Reuters. – La metrópolis china de Shanghái avanza hacia una reapertura gradual tras dos meses de confinamiento por el COVID-19, mientras las autoridades de Pekín se preparan para suavizar las restricciones en algunas partes de la capital, al afirmar el sábado que el brote está bajo control.

Shanghái pretende poner fin a su confinamiento a partir del miércoles, tras haber relajado las restricciones durante la última semana. Se ha permitido que más personas salgan de sus casas y que más negocios vuelvan a abrir, aunque la mayoría de los residentes siguen confinados en sus complejos de viviendas, y las tiendas se limitan principalmente a las entregas.

Las autoridades de Shanghái instaron a mantener la vigilancia, a pesar de que la gran mayoría de sus 25 millones de residentes viven en zonas que se encuentran en la categoría de “prevención” de menor riesgo.

Videos difundidos en las redes sociales mostraron a muchas personas, entre los que había extranjeros, bebiendo y bailando en las calles en la noche del viernes en una zona céntrica de la ciudad, antes de que la policía les interrumpiera y les dijera que se fueran a casa.

Lee: Shanghái camina hacia salida del confinamiento de Covid; Pekín sigue a la defensiva

El confinamiento de dos meses de la ciudad más grande y cosmopolita de China ha frustrado y enfurecido a los residentes, cientos de miles de los cuales han sido puestos en cuarentena en instalaciones centrales a menudo abarrotadas.

Muchos tuvieron dificultades para acceder a alimentos o atención médica suficientes durante las primeras semanas del confinamiento.

BAJO CONTROL

En Pekín, los casos han disminuido durante seis días, y el viernes no se registraron nuevos contagios fuera de las zonas de cuarentena. El brote que comenzó el 22 de abril está “efectivamente bajo control”, dijo un portavoz del Gobierno de la ciudad en una conferencia de prensa.

A partir del domingo, se permitirá la reapertura de centros comerciales, bibliotecas, museos, teatros y gimnasios, con un número limitado de personas, en ocho de los 16 distritos de Pekín en los que no se han registrado casos comunitarios durante siete días consecutivos.

Dos de los distritos pondrán fin a las normas de trabajo desde casa, y el transporte público se reanudará en gran medida en tres distritos, incluido Chaoyang, el más grande de la ciudad. Sin embargo, las comidas en restaurantes siguen estando prohibidas en toda la ciudad.

Aunque el número de casos en todo el país está mejorando, la estricta adhesión de China a su estrategia de “cero contagio” ha devastado la segunda mayor economía del mundo y ha sacudido las cadenas de oferta mundiales.

El impacto económico fue evidente en los datos del viernes, que mostraron que los beneficios de abril de las empresas industriales se hundieron un 8,5% interanual, la mayor caída en dos años.

El enfoque de China, que según el Gobierno es necesario para salvar vidas y evitar que el sistema sanitario se vea desbordado, se ha visto desafiado por la variante ómicron, difícil de contener.

El conflicto entre vencer la propagación del COVID y apoyar la economía se produce en un año políticamente delicado, en el que se espera que el presidente Xi Jinping consiga un tercer mandato de liderazgo en un congreso del Partido Comunista en el otoño boreal.

El país informó el sábado de 362 casos diarios de coronavirus, por debajo de los 444 del día anterior. En Pekín, los nuevos contagios del viernes se redujeron de 29 a 24.

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