Por: Ernesto Piedras*

La oferta educativa es intensiva en capital humano, como profesores y staff administrativo, así como de equipamiento (pizarrones tradicionales e inteligentes, pupitres, sillas, etc.) para el ejercicio de dar clases. Los contenidos escolares para la enseñanza son también cruciales.

Pero no menos importante es la infraestructura, como los inmuebles y salones de clases, que suelen ser una inversión onerosa y compleja, escasa y, en consecuencia, puede llegar a convertirse en una barrera para el pleno despliegue de la enseñanza educativo. De acuerdo con el Development Bank of Latin America, la infraestructura escolar está compuesta por los elementos que configuran el espacio físico donde se desarrollan los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Hoy día ese ambiente puede ser inmobiliario, pero también digital. Efectivamente, cada smartphone puede y debe ser considerado como un salón de clases de bolsillo, es decir, un Pocket Classroom.

Desde hace casi dos décadas es identificable ya una democratización de las tecnologías móviles. Tan sólo a finales de 2019, en México, se registraron 124.2 millones de líneas móviles que facilitan la comunicación ubicua para 98.1% de la población nacional. Asimismo, a la fecha ya 9 de cada 10 líneas celulares operan ya en teléfonos inteligentes con plena capacidad de transmisión de voz, datos y video.

Pocket Classroom: Solución para la Teleducación

Existen 111.1 millones de usuarios de smartphones, los cuales, a través de una conexión a internet, pueden aprovechar la mensajería instantánea, la compartición de diversos tipos de documentos, el acceso al servicio de correo electrónico, el consumo de contenido audiovisual, el uso de la banca móvil, la georreferenciación y el acceso a mapas, entre un sinfín de aplicaciones.

La coyuntura impuesta por la crisis de salud por Covid-19 exige estar social y físicamente distanciados, pero con creciente conectividad y comunicación en línea. 

En este sentido, los Smartphones cuentan con un uso de interés relevante, el de la educación a distancia o teleducación.

En este sentido, los Smartphones cuentan con un uso de interés relevante, el de la educación a distancia o teleducación.

a masificación de estos dispositivos inteligentes entre los mexicanos es relevante, frente a otros dispositivos de acceso y generación de contenidos que no son, ni de cerca, universales. Por ejemplo, sólo 44 de cada 100 hogares disponen de una computadora. 

El concepto de Pocket Classroom es aún más importante, a la luz de que 99.0% de los niños de 6 a 11 años y 97.6% de los adolescentes entre 12 y 17 años son usuarios de Smartphones. Es decir, los teléfonos inteligentes están más presentes entre personas en edad de cursar sus estudios de nivel primaria, secundaria y medio-superior, en los que se contabilizan 25.7 millones de alumnos.

Ir a la Escuela o la Escuela va a los Niños 

Uno de los retos principales para la concreción del potencial del Pocket Classroom consiste en la aún distante universalidad en el acceso a la conectividad entre los individuos y hogares del país. 

En un corte de caja, en 2019, se observa que 56 de cada 100 hogares contaba con una conexión a internet y 76 de cada 100 con el servicio de Banda Ancha Móvil (BAM).

En este sentido, existen algunos esquemas que podrían ayudar a solventar la brecha. 

Una alternativa consiste en el aprovechamiento de los cobros revertidos, es decir, el mismo sistema que aplica con las llamadas en líneas de 1-800, pero aplicado al uso de datos para la conectividad educativa.

En otras palabras, para la población estudiantil con recursos limitados, el cobro revertido equivaldría al ejercicio de que, en lugar de los niños yendo a la escuela, la escuela viniera a los niños, sin cargo para ellos.

Por ejemplo, en el caso de la educación pública y, especialmente en los niveles obligatorios, la autoridad educativa sería la responsable de realizar la inversión que cubra únicamente el tráfico de contenidos educativos generado por los estudiantes.

Eslabones para una Educación a Distancia Efectiva

Pero debe quedar claro que la simple tenencia de Smartphones no se constituye por sí misma en una herramienta educativa, en un Pocket Classroom. Su aprovechamiento requiere de contenidos y estrategias pedagógicas enfocadas en el efectivo aprovechamiento por parte del alumnado.

Así es, la teleeducación no es más que una entreteja de elementos donde participan los estudiantes, los profesores, los padres de familia, las autoridades educativas, los planes de estudio, y los materiales tradicionales, todos comunicados por la trama tecnológica, a saber, la conectividad, los dispositivos para crear y consumir contenidos, las habilidades digitales y los contenidos virtuales para un aprovechamiento académico efectivo.

Por lo anterior, se debe ser consiente, que la tecnología no resuelve unilateralmente los obstáculos educativos, más bien, ofrece soluciones complementarias al proceso de enseñanza y aprendizaje. 

La importantísima labor y conocimientos pedagógicos de los profesores, así como la colaboración de los padres de familia siguen y seguirán siendo elementos vitales en la implementación del Pocket Classroom.

La emergencia sanitaria, entre otras lecciones, permite reconocer lo que anteriormente era invisible para las estrategias educativas: la democratización de la tecnología móvil permite la reconceptualización de nuestros teléfonos móviles como pequeños pero efectivos salones de clases que caben en nuestro bolsillo.

Contacto:

*El autor es director general de The Competitive Intelligence Unit y Nomismae Consulting.

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@ernestopiedras

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