En la tesis detrás de los Distritos Escolares está ciudadanizar la educación como una medida para abrir y modernizar el aparato educativo de México.   Por Gildardo Gutiérrez Méndez Es la reforma educativa la menos sonada, la más incierta y la menos contundente, pero en el largo plazo sí es la más relevante. En realidad, México se ha visto siempre inmerso en planes sexenales que carecen de visión estratégica, que buscan el remedio de los males inmediatos y no las soluciones de largo plazo, que un país con visión necesita. México es, más bien, un país de reacciones y no de reflexiones. Y una de las principales causas de esto es el ineficiente aparato educativo, que se niega a modernizarse, se niega volverse competitivo y se niega a ser un sistema abierto. “México no podrá ser un país competitivo sin un sistema educativo competitivo.” Dejando de lado los desórdenes sociales que los sindicatos de maestros y sus estrategias de golpeteo ante la autoridad suponen, son los maestros tan sólo uno de los actores del sistema educativo. Y en México estamos acostumbrados a ignorar a los demás actores de la educación para privilegiar la conversación parcial que sucede entre autoridad educativa (federal) y los propios maestros. Es decir, esta costumbre ignora dos actores más: uno, el más importante, el alumno, y el segundo, que por excelencia está invertido en el éxito del estudiante: los padres de familia. Nuestro sistema educativo en México contrasta con los de los países desarrollados, con los de los países emergentes, e incluso con los de países latinoamericanos como los de Colombia, Costa Rica y Chile. Nuestro sistema educativo es centralizado, es distante y es ajeno a las realidades de las diferentes regiones del país, y es además lento. Aun cuando todos los demás sectores productivos del país quieren ir al paso global, y aun cuando los sistemas educativos en los países mencionados han adoptado políticas publicas educativas modernas, horizontales y sobre todo abiertas, incluyen a todos los actores del proceso educativo (autoridad, padres de familia, maestros y alumnos) en un diálogo más abierto y representativo. Son sistemas educativos más ciudadanos. Basta con ver a nuestro socio comercial más importante: Estados Unidos. Su sistema educativo es lo opuesto del nuestro. Su administración y políticas públicas educativas son locales. Son los ciudadanos los que dirigen el curso de las escuelas y sus programas académicos. Los funcionarios y maestros de las escuelas, en su mayoría, entienden su rol de facilitadores y rinden cuentas de cara a la sociedad a la que sirven. Una fundamental diferencia con lo que sucede en México, donde no hay rendición de cuentas. Es a través de los Distritos Escolares que la administración educativa toma forma, primero en lo local, después en lo regional, para pasar a los estados. Es así como después el Departamento de Educación trata de reglamentar la autonomía que los Distritos Escolares tienen como unidades de administración fundamentales en el vecino país.   Los Distritos Escolares como alternativa para México Desde el año 2013 se ha discutido la posibilidad de descentralizar la educación y volverla más ciudadana a través de los Distritos Escolares. En noviembre pasado, un grupo de 18 legisladores de las tres principales fuerzas políticas, y por primera vez un ciudadano, turnaron la iniciativa ciudadana de los Distritos Escolares. Si bien usted no ha oído de ella, es porque no pertenece a ningún partido político o es particular de algún grupo de interés. Esta iniciativa le pertenece a un grupo de académicos, ciudadanos y empresarios que buscan introducir la figura de los Distritos Escolares para administrar la educación pública en México. A través de los Distritos Escolares se busca acercar a la autoridad educativa a los salones de clase. Saber qué pasa en los salones de clase, es una de las claves para mejorar la educación. Modernizar y darle movilidad y competencia al sector educativo: que los buenos maestros puedan ser promovidos a directores, que los buenos directores sean superintendentes, y que los buenos superintendentes puedan ser secretarios de Educación estatal o delegados de la propia Secretaría de Educación. Es decir, romper con el estancamiento y la opacidad de las “plazas”, buscar introducir la sana competencia y los incentivos para que los buenos maestros puedan ser reconocidos por el sistema educativo y su comunidad escolar. A través de estas demarcaciones administrativas (los Distritos Escolares) se genera la pertenencia de los padres de familia en la comunidad escolar, la pertenencia para participar a través de los Consejos Escolares y Distritales. A través de la participación ciudadana, proponer la rendición de cuentas de las escuelas con sus beneficiarios: los alumnos, y no la autoridad. Los pobres resultados de México en las evaluaciones locales e internacionales son un síntoma de la falta de cultura de rendición de cuentas, y la falta de acciones y reacciones concretas a esos pobres resultados. De nada sirve medir el desempeño si no se hacen cambios reales en cada salón de clases. En México ya hemos vivido la experiencia de ciudadanizar procesos. Hoy, a 20 años de la creación de los Distritos Electorales, las elecciones han mejorado sustancialmente y son más confiables, en gran medida por la participación ciudadana. En la tesis detrás de los Distritos Escolares se contiene ciudadanizar la educación como una medida para abrir y modernizar el aparato educativo de México. Para incluir a los demás actores del proceso educativo, los padres de familia y los estudiantes, de forma institucional y sistemática, dotándoles de recursos para cambiar verdaderamente la educación en México. Los padres de familia ya tienen una visión de un México mejor en el futuro de sus hijos; es tiempo de esa visión se convierta en acciones concretas del sistema educativo.   Gildardo Gutiérrez Méndez es Activista Empresarial Mexicano. Autor de libros y artículos de educación.   Contacto: Twitter: @GMGildardo Página personal: Futuro Educativo Distritos   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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