Reuters Las amenazas de Donald Trump de aplicar altos aranceles a las importaciones chinas y mexicanas quizás le hayan ganado votos en las primarias del Partido Republicano, pero probablemente serán contraproducentes y provocarán graves problemas a manufactureros estadounidenses que dependen de cadenas globales de suministro. Las promesas de la campaña del favorito para ganar las primarias del Partido Republicano, de imponer aranceles de 45% sobre todas las importaciones de China y de un 35% sobre muchos bienes de México, podrían provocar agitación en los mercados financieros y posiblemente incluso una recesión, dijeron a Reuters ex negociadores comerciales, abogados comerciales, economistas y ejecutivos de empresas. “No me importan las guerras comerciales cuando estamos perdiendo 58,000 millones de dólares al año”, declaró Trump en un debate el 25 de febrero, en referencia al déficit comercial de Estados Unidos con México en el 2015. Economistas cuestionan la idea de que Estados Unidos haya “perdido” dinero, dado que el déficit comercial es simplemente la diferencia entre lo que Estados Unidos importa y lo que exporta a un país determinado. “Imponer aranceles o establecer barreras comerciales podría sonar bien, pero perjudicaría a nuestra economía y a nuestra credibilidad”, comentó Wendy Cutler, una ex representante de comercio adjunta de Estados Unidos que ayudó a liderar las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico de 12 países el año pasado. Uno de los sectores más afectados sería la industria automotriz estadounidense, que ha integrado completamente a México a su red de producción. El año pasado cruzó la frontera libre de aranceles un estimado de 118,000 millones de dólares en vehículos y piezas de autos, según datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos. La campaña de Trump dijo a través de un comunicado que la política comercial de Estados Unidos constituye una “entrega económica unilateral” y que necesita de un cambio completo porque permite que los competidores extranjeros bloqueen las importaciones estadounidenses, devalúen a sus divisas y actúen en forma injusta contra industrias locales. “No creo que le haga a nuestro tema favor alguno al hacerlo tan jingoísta y bombástico”, comentó el presidente de la Alianza para la Manufactura Estadounidense, Scott Paul. “Pero creo que existe un acuerdo generalizado (…) de que hay algo equivocado en nuestra relación con China y que ya es hora de que nuestro Gobierno presione de vuelta con un poco más de fuerza”, agregó. A la industria estadounidense le tomaría años reconstruir cadenas de abastecimiento destruidas por repentinas alzas de aranceles sobre bienes chinos y mexicanos y habría medidas de represalia, dijo Peter Petri, un profesor de la Universidad de Brandeis que fue coautor de un influyente estudio sobre los efectos del Acuerdo Transpacífico sobre el ingreso nacional. Los planes arancelarios de Trump violarían el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y derogarían los compromisos de Estados Unidos con la Organización Mundial de Comercio, según abogados comerciales. Pekín y Ciudad de México “van a tomar represalias en las cosas que probablemente nos van a afectar más”, dijo Susan Schwab, que fue representante comercial de Estados Unidos entre 2006 y 2009, durante el Gobierno de George W. Bush. Schwab negoció grandes porciones de acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Colombia y Panamá. En tanto, una guerra arancelaria total con China probablemente expondría a los principales sectores exportadores estadounidenses a fuertes impuestos, incluyendo aeronaves, semiconductores, maíz y soja, según abogados comerciales.  

 

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