La criminalidad en México es cada vez mayor, en cuanto se va incrementando, las inversiones, las empresas, entre otros motores de crecimiento económico, se van alejando de él. La pasada semana veía unos índices de criminalidad que hacían referencia a la región, los cuales advertían sobre una situación que sigue limitando el potencial de esta economía emergente. Atendiendo a la criminalidad, la violencia o la delincuencia que se observa en el país, México se posiciona como uno de los países más peligrosos del mundo. Y esta situación que vive, con el paso del tiempo, no solo afecta al bienestar, en lo que a la seguridad ciudadana se refiere –que también—, sino que acaba generando otros problemas, derivados de este, entre los que se encuentran problemas económicos de gran relevancia.

En este sentido, es preciso conocer que existe una gran relación entre criminalidad y crecimiento económico. La criminalidad afecta notablemente a la economía, si atendemos a los principales estudios publicados. Esta, no solo reduce las oportunidades a la vez que ahuyenta a los inversores, sino que también produce miedo, ocasiona pérdidas, desperdicia recursos, eleva costos y cambia hábitos y conductas del consumidor. Y cuando nos centramos en la economía mexicana, los principales estudios publicados al respecto confirman la hipótesis, relacionando esa criminalidad con un crecimiento del PIB que se lastra con su presencia.

Atendiendo a los datos, la violencia en México ha alcanzado niveles nunca vistos; especialmente después de que a principios de año la violencia se incrementase. Hoy se sufre una ola de violencia que ha llevado a México a situarse en los primeros puestos como uno de los países más peligrosos del mundo. Tomando como referencia los índices de criminalidad, México ya es de los países con mayor tasa de criminalidad del mundo y el segundo si únicamente atendemos al continente americano. Según el informe publicado por la organización Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, en el que se estudian 193 países, sólo Colombia, el Congo y Myanmar se situarían por delante del país azteca.

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La Encuesta Nacional de Victimización de Empresas de 2019 que publica el INEGI estima que la delincuencia que sufren los empresarios, por ejemplo, costó más de 200 millones de pesos, lo que equivale al 1,2% del PIB mexicano. En 2020, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, también publicada por el INEGI, estimó que el costo de la delincuencia para los hogares fue superior a los 270 mil millones de pesos, siendo el equivalente al 1,7% del PIB. En general, los estudios para 2019 nos dicen que el impacto económico generado por la violencia en México se situó en los 4,57 billones de pesos, una cifra que equivale al 21,3% del PIB.

En otras palabras, la delincuencia y la violencia, está dañando seriamente la economía mexicana, y esto limita el potencial de una economía a la que, además, le faltan otros motores de crecimiento económico. El turismo, el comercio, la inversión extranjera, la llegada de empresas, las relaciones comerciales con el exterior… numerosos motores de crecimiento sufren las consecuencias, incapacitando su pleno rendimiento en cuanto reduce su potencial por la presencia de esta violencia.

La situación actual que vemos en el país no es, ni de lejos, la deseable. La delincuencia y la violencia sigue incrementándose. La debilidad que sufre el Estado y, por ende, el Gobierno le lleva a no aplicar políticas efectivas que, seriamente, la reviertan. La situación para México, como bien sabemos, ya era difícil. La economía, inmersa muy recientemente en una recesión técnica, parece que va camino hacia otra recesión en cuanto se va a apagando la economía norteamericana. La inflación sigue sin remitir y los Bancos Centrales siguen actuando para frenarla. Pero ello está apagando el crecimiento de una economía que, incluso, podría sufrir una situación de estanflación. Las previsiones publicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran un incierto futuro para el país, ante semejante situación.

Y a esta situación, como vemos, se suman otras, como la que genera la violencia. 

En resumen, es preciso tener en cuenta todo esto que comento de cara a comenzar a aplicar reformas y estrategias que permitan a México combatir de forma eficaz esta situación, pues tantos escollos van a acabar frenando el crecimiento y, más importante aún, el desarrollo.

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