La contingencia sanitaria que enfrentamos, ha generado diversos fenómenos políticos que presagian cambios más profundos en la estructura política tanto a nivel local como federal. El llamado de varios gobernadores que buscan modificar el pacto fiscal, la suspensión de la mayor parte de las actividades gubernamentales, el aplazamiento de nombramientos y decisiones legislativas, el aplazamiento de elecciones locales, la suspensión de procesos judiciales, el manejo controvertido de reuniones internacionales, etc., son aspectos que, en su conjunto, generarán impactos en la forma en que comprendernos la política en México.

La parálisis gubernamental tiene implicaciones en la vida cotidiana de las personas, más allá de la fuerte presencia que el Estado tiene en la sociedad mexicana en su conjunto, y que ahora se reduce, ha tenido respuestas sociales que pueden modificar la relación entre gobierno y sociedad. 

El manejo de la contingencia ha tenido claroscuros que han desatado dichas respuestas sociales, apoderando a diversos actores que han asumido diversas responsabilidades que, en otros momentos, habrían sido asumidas por las administraciones de los diversos órdenes de gobierno. La suspensión de actividades fue asumida por actores sociales y privados antes que cualquier instancia gubernamental, posteriormente gobiernos estatales y municipales y, al final, el gobierno federal. 

La ambigüedad que tuvo, y sigue teniendo, la respuesta de la administración federal, ha generado el apoderamiento de grupos que encuentran un espacio propicio para disputar las áreas de decisión en un contexto de crisis. Más aún, cuando no parece haber una estrategia integral que aborde diversos aspectos que son relevantes para diversos grupos sociales, sino que se ha ido construyendo en la medida en que se generan demandas mediáticas de los grupos involucrados. 

No se puede decir que la contingencia tomó de sorpresa a la administración federal, puesto que hubo una ventana de oportunidad a lo largo de, por lo menos, dos meses previos a la llegada del virus a México, donde se pudo haber aprendido de otras experiencias y diseñado los espacios de estrategia, para contener a los diversos actores afectados. Sin embargo, las prioridades eran otras, por lo que se perdió un tiempo valioso, no únicamente para la prevención social, sino para la eficiencia gubernamental, que pudo haber mantenido una posición de dominio por parte de la administración federal con respecto al tema, además de que la popularidad presidencial no habría sufrido los impactos que le hicieron descender en prácticamente todas las encuestas. 

Incluso el hecho de que en plena contingencia el presidente siguiera en la organización de actos públicos, dejó ver la frivolidad con que se asumió el problema, mostrando desdén por el problema que ya se hacía más que evidente. La compra tardía de insumos médicos, así como la escasa previsión con respecto al mercado de petróleo, han contribuido a que la posición presidencial se debilite con respecto a la dimensión del problema en su conjunto. 

Por otro lado, el manejo poco transparente de las cifras que genera la crisis, al grado de que no se ha resuelto con claridad el tema de los contagios y muertes reales, las neumonías atípicas, el reporte de sospechosos que ningún otro país hace, y el hecho de que a estas alturas no sabemos las cifras por ciudad, más allá de los agregados estatales, generan más dudas que, de persistir, tendrán efectos que se verán en los próximos meses. 

Si, como se ha anunciado, la crisis tendrá su etapa más crítica en mayo, entonces estaremos ante un escenario donde a la previsión de la reducción de entre 6 y 7 puntos del PIB para el próximo año, se encontrará con una reactivación económica que se dará en los hechos, hasta la última parte del año. Eso mantendrá un escenario de fuerte disputa política, en el inicio formal del proceso electoral del año 2021, que es donde el presidente reamente tiene la atención puesta. El problema es que sin resolver esta crisis de manera eficiente, esa elección se tornará muy complicada para el presidente, y sus partidos aliados. 

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LinkedIn: Gustavo Lopez Montiel

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