dentro y fuera de México que asumió Ortiz Martínez al tomar el timón de Banorte, queda claro que, más que un amigo, González Barrera eligió como su sucesor a un socio.

 

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