La situación a la que se enfrentan las distintas economías en el mundo es, como poco, complicada, pero hay que decir que a la que se tienen que enfrentar economías como la mexicana, a la luz de los datos que nos ofrece un análisis preliminar, es incluso peor. Muchos fenómenos económicos siguen lastrando la recuperación económica, dificultando la realización de pronósticos fiables sobre los que basar una estrategia, y a su vez, dicha situación sigue intensificándose, con conflictos, así como otro tipo de fenómenos no económicos, que “echan más leña al fuego”, a la vez que alimentan la llama de la desaceleración y el estancamiento.

Atendiendo a las previsiones de las que disponemos, y teniendo en cuenta la extremada volatilidad de estas en un escenario de tan excepcional incertidumbre, hay que decir que en el horizonte se avistan tantas luces como sombras. El crecimiento, con el paso de los meses, sigue revisándose a la baja, en tanto en cuanto crece la inflación. Hoy, las previsiones que ofrece el Banco Central, Banxico, nos dicen que la economía mexicana crecerá, como mucho, un 1,7%; y digo mucho por el aviso emitido por el organismo respecto a un pronóstico que, en unos meses, puede cambiar a peor. Mientras que, por otro lado, tenemos una inflación que roza máximos históricos, situándose muy cerca del 8%.

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La temida estanflación, como denominan los economistas a la situación en la que coexiste la inflación y el estancamiento económico, es decir, en la que no hay progreso económico a la vez que suben los precios, es una situación cada vez más posible, atendiendo a la tendencia que muestra el país. Y hay que decir que, respecto a los mensajes emitidos por las autoridades, la situación parece no tener solución a corto plazo. Pese a la estrategia que pretende adoptar el banco central, Banxico, para reducir la inflación, esos fenómenos no económicos que siguen perturbando la oferta suscitan la posibilidad de vernos inmersos en una situación más complicada que la de partida.

Si atendemos a los niveles de inflación que se ven en la economía mexicana, así como en el resto del mundo, hay que decir que esta no deja de crecer, pese a que las principales autoridades señalaban que estábamos ante una inflación de carácter transitorio. La creciente inflación subyacente, así como la confirmación por parte de autoridades como Powell o Lagarde, nos dice que esta inflación pretende estar más tiempo de lo estimado. Y es que, mientras se esperaba que la inflación fuese remitiendo con el paso de los meses, lo cierto, y lo que muestran los datos, es que esta no ha dejado de subir, y cuando ha bajado, no ha bajado lo suficiente.

Ante esta situación, los bancos centrales, entre los que destaca la Reserva Federal (FED) se mostraron muy contundentes en su postura: los halcones monetarios volvían a la palestra. Así, hablamos de que los bancos centrales, ante una inflación cada vez más persistente, comenzaron a hablar de una retirada de estímulos que, como muestran las declaraciones de la propia FED, pretende comenzar con un tapering y una subida de tipos que situaría la tasa en su mayor nivel de los últimos 22 años. Una retirada de estímulos que, en el caso de México, no solo era bastante liviana por la escasa respuesta ofrecida por parte del Gobierno, sino que, además, ya comenzó, con diversas subidas aplicadas a una tasa de interés que pretende seguir aumentando en tanto en cuanto sigan presentes estas presiones inflacionarias.

Como sabemos, cuando hay inflación, una retirada de estímulos supone una relajación del crédito y, por ende, una relajación de la demanda. En otras palabras, retirar estímulos y aplicar políticas más estrictas en lo que a política monetaria se refiere es la vía mediante la que los bancos centrales, a lo largo de la historia y como forma convencional, contenían la inflación y mantenían sus principios, velando por la estabilidad de precios. Ahora bien, de la misma manera que esta relajación relaja la inflación, también relaja el crecimiento económico y, teniendo en cuenta el escaso de crecimiento de la economía mexicana, hablamos de subidas muy pronunciadas que podrían llevar a México, como afirman numerosos compañeros, expertos, a un estancamiento muy severo de su economía.

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Pero además de esto, hay que señalar que hablamos de un riesgo mayor cuando analizamos aquellos factores que motivan la creciente inflación que vemos. Pues hay que decir que la guerra en Ucrania, el virus, así como aquellos fenómenos no económicos, los cuales están provocando perturbaciones en la oferta que acaban derivando en inflación, no se pueden resolver desde la política monetaria. En otras palabras, y como señalaba Arturo Herrera, al frente de la dirección global de Gobierno del Banco Mundial, no vamos a relajar las presiones inflacionarias si siguen dándose problemas que incapacitan reestablecer la oferta.

Y, como digo, dicha situación conlleva un riesgo mayor, pues si esa inflación no remite y la economía, por falta de estímulos, se apaga, como también señalaba, entonces la estanflación habrá llegado y ahí, como saben bien los economistas y aquellos amantes de la literatura económica, sí que estaremos ante un serio problema.

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