La pandemia no nos dio tregua, obligó a muchos a improvisar, a tomar medidas, una tras otra, para mantenernos a flote. 

Ahora, nuevamente nos hemos puesto en marcha para mantenernos competitivos en un mundo que no deja de cambiar. Dejamos atrás el llamado mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), por un nivel mayor de velocidad de cambio y riesgo.

Sin embargo, todos estamos cansados, y en especial los líderes tienen un fuerte grado de desgaste. Tuvieron que decir adiós a personas y recursos, y ahora reconstruyen con apremio, pero muchas industrias no saben todavía hacia dónde van. 

La imaginación y creatividad se agotan.

Arlen Solodkin, especialista en liderazgo positivo e instructora de los programas del Instituto, recomienda hacer un alto, dejar de apagar fuegos e iniciar una verdadera renovación. No se trata de cambiar al mundo, sino de cambiar nuestra forma de pensar.

Implica ser capaces de pensar en el hoy, pero también en el mañana, de priorizar de acuerdo al impacto que queremos generar, pero también de reconocer la capacidad que tenemos de accionar.

La recomendación es reflexionar y no hablar necesariamente de grandes cambios, sino marcar un camino de pequeñas metas o experimentos en los que alcancemos objetivos que nos ayuden a fortalecer nuestro optimismo y nos llenen de energía.

Ante la necesidad de cambio e innovación, lo más importante es cultivar la seguridad psicológica, saber que nos podemos equivocar, que podemos ofrecer y solicitar ideas porque estamos en un espacio de confianza, que podemos pedir la ayuda de los demás.

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Es indispensable no dejar pasar por alto este detalle. Los líderes tendemos a creer que debemos proyectar una imagen de autosuficiencia, y que pedir ayuda es un síntoma de debilidad. Brene Brown una de las escritoras más vendidas de los últimos quince años nos habla de que es precisamente nuestra imperfección y vulnerabilidad lo que nos hace humanos.

No debemos olvidar lo más importante. Somos seres humanos y, por lo tanto, necesitamos de otros para generar mejores ideas y conectar, en este sentido estamos  llenos de necesidades. No lo sabemos todo.

Reconocer esos límites nos hace más cercanos a la gente que nos rodea, ofrecemos una imagen de mayor confianza, así que no debemos dudar en pedir ayuda.

Para, reflexiona y redirecciona, pero siempre que puedas, pide ayuda.

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Contacto:

Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.

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